
La fuerte advertencia de médicos por el creciente consumo de drogas durante el embarazo y la lactancia
Un grupo de trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría repasa que los riesgos van desde múltiples daños a la salud del bebé hasta prematuridad o aborto
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La entidad que nuclea a los pediatras salió hoy a advertir sobre las complicaciones que está provocando el consumo de sustancias durante el embarazo y la lactancia materna. Son cada vez más frecuentes los testimonios sobre las consecuencias graves para los recién nacidos que comparten profesionales que atienden embarazos y partos de mujeres en situación de consumo, según pudo conocer LA NACION en estos últimos meses.
Así queda implícito, también, en el documento difundido por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) a propósito de un problema de salud pública del que poco se habla. Ante la consulta, una de sus coautoras confirma que ese aumento se ve en la cantidad de pacientes que están recibiendo con complicaciones asociadas al consumo materno y, también intrafamiliar.
“En pediatría, vemos pacientes expuestos por la lactancia materna y por intoxicaciones no intencionales. Y cada vez son más en edad pediátrica”, alerta Silvia Cabrerizo, secretaria del Grupo de Trabajo de Adicciones de la SAP. Como integrante de la Unidad de Intoxicaciones del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, refiere que en esos centros especializados están recibiendo las consultas desde los hospitales. “Cuando hablamos de consumo, ya no hay un grupo etario en el que no haya”, agrega.
Frente a ese escenario es que la SAP sale a recomendar suspender la lactancia una vez detectado el uso activo de drogas y hasta corroborar “una evolución clínica, de salud mental y toxicológica estables” tanto en el bebé como en la mujer.
“No existe dosis segura dentro de las sustancias psicoactivas [desde alcohol, tabaco y marihuana, hasta cocaína, éxtasis o ácido lisérgico, entre otras] y esto puede ser desencadenante de complicaciones obstétricas relacionadas, como la restricción de crecimiento intrauterino, abortos, partos prematuros, eclampsia, entre otros trastornos; que pueden comprometer la vida del binomio siendo evitables y prevenibles”, alerta la entidad a través del documento.
Es de este modo que el Grupo de Consumos Problemáticos y el Comité de Estudios Fetoneonatales (Cefen) de la SAP llama la atención pública sobre esta realidad con la que se vienen encontrando día a día neonatólogos y pediatras en los centros de salud. De hecho, a finales de abril, durante una jornada sobre la necesidad de actualizar la Ley Nacional de Salud Mental en el auditorio del edificio anexo del Congreso, fue uno de los temas de preocupación que surgió entre los voceros de organizaciones no gubernamentales a las que profesionales convocan para asistirlos en la contención de madres en situación de consumo durante el parto.

Sin datos epidemiológicos que describan su magnitud, los pocos relevamientos de salud pública disponibles venían anticipando desde por lo menos hace siete años una tendencia al uso combinado de bebidas alcohólicas y productos de tabaco con otras drogas.
El año pasado, el Ministerio de Salud de la Nación actualizó las “Recomendaciones para el cuidado de las personas recién nacidas afectadas por el consumo problemático de sustancias psicoactivas durante la gestación” de 2022. Los datos citados, sin embargo, son los últimos relevados, aun cuando, entre 2010 y 2017, el consumo de drogas ilícitas más que se había duplicado en el país al pasar del 3,6% al 8,3% en ese momento.
Datos de hace tres años del Sistema de Información Perinatal dieron cuenta de una prevalencia del 5,1-8,5% de consumo materno de tabaco, del 0,5-1,2% de alcohol y del 0,7-1% para otras drogas, de acuerdo con el trimestre de gestación. Sin embargo, al comparar esos valores con resultados de la detección en orina de algún tipo de sustancia durante el embarazo, el consumo materno de alcohol llegó al 46,3% de las muestras maternas analizadas, el de tabaco al 12%, de marihuana al 5,6% y de cocaína, al 4,8%.
“En muchas ocasiones –reafirma la SAP al respecto–, se observa un policonsumo, que incluye el consumo de otras sustancias legales nocivas, como el tabaco y el alcohol. Las conductas de riesgo, predisponen también a contraer infecciones como VIH, hepatitis B y C. En todos los casos, las personas recién nacidas tienen un alto riesgo de sufrir diversos problemas médicos, psicológicos y del desarrollo”.
Es que, como apunta el grupo que redactó el documento, esas sustancias afectan el sistema nervioso central. “Tengamos en cuenta que son sustancias mayoritariamente psicotrópicas, que tienen la característica de ingresar con facilidad tanto al cerebro como, en la mayoría de los casos, a la leche humana; por eso también es una alerta para aquellas mamás que amamantan”, señala Cabrerizo.
Riesgos
Además del comportamiento de los consumidores, desencadenan “afecciones que representan un riesgo” para el bebé, “como alteraciones en la talla y el perímetro cefálico, el neurodesarrollo, infecciones e, inclusive, el síndrome de muerte súbita del lactante”, enumera el equipo.
De ahí que desde la SAP insistan en que la atención de esas mujeres demanda más recursos profesionales que en otros contextos, con una intervención “multidisciplinaria”: ginecología, obstetricia, neonatología, pediatría, toxicología, salud mental y servicio social.
Frente a un resultado positivo de consumo en la embarazada, la SAP recomienda “suspender la lactancia hasta evaluar la situación de la madre, de su bebé, la situación que van afrontar al alta, la red probable de contención social y familiar y que ambos presenten una evolución clínica, de salud mental y toxicológica estables”, como ya se dijo.
“Para las personas con trastornos por consumo de sustancias que manifiestan el deseo de amamantar, se deben considerar los beneficios documentados de la leche humana y sopesarlos cuidadosamente frente a los riesgos asociados con la sustancia a la que el bebé puede estar expuesto durante la lactancia. Idealmente, cuando existe consumo problemático de sustancias se debería ofrecer una atención médica integral desde el período preconcepcional y el embarazo, pero esto no siempre está garantizado”, concede la entidad.
Eso va en línea con la realidad de los servicios en un sistema de salud que está atravesando una crisis con faltante de recursos humanos en especialidades críticas. “En una situación de consumo agudo, con la intervención de un equipo que acompañe a la madre en situación de dependencia, se puede llegar a un seguimiento para minimizar los riesgos”, amplía Cabrerizo. Pero, afirma ante la consulta, que ante el escenario epidemiológico actual, también “se necesita política de salud pública que acompañe con recursos humanos especializados”.
Para Guadalupe Albornoz, secretaria del Cefen, el uso de psicotrópicos “en cualquier medida, porque no hay una dosis segura con este tipo de productos” es una amenaza para la salud del bebé desde su concepción. “Siempre va a atentar contra la salud del bebé y también contra la de la propia madre”, señaló a coautora del informe, junto con Cabrerizo y Sandra Machado, prosecretaria del mismo comité.
“Es importante tener en cuenta que este tipo de adicciones generalmente están asociadas a condiciones ambientales y a determinadas características de la persona que contribuyen a aumentar aún más el riesgo para la salud del bebé”, suma Machado en referencia a, por ejemplo, embarazos adolescentes, bajos niveles de educación, malnutrición y un control prenatal inadecuado, entre otras.
“Es fundamental trabajar en la prevención del consumo problemático desde la niñez y la adolescencia, para alcanzar el momento de la concepción de la manera más saludable”, finaliza la neonatóloga.
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