San Cayetano: “No hay bolsillo que aguante; no se puede vivir a polenta y arroz”, cuestionó el arzobispo de Buenos Aires
Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva fue el encargado de dar la homilía frente al santuario de Liniers
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En su homilía frente al Santuario de San Cayetano, con motivo de la celebración del día del patrono del trabajo, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, advirtió hoy que “no existe peor pobreza que la que priva de la dignidad del trabajo a su pueblo”.
“El último índice de desempleo fue de 6,9%. Puede que sea más bajo que el de otros períodos, pero no queremos conformarnos. Queremos mejor trabajo para todos y todas”. Estas fueron las primeras palabras con las que abrió la homilía el arzobispo de Buenos Aires, que asumió en mayo último.
La misa central tuvo lugar a las 11 en un escenario montado frente al Santuario de San Cayetano, ubicado en Cuzco 150, en el barrio de Liniers.
“Una señora me contaba hace poco acá, en Liniers, que viaja dos horas y media de ida y de vuelta desde General Rodríguez para cuidar a una señora durante ocho horas. En negro, sin jubilación ni obra social. Y yo pensaba cuantas historia similares de grandes laburantes no reconocidos, con trabajos mal pagos, informales, esclavos, que nos aleja de nuestros seres queridos”, dijo.
Por eso, continuó: “Pedimos por trabajo digno bien remunerado, paz, seguridad, políticas públicas que reconozcan el trabajo de tantos hermanos que se desloman cada día y pan. Porque la maldita inflación hace que aunque se tenga trabajo, no alcanza. No hay bolsillo que aguante. No se pude vivir a polenta y arroz”, indicó.
”No nos queremos conformar, soñamos con más y mejor trabajo para todos y todas porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”, expresó.
”Hoy en San Cayetano estamos pedigüeños. Hoy como cada 7 de agosto, te pedimos trabajo, pero vamos por más: te pedimos mejor trabajo, te pedimos mejor pan, te pedimos más salud, te pedimos paz para nuestro pueblo; y lo hacemos con mucha fe, a pesar de la exclusión, de la inflación, del desencanto y de los sueños rotos”, planteó.
No reconocidos
Además, le dedicó gran parte de su homilía a los “grandes laburantes no siempre reconocidos ni valorados” y pidió por un “trabajo digno, bien remunerado” para ellos. ”Pienso en quienes trabajan en el reciclado juntando cartones muchas horas al día, y que con mucho esfuerzo los suben a sus carros, los venden, y así llevan el pan a sus mesas familiares”, ejemplificó.
García Cuerva llamó a pensar en todos aquellos que viven en situación de precariedad con “trabajo mal pago, en negro o trabajo esclavo” que los “aleja de familiares y amigos”.
”Le pedimos a San Cayetano un trabajo digno bien remunerado. Le pedimos paz para nuestro pueblo atravesado por la violencia de la inseguridad social y económica; la inseguridad de no tener un futuro alentador, ni esperanzas para los hijos y nietos. Le pedimos políticas públicas que reconozcan el esfuerzo y la actividad de tantos hermanos que se desloman todos los días”, expresó.
También pidió mejor pan: “No nos podemos resignar a que nuestros chicos y familias más pobres vivan a polenta, fideos y arroz”. Por eso, alertó: “No existe peor pobreza que la que priva de la dignidad del trabajo a su pueblo”.
En el momento del cierre, García Cuerva citó palabras del papa Francisco al decir que “en una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social”.
”No es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y, en definitiva, para vivir como pueblo”, explicó.
Y concluyó: “San Cayetano, te pedimos paz, pan, salud y trabajo, más pedigüeños que nunca, este año vamos por más”.
Fieles
En los alrededores del santuario, el clima estaba teñido por una mezcla de celebración y angustia. Muchas personas, abrigadas para enfrentar una mañana de sol, pero bastante fría, tomaban mate mientras esperaban la homilía. Vendedores ambulantes ofrecían espigas y estampitas. Y algunas familias en situación de calle pedían ayuda a los fieles. Mientras tanto, se escuchaban por parlantes, canciones religiosas y el himno nacional.
Marta, de 78 años, que llegó al santuario desde Ituzaingó, señaló a LA NACIÓN: “Vine a agradecer el trabajo y la salud como lo hago todos los años, pero este año también quiero que cambie y mejore el pueblo argentino, porque ya es insostenible. En mi barrio hay familias que comen una vez al día. Y no porque yo tenga un plato de comida me olvido del otro. Espero que el nuevo gobernante piense en la gente”. Y agregó que aún no sabe a quién votará en las próximas elecciones, pero estaba segura que no sería a “los que están ahora”.
Por su parte, Sebastián, de 39 años y vecino de Grand Bourg, sumó: “Vine a pedir por laburo y pan. Hago changas y ahora no estoy trabajando. También quiero que mejore el país”. En su caso, tampoco estaba seguro de a quién votaría, pero probablemente, como indicó, a algún precandidato de la izquierda.
Roque Jiménez, en cambio, sí sabía que votaría por el precandidato presidencial por Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta. “Soy de Moreno. Gracias a Dios hoy tengo trabajo como albañil y me alcanza para mí solo. Vine a agradecer”, dijo el hombre de 67 años.
Minutos antes del inicio de la misa, en la esquina de Cuzco y la avenida Rivadavia se habían concentrado distintas agrupaciones sociales como Barrios de Pie, La Dignidad, el Movimiento Evita y la Corriente Clasista y Combativa. De acuerdo a una mujer que pidió reservar su identidad, está fue la razón por la que este año “había menos gente que años anteriores”. “Nunca antes habían cortado la calle los piqueteros como hoy, entonces la gente no pudo llegar”, señaló.
El conflicto jujeño también se hizo presente en este San Cayetano en Liniers. Una columna de agrupaciones indígenas pedían por la nulidad de la reforma constitucional impulsada por el gobernador de l provincia, Gerardo Morales.
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