
Las regulaciones en el transporte acosan a los viajes puerta a puerta
Crecen los usuarios del sistema chárter, aunque éstos no siempre cumplan con lo que pide la ley
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Todos los días, a las 13 en punto, Nicolás Delorenzini espera un chárter en la esquina de Jacinto Díaz y Juan Segundo Fernández, en Lomas de San Isidro. Sabe que en 30 minutos, aproximadamente, estará en Corrientes y Florida para empezar su jornada laboral.
Sin embargo, durante los últimos días, su rutina, como la de tantos otros, se alteró. Y todo ocurrió como consecuencia de operativos que realiza la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) para verificar que las unidades cumplan con la reglamentación vigente. Esa normativa, para muchos, busca entorpecer el desarrollo de un servicio con creciente demanda.
Aunque no existen datos oficiales, porque el sector no está agrupado en cámara alguna y porque la CNRT, que dirige Emilio Bernasconi, no respondió a las reiteradas consultas de La Nación , se calcula que en el Gran Buenos Aires brindan el servicio aproximadamente 2000 unidades.
Para poder funcionar deben estar autorizadas por la Secretaría de Transporte de la Nación, aunque la habilitación de nuevos permisos está suspendida desde diciembre último, según se pudo saber.
Conocido como servicio urbano especial básico en su denominación legal, las combis empezaron a ganar terreno a partir de 1994 con la desregulación del mercado que impulsó el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
Esa desregulación permitió ampliar la oferta y permitir la entrada en el mercado de nuevos actores. Sin embargo, fue también el punto de partida para el ingreso de servicios no habilitados y que fueron considerados ilegales por los viejos empresarios que veían llegar una competencia impensada.
Los emprendedores de aquel momento hallaron terreno fértil para expandirse por los partidos más poblados del conurbano, y aún hoy operan con normalidad.
Confusos requisitos
Los legales, en cambio, deben cumplir una serie de requisitos (verificación técnica vehicular, doble licencia habilitante: de la Secretaría de Transporte donde está radicada la unidad y de la Nación), muchos de los cuales, para usuarios y propietarios, no hacen más que dificultar el desarrollo del sector.
La controversia se generó apenas despuntó febrero, cuando la CNRT sacó a la calle a sus inspectores con la instrucción de que controlaran que los servicios cumplieran la reglamentación vigente. Esto es: además de los controles técnicos y registros habilitantes, verifican que los pasajeros que viajan en la unidad figuren en una lista que, obligatoriamente, debe portar el chofer.
La ley que regula al sector establece que el 70% del pasaje debe ser cliente fijo (viajar todos los días, a la misma hora, en el mismo vehículo) y sólo el 30% restante puede diferir. Una regla que invita a ser infringida, según dejaron entrever las propias autoridades del gobierno nacional.
"Se están haciendo operativos, aunque tal vez tengamos que revisar la normativa. Hay muchas cosas que recibimos que quedaron inconclusas, y sabemos que toda la legislación merece ser estudiada. Reconozco que la referida a los chárter es confusa y rebuscada, pero por ahora lo único que podemos decir es que deben cumplirla, no se puede suspender", dijo el subsecretario de Transporte Terrestre de la Nación, José Carballo.
A regañadientes, algunas empresas consultadas por La Nación admitieron que no cumplen con el listado de pasajeros y atribuyen esa falta a que los clientes, aunque utilizan a diario el servicio, no siempre lo hacen en el mismo horario.
"No los podemos obligar a viajar siempre a la misma hora, sería una locura manejar sus tiempos. Lo que ocurre es que las líneas urbanas presionan para que se hagan estos controles porque algunos chárter van por sus rutas. No entienden que la gente es la que elige con quién viajar y el servicio que desea", dijo Víctor Delinque, de La Horqueta Express, empresa que cuenta con 10 combis y que transporta 12 mil pasajeros mensuales.
Por no cumplir con la extensa lista de requerimientos oficiales, Delinque vio la semana última cómo dos de sus unidades fueron a parar a un garaje que la CNRT alquila en Puente La Noria. Para sacarlas de allí, dijo, debió pagar una multa que rondó los 7000 pesos por unidad.
Horacio Azcárate es el responsable de la empresa Mercobus, que opera con 10 unidades desde la zona oeste y aunque tiene pasajeros en lista de espera que piden poder sumarse al servicio, dijo que prefiere no habilitar más unidades.
"La realidad nos indica hoy que no es negocio sumar más coches, porque con la reglamentación vigente tenemos muchos problemas. Las multas son muy caras y la presión de las líneas regulares cada vez es mayor", aseguró.
Libertad de elección
Las combis empezaron a ganar terreno en desmedro de los servicios tradicionales (colectivos, trenes) que no satisfacían la demanda de un sector de la población. Los pasajeros quieren llegar a destino en unidades confortables, seguras, sentados y, fundamentalmente, con rapidez.
Más recientemente, los chárter alcanzaron popularidad entre los habitantes de los barrios cerrados, sobre todo de la zona de Pilar.
Se trata de consumidores que en su afán por vivir en contacto con la naturaleza no midieron los kilómetros que separan sus hogares de sus trabajos.
Lisandro Sánchez vive en Castelar, paga 100 pesos mensuales y optó por el servicio porque "es cómodo, ágil, económico y porque me da seguridad en el tiempo de viaje. Además, tiene paradas fijas en el centro y me deja cerca del trabajo. No pierdo horas esperando para después viajar parado", explicó.
Otra defensora del servicio es Mónica Hourcade, que vive en la zona oeste y buscó una original manera de expresar su enojo por los operativos de la CNRT. En la página Web www.mequejo.com dejó asentado su malestar: "¿Hay derecho a que no pueda optar por un servicio de ese tipo? (por los chárter). ¿Hay derecho a que me detengan policías motorizados cuando lo único que hago es dirigirme a mi trabajo? ¿No sería más útil que esos agentes salgan a la calle a detener delincuentes?", preguntó.
Delorenzini, en tanto, descubrió los encantos del chárter el año último. Ahora, prefiere pagar 120 pesos mensuales -aun cuando admite que en tren gastaría menos de la mitad- y no duda en optar por el chárter.
"No se justifica gastar en nafta, estacionamiento y peaje teniendo este servicio. Uno sabe que a determinada hora pasa la combi y que el viaje es confortable", aseguró.
Mientras la competencia entre sectores se acrecienta y los controles se endurecen, los pasajeros quedan en medio de una disputa entre partes, sin que nadie les pregunte el porqué de su elección.




