Facebook: los hitos más importantes de sus diez años
Cómo fue su evolución, desde su nacimiento universitario, un 4 de febrero de 2004, a los 1230 millones de usuarios que tiene una década más tarde
¿Cuál es la diferencia entre ser popular y ser reconocido? ¿Pueden ir de la mano? Hace unos años, mientras observaba a un ecléctico grupo de japoneses vestidos de kimono y tocando canciones cumbieras, un experto musical me contaba la diferencia: "ser famoso es que los fanáticos compren tus discos. Ser popular es que te conozcan desde el niño de 5 años hasta la abuelita de 99".
Facebook cumple hoy 10 años, pero como el tiempo es relativo en Internet, sentimos que ya lo conocemos de toda la vida. Esta red social logró convertirse en un ícono popular en el momento en que la sociedad la adoptó como el principal método para sus relaciones personales y globalizar lo que antes teníamos limitado por regiones o idiomas. Por eso pensamos dar un paseo por su década de vida.
El nacimiento de "La Red Social"
Hoy martes 4 de febrero, la red social Facebook cumple 10 años online. El mismo día de 2004, un estudiante de Harvard de 20 años de nombre Mark Zuckerberg oprimía "Enter" y ponía online la red social.
El nacimiento de Facebook respeta la receta del típico del Sueño Americano: cuatro estudiantes universitarios rechazados por las chicas, conocimientos tecnológicos e ideas innovadoras, y por supuesto, una pizca de polémica y espionaje.
En principio, los conocimientos de Zuckerberg y sus antecedentes informáticos dentro y fuera de Harvard lo avalaban para que tanto su amigo y compañero de habitación Eduardo Saverin invirtieran algo de sus ahorros para el proyecto, como para que Chris Hughes y Dustin Moskovitz lo apoyaran y se convirtieran en co-fundadores.
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Este equipo puso online la primera versión de la red social, la cual sólo estaba disponible para estudiantes de algunas universidades, algo que ayudó a medir el impacto global del negocio que significaría en el futuro, ya que los mismos usuarios de la red comenzaron a enviar solicitudes de amistad hacia otras universidades a medida que se agregaban.
Pero este aire de logro universitario y negocio en crecimiento duró muy poco tiempo, ya que la entrada de Sean Parker (co-fundador de Napster) significó un cimbronazo tanto para la relación entre Zuckerberg y Saverin, como para el proyecto, que en cuestión de meses se transformó de una inversión estudiantil de miles de dólares a un negocio empresarial multimillonario.
Primeros problemas
Tanto el éxito arrasador como los distintos hitos de la historia de Facebook, no podrían haber sido logrados con tanta intensidad de no haber sido por la personalidad de Zuckerberg, un muchacho nacido en el difuso límite entre el ocaso de la Generación X y los primeros Millennials, y que mostró una faceta oscura y paranoica, similar a la de otros exitosos emprendedores tecnológicos: desde la polémica por el plagio de la idea original hasta el salto al profesionalismo, en menos de dos años las turbulencias se sucedieron una tras otra.
En la génesis de su creación, Mark Zuckerberg recibe una propuesta para desarrollar una red social interna para la Universidad de Harvard de parte de los hermanos Winklevoss, unos millonarios mellizos emprendedores que veían en su idea un éxito económico. Mark acepta el trabajo pero al volver a su habitación universitaria comprende que la idea, con algunos retoques y mejor proyección, sería un éxito rotundo, por lo que decide tomar la idea como propia y desarrollarla mientras dilataba las reuniones de trabajo con los Winklevoss. Esto llevó a una demanda, que se resolvió en 2008 con una indemnización de US$ 65 millones a los Winklevoss ( aunque luego volvieron, sin éxito, a la Justicia ).
También hubo cortocircuitos con su amigo, socio e inversor, Eduardo Saverin , quien confiaba ciegamente en Zuckerberg y nunca dudó en destinar dinero y una cuenta bancaria para pagar servidores y recursos sin plazo cercano. Saverin también demandó a Zuckerberg años después por obligarlo a firmar su desvinculación de la empresa (poseía el 34% de Facebook). El fallo exigió restituirle el 7% de la propiedad de la red social, un valor que a 2011 era de US$ 2480 millones.
Crecimiento sin fin
Más allá de las polémicas, entre 2004 y 2006 la red social creció a buen ritmo pero sin destacarse demasiado de otros proyectos tecnológicos de la época, y lejos de acercarse a gigantes como Microsoft, Google o Apple.
En septiembre de 2006 Facebook anunció que se abriría a todo el mundo, recibiendo críticas de los selectos miembros universitarios, pero logrando así una penetración global impensada para cualquier analista de negocios. Empujado por su arribo a India en 2006, las polémicas inversiones de 2007 y la traducción al español por un equipo de voluntarios entre 2007 y 2008, logró romper entonces el techo de los 100 millones de usuarios.
