Matías Moreno tiene 8 años y está sentado con su guardapolvo blanco y su mochila en uno de los últimos asientos de la lancha colectiva Interisleña. Hoy empieza tercer grado en la Escuela Primaria N°12 General José Ignacio Arias, en el Río Sarmiento 402, en el Delta de Tigre. La lancha sale 8.40, y para no correr el riesgo de perder el primer día de clases cuenta que su papá lo llevó en remis hasta la Estación Fluvial de Tigre. También se suben allí otros alumnos y la directora de la escuela, Lilia Rivero, y apenas baja los escalones de la lancha se encuentra con Matías, que se levanta de un salto para darle un beso. "¡Pero qué alto estás!", le dice la directora.
Matías está contento. Dice que tiene muchas ganas de volver a la escuela y de ver a Dani, su mejor amigo, que vive en la isla como la mayoría de sus compañeros y al que no vio durante todo el verano. Con excepción de Santa Cruz, Chubut, Neuquén y Santa Fe, que hicieron paros en rechazo a las ofertas salariales propuestas por cada provincia, hoy empezaron las clases en los niveles inicial y primario en el resto del país. También en el Delta de Tigre, donde la Escuela N° 12 es una de las más antiguas de las siete que hoy funcionan en esa Primera Sección de Islas, que ocupa una superficie de 221 km2 y que limita al norte con el río Paraná de las Palmas, al sur con el Luján, al oeste con el canal Arias y al este con el Río de la Plata.
Rivero cuenta que la escuela tiene 108 años, y que además es una de las más grandes de la isla, con una matrícula de 177 alumnos. Llegó como directora hace dos años, pero es docente isleña desde hace más de treinta. Sus hijos crecieron en el Delta y fueron a esta misma escuela. Ahora vive en el continente, pero su vida tiene más viajes por calles de río que de cemento. En cada nuevo año lectivo, dice Rivero, siempre hay expectativas, ganas de mejorar y motivar a los chicos en el aprendizaje. "Pero sin apartarnos del foco puesto en nuestro proyecto de identidad, porque además de los contenidos obligatorios, trabajamos con los chicos para que reconozcan su tierra, para que se sientan parte de la isla y que dimensionen la riqueza del lugar en el que viven".
La inmensidad del Delta
El río Paraná es uno de los más caudalosos del mundo, y el Delta que lleva su nombre abarca unos 14.000 km2. Es el quinto en extensión de todo el planeta y el tercero en importancia en América del Sur por su complejo sistema hídrico y su gran biodiversidad. "También nuestro Delta es el más poblado –agrega Rivero-, con una historia que juega un papel fundamental en la cultura de los lugareños". Pero sobre todo, insiste Rivero, ser habitante de la isla es aprender a manejar los imponderables. Cuando hay sudestada, por ejemplo, los chicos no pueden asistir a clase. Algunas escuelas activan un protocolo de contención pedagógica que, en ciertos casos, significa armar un aula flotante en la lancha. "Nosotros planificamos actividades para que puedan hacer en casa. Hay meses que tenemos que suspender uno, dos o tres días de clases. Otros que tenemos suerte y los chicos pueden venir todos los días".
En el trayecto que dura el recorrido desde la estación fluvial hasta la escuela, que puede demorar entre 40 minutos y una hora, la lancha colectiva va levantando alumnos. Los guardapolvos blancos se ven desde lejos. Contrastan con los verdes de los sauces y los robles. Se mezclan entre las hortensias y contrastan con el rosa fuerte de las azaleas. "La mayoría va por los caminos internos de la isla hasta el muelle público más cercano", explica Rivero. Y allí esperan la lancha. Serán alrededor de unas 20 paradas, y una de las primeras es la del Recreo Alcázar. Minutos después, en la zona del arroyo Curubica, suben Mara Aquino, que tiene 7 años, y su mamá, Sandra. También ella está entusiasmada porque va a ver a sus amigos, con los que tampoco se juntó a jugar durante las vacaciones.
"Mi mamá es artesana"
¿Cómo es la vida en la isla para Mara? "Preciosa –sentencia la pequeña-. Mi mamá es artesana y hace dulces riquísimos". Sandra sonríe ante las afirmaciones de su hija, pero además de la belleza del lugar que ella también reconoce, dice que los habitantes de la isla están un poco "olvidados".
Con pocos minutos de diferencia, cerca de las 10 desembarcan todos los alumnos que llegan por alguno de los cuatro recorridos que tiene la Interisleña hasta la Escuela N° 12: Tigre, Paraná, San Antonio y Abra Vieja. Los chicos hacen la formación debajo de la estructura del edificio, una clásica construcción isleña elevada mediante pilotes por sobre el nivel de las crecidas regulares del río, para que el agua cuando sube no llegue tan pronto a las aulas. Se iza la bandera y la directora enciende el grabador. La canción que inaugura el acto, antes de que se cante el Himno Nacional, es autoría de un grupo de padres de la comunidad escolar. Habla de la isla, de los ríos, de las costumbres de los vecinos del Delta, que hoy son cerca de 9000 habitantes, de sus árboles y de sus animales.
Mariana Silveira acompañó a su hija Leila Gómez en el primer día de clases. "Empieza 3° grado, y tenía muchas ganas de arrancar. Yo vine a esta escuela y su papá también es ex alumno. Nosotros vivimos en Tres Bocas, y como muchos de los isleños trabajamos para el turismo", cuenta Silveira. Mientras tanto, una embarcación de la flota Sturla que navega por el río Sarmiento en un paseo turístico pasa por la puerta, o más bien el muelle, de la Escuela N° 12. La lancha va repleta de visitantes, que sacan fotos con sus celulares a una postal poco común de inicio de clases.
Rivero cierra el acto de este primer día de clases con la insistencia de su discurso puesta en la comunicación entre alumnos, familias y docentes; y en el protagonismo de los alumnos. Ya están por subir a las aulas, y Julieta López acompaña a su hija Luciana, que hoy comienza primer grado. Las dos llegaron desde Tucumán hace dos semanas. Es su primera vez en el Delta. Julieta despide a su hija, y camina hacia el muelle. Se detiene en una rayuela dibujada en el piso del patio, que en cada uno de los casilleros formula distintas preguntas: ¿Qué peces viven en nuestros ríos? ¿Qué árboles hay en la isla? ¿Qué aves vuelan en nuestro cielo? Ella no sabe las respuestas. Pero su hija de 6 años ya forma parte del proyecto de identidad del que hablaba Rivero. Y pronto podrá responderlas.
Edición fotográfica de Fernando Gutierrez
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