Rubén Beraja ahora cuida sus plantas y evalúa nuevos negocios
Sus amigos dicen que está interesado en emprendimientos mineros y ganaderos
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-¿Doctor Beraja? -¿Sí?
-Le hablo del diario La Nación . Queremos tener una entrevista con usted...
-¿Y por qué tanto interés en mí con todas las noticias que hay?
-Bueno, nos gustaría saber en qué está trabajando, qué fue de su vida y de qué se ocupa después de la debacle del Banco Mayo.
-Por ahora no voy a hablar. No es tiempo.
-¿Por qué?
-Porque no. Todavía no.
-Entonces tendremos que hablar con sus amigos para reconstruir los últimos meses de su vida, desde que el Central lo sacó de circulación.
-(Se ríe) Hágalo. Le van a decir que sigo trabajando.
Y es verdad. La Nación se puso en contacto con un íntimo amigo de Rubén Beraja para saber dónde podía ubicarlo. "Llámelo a su oficina", dijo. ¿Cuál? "La de siempre". Entonces la cronista marcó el número de la presidencia del que fue el Banco Mayo y allí se produjo el diálogo con que comienza esta nota.
La secretaria ya no dice "Presidencia"; un simple "hola" reemplazó la larga frase con que atendían hace tan sólo cinco meses un puñado de colaboradores de quien por casi siete años fue el titular de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), el hombre fuerte de la comunidad judía en la Argentina.
Beraja no da reportajes. No quiere hablar. Dice que no es tiempo. Su abogada, Marta Nercellas, también prefiere el perfil bajo y sólo explica que la causa judicial que se sustancia por la liquidación del Mayo está en Cámara porque Adolfo Bagnasco, juez a cargo, se negó a unir todos los expedientes que involucran a ese banco, al Patricios y al Central.
El hombre, según dicen los amigos, sigue haciendo su vida normal. Es austero, no va a fiestas, no frecuenta ambientes donde quede expuesto y se dedica a cuidar las plantas del jardín de su casa del country Highland, el mismo donde el ministro del Interior, Carlos Corach, pasa sus fines de semana.
Las mismas fuentes dicen que es un experto en botánica y que regar, injertar, plantar y curar las heridas de ciertos árboles, le dieron la tranquilidad de espíritu como para seguir después del desastre. Eso, y el temple de su mujer, Raquel Bigio.
Pero Beraja, además, es religioso. Un profundo creyente, ortodoxo, que frecuenta el templo. "Eso lo salvó", dicen las voces fieles, las gargantas que suelen discutir el "caso Beraja" en su departamento de Barrio Norte.
Claro que este perfil bajo es sólo para la prensa. Quien fue el referente de la comunidad judía, quien tenía a su cargo dialogar con el Gobierno, ese hombre a quien la angustia le consumió más de 10 kilos, sigue presidiendo la Universidad Barilán, el Congreso Judío Latinoamericano, es vicepresidente del Congreso Judío Mundial, está al frente del canal de TV Aleph Network, del Banco Mayo residual, y aún aparece como querellante en las causas por los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA.
Además, siempre según sus allegados, Beraja está escuchando ofertas para comenzar otros emprendimientos que van desde la minería hasta los negocios inmobiliarios y ganaderos.
Las armas secretas
Pero su sombra es y será, por bastante tiempo, Pedro Pou, el actual titular del Banco Central.
Las fuentes consultadas fueron elocuentes cuando se les preguntó por la relación que estos hombres mantuvieron durante los últimos años. "Fíjese la cantidad de kilos que bajó Rubén y se va a dar cuenta: nosotros le decimos "la dieta Pou"".
Pocas negociaciones, reconocen los protagonistas, fueron tan traumáticas como las que derivaron en la liquidación del banco. Pou nunca desmintió una frase que se le adjudicó ya por los días en que el Banco Patricios, de los Spolsky, cayó en desgracia.
"No quiero bancos étnicos", aseguran que dijo. Y al Patricios lo siguió el Mayo. Un protagonista, que para los berajistas no es ocasional, lo anunció en uno de los almuerzos de Mirtha Legrand. Fue el 20 de agosto de 1998. Sentado a la diestra de la diva, Guillermo Patricio Kelly vaticinó un próximo crac bancario y nombró al banco que presidía Beraja.
Por eso, en la intimidad, Beraja habla de un complot, de operaciones políticas, de un tufillo antisemita y no se baja de sus trece: para él, la gestión frente a la DAIA fue una de las mejores de la historia.
-¿Y los abucheos del acto de 1997, cuando subió al palco?
-Fueron fabricados.
Y la fuente se explaya. "A Beraja lo paró un día en la calle un argentino, judío, pero que no estaba radicado acá. Y le dijo: "Te están preparando un golpe"". Según este vocero, que como los demás consultados rogaron no ser identificados, el hombre le adelantó que cuando subiera al palco, un grupo de gente iba a darle la espalda e intentaría retirarse, cosa que no pudieron hacer porque el fuerte dispositivo policial lo impidió. ¿Quién era el topo que avisaba? ¿A quién acusaba? La fuente responsabiliza a un partido político muy fuerte dentro de la comunidad.
-¿Y no le avisaron que los representantes del Gobierno también serían insultados?
-No. Esa parte no se la contaron.
Extraño. Y curioso al mismo tiempo. Esa misma tarde Beraja fue a la Casa de Gobierno, invitado por Corach, y, según las crónicas de la época, salió pidiendo disculpas.
"Es mentira. Beraja dijo que algunas personas habían insultado la investidura y que eso estaba mal."
-¿Y qué pasó después?
-Siguió el complot.
La fuente es austera, sólo bebe un café, y explica. "Nunca tuvo vinculación con el Gobierno, ni siquiera con Corach, con quien se lleva mal. ¿Que lo acusaron de complacencia, dice? Es un político. Es verdad que entregó las pruebas del proyecto Testimonio al Poder Ejecutivo, pero tenía un sentido: quería que el Gobierno se hiciera cargo de lo que había sido el nazismo en la Argentina."
Un modo poco ortodoxo, según sus detractores de la comunidad, en especial de sus enemigos conjurados de siempre: el Partido Avodá (laborismo, en hebreo).
Justamente a un hombre de ese partido no le tiembla la voz al decir que un banquero no puede ser titular de la DAIA al mismo tiempo y que la institución estuvo a punto de fracturarse por su culpa. "Estamos mejor sin él", fue la frase. Y agregó: "Beraja habla de complot. ¿Se olvida de que mandó una delegación de la DAIA para que hablara con Corach con el objeto de impedir que el Mayo cayera?"
-Respóndame, yo no lo sé.
-Sí, parece que se olvida. Tampoco parece recordar que prometió dar los nombres de los funcionarios responsables de poner trabas en la investigación de los atentados en el acto de 1997 y quedó tecleando.
Un amigo del banquero sale en su defensa. "Ya se había cargado a la policía bonaerense, los había denunciado. ¿Qué pretendían?", se pregunta, indignado.
¿Víctima de un complot? ¿Demasiado poder acumulado en poco tiempo? ¿Centro de las envidias comunitarias? "Es un personaje muy raro, que siempre cae parado", comentan sus detractores, y cuentan rumores sobre nuevos negocios y emprendimientos que La Nación no pudo confirmar... todavía.
-Doctor Beraja, antes de que me corte, le quiero hacer una pregunta.
-La última.
-Bien. ¿Cuál es la vinculación del Banco Mayo con la off shore Mayflower?
-No tienen nada que ver. En algún momento tuve una participación accionaria, pero luego me desvinculé. Y Mayflower no era una off shore . Era una entidad bancaria.
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