La inversión de US$ 240 millones por parte de Microsoft a fines de 2007 , para adquirir el 1,6% de la empresa, le significó a Facebook una valoración financiera de US$ 15 mil millones y la confirmación, para la industria tecnológica, que Facebook se trataba de algo a tener en cuenta.
Pocos meses después, el fondo de inversión Greylock Venture Capital inyectó US$ 27,5 millones de capital, algo que habría pasado desapercibido de no ser porque uno de los socios de Greylock era Howard Cox, principal vínculo de la empresa con la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadounidense) y ex funcionario de la Secretaría de Defensa. Esta noticia comenzó a consolidar los rumores sobre la violación de la privacidad que provocaba Facebook y el interés del gobierno (ya como inversor y parte de la red social) en esta tentadora herramienta de control de cualquier ciudadano alrededor del mundo.
El impacto de la inversión y el vínculo de la CIA alimentaron dos grandes especulaciones hasta hoy no aclaradas: "Beacon", un Facebook paralelo utilizado por la CIA para controlar los perfiles de usuario, incluso los dados de baja, y la teoría de que Mark Zuckerberg habría recibido este dinero amenazado por la Central de Inteligencia para que les permita su utilización gubernamental.
En julio de 2009 alcanzó los 250 millones de usuarios registrados. En septiembre, 300 millones; dos meses después crecía a razón de 1 millón de usuarios por día. Dos años después, en 2011, registraba 800 millones de usuarios a nivel mundial, rompiendo la barrera de los mil millones un año después.
En 2012, finalmente, comenzó a cotizar en la Bolsa : ganó 16.000 millones de dólares en una oferta pública de acciones en la que abundaron las quejas por la circulación de información privilegiada. Ese año también se quedó con Instagram .
Actualidad y futuro
Actualmente, según su último informe financiero publicado en enero último, su comunidad alcanza los 1230 millones de usuarios activos, de los cuales 945 millones son usuarios móviles; en la Argentina tiene 22 millones de usuarios registrados, de los cuales 8 millones acceden al sitio desde un dispositivo móvil; nuestro país, además, registra una de las tasas más altas de uso desde una PC en todo el mundo .
Pero ¿por qué tanto especialistas como influenciadores tecnológicos vaticinan la caída de este imperio digital en los próximos años? Se han escrito miles de párrafos en los últimos años sobre la decadencia de Facebook, la migración de los usuarios a otras plataformas por miedo a su privacidad, aburrimiento, saturación e incluso, para curarse de la adicción a la red.
Pero es poca la certeza y los argumentos que se esgrimen para deparar el futuro de una plataforma que, tanto como sus pares dentro del ámbito tecnológico, posee la capacidad y el poder económico para adaptarse a cualquier cambio de su gigantesca comunidad. Lo ha demostrado con compras furtivas de herramientas sociales complementarias por miles de millones de dólares, que terminaron fusionadas (o esterilizadas) dentro de la red.
Quizás la teoría más concreta sobre el futuro de la red social la definió Karsten Gerloff, presidente de la Fundación de Software Libre de Europa (FSFE), quien pronosticó el año pasado que la red social moriría en 2016. Su argumento está basado en que tanto Facebook como empresas similares "toman a los usuarios como un producto que vender a sus verdaderos clientes: empresas y servicios secretos". Esta conclusión la definió en una frase contundente: "Facebook define quiénes somos. Amazon establece lo que queremos y Google determina lo que pensamos".
Y Facebook confirmó, sin proponérselo, la teoría del antropólogo Robin Dunbar, conocida como "El número de Dunbar", que establece el límite cognitivo de individuos con los cuales podemos mantener una relación estable: 150, un número que por mucho tiempo fue el promedio de amigos que tenía cualquier usuario de la red. El problema es que esta facilidad para estar al tanto de tantos eventos sociales empujó el número hacia adelante, provocando una alteración cognitiva en lo que sucede o podemos prestarle atención a nuestro alrededor. Lo bueno es que podemos saludar a más gente; lo malo, que muchas veces preferimos hacerlo en vez de ir a verlos personalmente.
La interacción social a través de internet no tiene fecha de vencimiento, ya que no es producto de una sola herramienta o empresa sino una evolución lógica de la misma red. Así como en sus orígenes sólo era utilizada por organismos del estado o expertos, para luego convertirse en plataforma de contenidos, la Internet social es un paso más en esta evolución. Será Facebook o será cualquier otra plataforma tentadora que nos permita interactuar, pero el futuro nos encontrará en la misma Internet, un poco más madura, pero tan global e inabarcable como hoy.
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