Tras el caso de San Isidro: cuáles son los protocolos de los centros de fertilidad asistida para evitar errores
Especialistas consultados por LA NACIÓN señalaron que la clave es la correcta rotulación de los embriones; en la Argentina, hay 144 clínicas habilitadas para realizar este tipo de tratamiento
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Tras el caso que ayer LA NACIÓN publicó sobre una mujer a la que en un centro de medicina reproductiva de San Isidro se le implantó, por error, un embrión que no era el suyo en un tratamiento de fertilización in vitro, surge un interrogante: ¿cuál es el protocolo que se debe seguir para evitar que ocurran este tipo de situaciones?
“Toda clínica que trabaje con embriones tiene que tener, más que protocolos, criterios de seguridad. Teóricamente no debería haber ningún riesgo, pero siempre pueden existir las fallas humanas”, dijo a LA NACIÓN Edgardo Young, profesor de Ginecología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), director médico de IFER, Instituto de Ginecología y Fertilidad, y miembro de la Academia Nacional de Medicina.
Young explicó que el procedimiento habitual contempla colocar los óvulos en contacto con los espermatozoides en el laboratorio para formar los embriones e introducirlos en unas cápsulas perfectamente rotuladas dentro de una incubadora. “No debería haber ningún error. Cuando se produce uno, es humano, no de laboratorio, y en realidad es excepcional”, indicó.
Ante la pregunta sobre si existe una guía estandarizada que sigan los centros médicos de este tipo, el especialista afirmó que “el único protocolo es tener a los embriones bien identificados”.
Fernando Neuspiller, ginecólogo y presidente de la clínica de fertilidad WeFIV, dijo a LA NACIÓN: “Todas las clínicas de fertilidad tienen que tener protocolos de trazabilidad. Cada cual lo hace a su manera, pero en general todas coinciden en la manera de hacerlo: en cada etapa del proceso se le pide a la paciente su nombre, apellido y número de DNI para corroborar que es ella. Cuando entran a quirófano se vuelve a corroborar y así en cada paso. Además, cada óvulo que se va a transformar en un embrión tiene un número único, por lo cual es bastante difícil no poder chequear y trazar esa información. Además, toda la gestión de un embriólogo es chequeada por un segundo embriólogo”.
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Matías Colabianchi, ginecólogo especialista en medicina reproductiva, dijo que, como en todo proceso médico, hay muchos factores que intervienen. “No hay un estándar a seguir, sino que el protocolo de seguridad depende de cómo cada centro decida llevarlo adelante y del tamaño que tenga”, sostuvo.
Por ejemplo, en el Instituto de Fertilidad Asistida Dr. Julio Colabianchi, donde se desempeña como director médico, como es un “centro boutique” –pequeño– los embriólogos y los médicos son quienes llevan adelante los controles de calidad. “Se realizan estrictos etiquetamientos y otros controles más personalizados como un constante nombramiento de los pacientes para que todos nos quedemos tranquilos. Los embriólogos también tienen lo que se llama ‘protocolos testigo´, que significa que son dos profesionales los que lo hacen : uno que analiza, evalúa, mira y certifica nombre, apellido y todo, y otro que va y hace lo mismo nuevamente”, explicó.
Sin embargo, señaló que, si bien no debería haber errores bajo ninguna circunstancia, se trata de seres humanos y no de máquinas: “Por eso, siempre hay que reforzar los controles y nunca saltearse ni un solo paso. Los pacientes deberían tener cada vez más información”, agregó.
“El trabajo en equipo y conocer a los pacientes es lo que más ayuda y lo que hay que recalcar. Esa es la clave fundamental”, finalizó.
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Ley
De acuerdo al Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino, existen en el país 144 establecimientos de salud habilitados para prestar el servicio de fertilización asistida.
Todos ellos se rigen por la ley N°26.862, que establece que toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita e igualitaria a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo.
Según Young, en IFER tienen cerca de 4000 embriones congelados que pueden estar allí por un período indeterminado, ya que mientras estén en nitrógeno líquido, que es el elemento refrigerante, no hay un límite de tiempo. “El gran problema que tenemos es que no se ha legislado qué hacer con los embriones sin destino. Por ejemplo, un matrimonio tuvo cuatro embriones, se le colocaron dos y se congelaron dos. De los dos que se colocaron, la mujer tuvo un bebé y nos dice que no quiere a los otros dos congelados. Entonces, como nosotros no desechamos embriones, se criopreservan. Es el caso de la mayoría. Hay un agujero enorme en la ley”, dijo.
La pareja protagonista del caso que publicó LA NACIÓN tramitó una denuncia por los presuntos delitos de supresión de identidad, estafa y lesiones en una fiscalía correccional de San Isidro, pero la Justicia llegó a la conclusión de que habría existido un error en el tratamiento médico; sin dolo, es decir, sin configurarse los delitos denunciados. La fiscalía, entonces, desestimó el caso, pero dio intervención al fuero de familia y al asesor de menores e incapaces, informaron fuentes judiciales.
En tanto, Vadim Mischanchuk, el abogado del centro de fertilidad donde se produjo el caso, había dicho: “Nos pusimos a disposición de la Policía y la Justicia. Cuidando tanto a la familia que tuvo al bebé como al resto de las personas involucradas, se tomaron las medidas que consideramos necesarias”. En cuanto a la falla del instituto, había afirmado que no pudieron precisar dónde estuvo: “Se repasó el protocolo una y cien veces y no se encontró dónde se pudo haber producido esta situación”.
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