
Tragedia de Avellaneda: tres años sin culpables
Paradoja: también ayer se celebró el Día de la Conciencia Ambiental; el empresario sospechoso de haber arrojado ácidos letales en las cloacas fue sobreseído.
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Paradójicamente al conmemorarse ayer el Día Nacional de la Conciencia Ambiental, se cumplieron también tres años de la tragedia de Avellaneda, donde siete personas fallecieron al inhalar gas cianhídrico. Justamente, el sospechoso de haber arrojado los ácidos letales a las cloacas, fue sobreseído y la causa está cerrada en forma provisional.
Parece que no bastaron las muertes fulminantes de Manuel Nuin (79), su esposa María Angélica (80), su hijo Horacio (43) y su esposa Josefina; de la doctora Viviana Otero (37), que llegó para socorrerlos, y de Roberto Barlezco (32) y Orlando Cáceres (30), chofer y camillero de la ambulancia.
Actualmente algunos empresarios continúan contaminando el medio ambiente, tal como se comprobó en el reciente caso del entierro y derrame de basura tóxica en la isla y río Talavera, en las cercanías de una escuela y un jardín de infantes del Delta del Paraná.
Tal vez los hechos, aunque con obvias diferencias, se repiten porque no hubo control previo ni castigo final.
El empresario de Avellaneda fue sobreseído provisionalmente por la Cámara de Apelaciones en lo Penal y Correccional y ahora está en libertad.
El juez Eduardo Roberts lo había imputado de homicidio por dolo eventual, una suerte de mitad de camino entre el culposo y el homicidio simple; no tuvo intención de matar pero era obvio que en esas condiciones iba a ocurrir, eso significaba la condena del detenido.
Pero la Cámara, con sus propios argumentos, dio lugar al pedido de la defensa. Aquel día, el gas letal salió por las rejillas de la casa familiar proveniente de un depósito situado en Ceballos 470; el responsable, Juan Ernesto García, había volcado en la red cloacal domiciliaria sus residuos industriales.
García no era el único. Muchas industrias de la zona volcaban, y es posible que lo sigan haciendo, los ácidos vivos, sin previa neutralización, en la rápida corriente cloacal, sólo porque es más barato.
El 27 de septiembre de 1993 convergieron en las aguas subterráneas cianuro y sulfuro, fruto de diferentes procesos de producción; la reacción química no tardó y ganó la superficie. La casa de los Nuin se transformó en una cámara de gas letal.
Ciudad jaqueada
Avellaneda, según vecinos y especialistas en la defensa del medio ambiente, sigue siendo una ciudad jaqueada por la contaminación, que corre bajo tierra o se respira con un aire cargado de partículas sólidas (por ejemplo cereales) y un alto índice de óxido de azufre. La polución también llega con el agua del Riachuelo, en el que convergen arroyos que traen, a su vez, los desechos industriales que arrojan en distritos vecinos. El peligro sigue en cierne.
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