
Punto débil: cómo montar un show del Indio, el problema de siempre
Anteayer no fue la primera vez que la organización se vio desbordada por la convocatoria; la misma productora había organizado el recital de La Renga de 2011 donde murió un joven
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"Las entradas no se agotan." La frase deslizada por la productora responsable del recital, y diseminada a través de las redes sociales por periodistas y seguidores de Solari un día antes del show, hoy se extiende como una prueba irrefutable para quienes señalan la sobreventa de entradas y la saturación de público en La Colmena como causas directas de la tragedia de Olavarría. "El sold out para mi público no existe, van igual", le había dicho el músico a Mario Pergolini durante la entrevista que formó parte del documental Tsunami, un océano de gente, estrenado el año pasado por Vorterix.
Desde que Solari se desvinculó de sus ex socios en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en 2001, cómo y dónde organizar un concierto para las masas que lo siguen "adonde vaya" ha sido el talón de Aquiles de su producción. Le llevó cuatro años reemplazar la estructura organizativa, que en tiempos de los Redondos comandaba Carmen Castro ("la negra Poli") y poder montar su primer show solista, en 2005, con su producción. En aquella oportunidad fueron dos fechas en el Estadio Único de La Plata, para un total de 100.000 personas. Solari dejó pasar tres años más para volver a subir a un escenario, esta vez en Jesús María, Córdoba. "Yo vengo contando en estos días que estoy medio retirado en un sentido, no artísticamente, pero sí como productor, porque hoy en día para las producciones independientes está cada vez más difícil", aseguró en 2008.
Desde entonces, Carlos Solari confió la organización de sus recitales a Chacal Producciones, una productora "de espectáculos musicales y teatrales" dirigida por los hermanos Matías y Marcos Peuscovich, que en 2011 fueron demandados civilmente por la familia de Miguel Ramírez, el joven que murió víctima del impacto de una bengala durante un recital de La Renga en La Plata, por ser los "encargados de organizar el show".

De allí en más, la sociedad Solari-En Vivo S.A. (nuevo nombre que adopta Chacal Producciones) realizó catorce conciertos en nueve años, en provincias como Salta, San Luis, Mendoza y Entre Ríos, y en ciudades como Junín y, especialmente, Tandil, de donde son oriundos los productores y donde Solari llevó su música en 2008, 2010, 2011 y 2016. En el predio del hipódromo, el músico parecía haber encontrado el lugar ideal para sus "misas", mucho más teniendo en cuenta los shows en San Martín de Mendoza en 2013 y en Gualeguaychú en 2014, cuando las deficiencias de la producción para contener a la multitud (150.000 y 180.000 personas, respectivamente) se hicieron más que evidentes: la falta de control en los ingresos, sumada a espacios abiertos que nunca habían sido utilizados para este tipo de eventos, dejó una vez más a miles de fanáticos desamparados.
Sin la posibilidad de volver a Tandil (en noviembre de 2016 la nueva licenciataria del hipódromo se negó a alquilarle el predio debido a que la última vez "el club quedó destrozado", según señaló su responsable), Olavarría apareció este año en el horizonte de Solari para los que muchos imaginaron, una vez que el músico develó que sufría mal de Parkinson, como su último concierto.
Según había informado En Vivo S.A. en días previos a este recital donde "las entradas no se agotan" (el predio estaba habilitado para 155.000 personas), se dispusieron 900 policías provinciales, 400 contratados por la productora, entre 1300 y 1500 personas de seguridad privada, 100 trabajadores de la salud y 18 ambulancias. Hoy parecen números insuficientes. Se estima que la recaudación pudo llegar a los 10 millones de dólares, aunque resta saber qué parte de esos ingresos fue destinada a la seguridad y los servicios.




