La transmisión que paralizó al mundo

¿Quién no se emocionó alguna vez al contacto con las palabras: "Un pequeño paso para el hombre, un gigantesco salto para la humanidad"? ¿Quién no quiso al conocerlas salir a toda velocidad a buscar el testimonio visual con el momento exacto en que fueron dichas? Si todo esto viene ocurriendo sin pausas desde hace 50 años, imaginemos qué pasaba por la cabeza y por el corazón de quienes tuvieron la suerte de ser testigos directos frente a una pantalla, en tiempo real, del momento exacto en que una huella humana quedó marcada por primera vez en la historia sobre la superficie lunar.

La cifra total de esos testigos, según las estimaciones de la época, alcanzó a unos 650 millones de espectadores que pudieron contemplar en vivo y en directo (como solía decirse en la TV argentina de aquel tiempo) cómo Neil Armstrong y Edward Buzz Aldrin descendieron del módulo lunar y dejaron su sello en la historia el 20 de julio de 1969. Era una noche muy fría de invierno en la Argentina y todos se quedaron desvelados frente al televisor. No hay registros visuales de las transmisiones especiales que dispusieron para la ocasión los canales 13, 11 y 9, pero sí algunos recuerdos orales de lo que ocurrió en aquel momento. Por suerte, es posible acceder en la red a los archivos de las emisiones dispuestas por cadenas internacionales. La más importante, que estuvo a cargo en Estados Unidos de la CBS, quedó para la historia como la referencia clave de aquel momento histórico.

Las imágenes del alunizaje, provistas por la NASA, llegaron a los hogares argentinos gracias a que poco antes, el 25 de mayo de 1969, se inauguró en la ciudad bonaerense de Balcarce la primera antena parabólica que logró conectar las comunicaciones argentinas con el sistema global Intelsat. Desde aquella "estación terrena de Balcarce" (así se la identificó durante muchísimos años en la TV) se multiplicaron a los hogares las imágenes que ahora sí podían verse en la Argentina desde cualquier lugar del mundo, en este caso el centro espacial de Houston.

Cuenta el historiador de la TV Jorge Nielsen en el segundo tomo de La magia de la televisión argentina que EnTel (la empresa oficial monopólica en materia de telefonía) "ofreció la transmisión inaugural gratis a todos los canales que quisieran emitirla, pero las posteriores (incluyendo el alunizaje) se cotizaron a más de US$4000 por hora desde los Estados Unidos y a más de US$6000 desde Europa".

Cada canal de aire organizó su propia cobertura. El 13 envió a Houston a Mónica Cahen d'Anvers (que en aquel momento era Mónica Mihanovich, conductora de Telenoche) y al camarógrafo Francisco Tenore. El 11 puso al comando de la transmisión a uno de sus locutores estrella, Juan Carlos Rousselot, y según Nielsen triunfó en la batalla por el rating. El 9 no envió a un conductor, sino al mismísimo dueño del canal, el zar Alejandro Romay, que hizo de conductor y llevó adelante la transmisión en vivo durante toda la noche del alunizaje.

Los televisores argentinos recibieron las imágenes de una producción de la que participaron en Estados Unidos unas 1000 personas y que costó alrededor de 11 millones de dólares. La transmisión a cargo de la NASA se llevó adelante después de un largo debate, en el que llegaron a plantearse dudas y reparos al más alto nivel gubernamental respecto de la utilidad o no de poner a la vista de todo el mundo el momento cumbre de la campaña lunar estadounidense. Frente a algunas objeciones estratégicas y la invocación de cuestiones de seguridad, se impuso finalmente la idea de darlas a conocer. El gobierno de Estados Unidos también quería ganar una batalla mediática para reforzar la idea de que estaba llegando mucho más lejos que la Unión Soviética en la carrera espacial.

Recuerdos

Con todo, la NASA pagó el precio de una emisión marcada por la precariedad de las imágenes, más allá del poderoso resultado testimonial que dejaron aquellas inmortales palabras de Armstrong. Tan imprecisas eran que alimentaron durante mucho tiempo las sospechas y las teorías conspirativas de quienes sostuvieron que el alunizaje de 1969 había sido una mera puesta en escena. La transmisión de la CBS, disponible en YouTube, transcurre en su mayor parte con la imagen animada de un simulador del módulo lunar, junto con cuadros que van indicando posiciones y horarios en los preparativos del alunizaje. Más interesante resulta el comentario en off de Walter Cronkite, el gran conductor y presentador histórico de los espacios informativos en la TV estadounidense, y la participación del exastronauta Walter Schirra, que mantiene reveladores diálogos con Aldrin. Ambos estuvieron más de 17 horas consecutivas en el aire y el silencio que observan en el momento en que el módulo llega a la Luna es uno de los instantes más recordados de la historia de la TV en ese país.

Esas históricas imágenes del alunizaje fueron posibles gracias a dos factores: una pequeña videocámara colocada en un trípode ubicado a pocos metros del módulo lunar y la posibilidad de que esas mismas imágenes puedan ser transmitidas a varios centros de recepción (dos ubicados en Australia, uno en EE.UU. y el restante en España) para multiplicarse desde allí a todos los televisores del mundo. La baja frecuencia que tuvo la transmisión lunar explica la precariedad de las imágenes. Pero lo que se vio paralizó al mundo. Todo llegaba desde una cámara de televisión que los ingenieros de la NASA colocaron directamente frente al monitor que reproducía las imágenes arribadas desde el espacio.

En febrero de 2007, desde Washington, el corresponsal de LA NACION Hugo Alconada Mon reveló que la NASA había perdido los videos originales de aquel primer descenso en la Luna. Y contó que un equipo venía buscando desde hacía meses entre miles de archivos esas imágenes. "Aunque se resisten a concluir que se perdieron, admiten que están desorientados y sin pistas firmes que seguir", señaló.

Tiempo después, la NASA admitió que esos registros originales formaron parte de un lote de 200.000 videos desmagnetizados, borrados y vueltos a usar para ahorrar dinero. Pero al mismo tiempo confirmaron que copias en buen estado habían sido halladas en los archivos de CBS News y en bóvedas del Centro Espacial Johnson, en Houston. Una empresa especializada en la restauración de viejas películas de Hollywood se encargó de digitalizarlas y ponerlas en condiciones.