Pesa 130 kilos: el emocionante regreso al mar de una tortuga gigante que había sido hallada casi sin signos vitales
Se trata de un ejemplar de la especie cabezona, que se encuentra en estado de conservación vulnerable; el animal estuvo en tratamiento y rehabilitación durante tres semanas
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La vecina Natalia Nicolás hacía su caminata matutina por la playa de Las Toninas el pasado 30 de octubre cuando divisó a lo lejos un gran bulto negro sobre la arena. Al acercarse, notó que se trataba de una tortuga gigante. No se movía, ni siquiera reaccionaba cuando la mojaban con agua. Solo abría los ojos por momentos.
El animal, un macho adulto de 130 kilos y más de un metro de longitud, era una tortuga cabezona, una especie que se encuentra en estado de conservación vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Me desesperé porque vi que estaba lastimada y necesitaba ayuda. Por mi actividad en redes sociales, empecé a hacer videos pidiendo ayuda y decidí permanecer con la tortuga hasta quedarme tranquila de que quedara en buenas manos”, contó la mujer, de 46 años, luego de que dos empleados de la Fundación Mundo Marino, junto con vecinos de la zona, movilizaran al animal hasta una camioneta de la institución. Se trata del reptil de mayores dimensiones rescatado por esta fundación.
La tortuga fue llevada a las instalaciones de Mundo Marino, en San Clemente de Tuyú, donde fue sometida a estudios y a una serie de tratamientos médicos. Luego de tres semanas, fue liberada el miércoles último nuevamente a su hábitat, en un evento del que participaron Natalia Nicolás, decenas de otros vecinos y miembros de la fundación, que observaron con emoción cómo el animal caminaba hacia el mar y luego se alejaba de la orilla nadando, hasta desaparecer por completo de la vista.
“Por nuestra experiencia, cuando una tortuga marina aparece varada en la playa, ya nos indica que ese animal atraviesa algún cuadro patológico. Sobre todo cuando se trata de un macho, como fue este caso, dado que los machos una vez que nacen e ingresan al mar, no vuelven a salir. Distinto es el caso de las hembras, que siempre vuelven a desovar en la playa en la que nacieron”, explica a LA NACION Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino.
La tortuga ingresó a la fundación con un cuadro de debilidad generalizada, casi sin signos vitales, informaron desde su equipo. “No se alimentó por sus propios medios por varios días hasta que, transcurrido un período del tratamiento, comenzó a hacerlo”, detalla Loureiro. Admite, a la vez, que es difícil determinar por qué la tortuga había dejado de comer. Sin embargo, afirma, “no caben dudas de que el animal ingresó con un cuadro que, de no recibir una asistencia adecuada, impediría que lograra sobrevivir”.
El estado de vulnerabilidad general de las tortugas cabezonas se debe en parte a la pesca incidental, es decir, cuando los animales como este se quedan atrapados en redes de pesca por arrastre, destacan desde la Fundación Mundo Marino. “Como tienen respiración pulmonar, si quedan atrapados en alguna red de pesca, pueden ahogarse o sufrir un síndrome de descompresión por cambios bruscos en la presión del agua”, sostienen. También las afecta la contaminación del agua, especialmente la presencia de plásticos en el agua, que en algunos casos consumen por error.
El tratamiento
La tortuga ingresó a las instalaciones de Mundo Marino sin capacidad de reacción frente a estímulos y con una herida en su caparazón ya cicatrizada. “Como presumimos que llevaba un tiempo sin alimentarse, primero procedimos a hidratarlo por vía subcutánea con soluciones glucosadas y sales. Luego, una vez estabilizado, le tomamos una muestra de sangre que, aunque mostró parámetros sanguíneos normales, evidenció un bajo nivel de glucosa y proteínas. Esos datos nos confirmaron que el animal no se estaba alimentando”, detalló Juana Caferri, médica veterinaria de la Fundación Mundo Marino.
Como tratamiento de soporte general, se le administraron antibióticos y antiinflamatorios. Una vez transcurridos los diez primeros días de rehabilitación, el animal comenzó a comer por sus propios medios mostrando “una buena actitud alimenticia y comportamental”, así como una natación adecuada, y recibió el alta médico veterinaria.
La tortuga fue liberada el miércoles último, tres semanas después del rescate.
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