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“Buenos días. ¡Todo es maravilloso cuando tenemos gente especial alrededor!”, dice el mensaje escrito sobre un fondo rosa, rodeado de flores.
Detrás de esta imagen sin pretensiones, tan común en cualquier grupo familiar de WhatsApp, se encuentra una industria de empresas y profesionales de la comunicación que compiten por cada clic.
Es un fenómeno que no conoce fronteras ni idiomas. Que se repite cada día en los países hispanohablantes, al igual que en los de habla portuguesa.
Ricardo Oliveira, un empresario brasileño que dirige una red de sitios de imágenes que llegan a miles de personas diariamente, ni siquiera sabe un número exacto de su alcance.
La producción, sin embargo, es intensa.
Junto a Oliveira, su pequeño equipo participa en la concepción, producción y publicación de imágenes de “buenos días”, “buenas noches”, mensajes de optimismo y hasta mensajes religiosos.
Sus páginas web son las que aparecen cuando alguien en Google busca “mensajes de buenos días”.
Cada día, publican decenas de imágenes y frases que los usuarios de internet pueden copiar o compartir directamente a una cuenta de WhatsApp en unos cuantos clics.
Lo que su empresa obtiene es un número de visitantes -varios millones al mes- en cada uno de sus cinco sitios de internet.
Y precisamente este volumen de visitas es el que genera ganancias, pues los anuncios colocados en los espacios publicitarios de las páginas son la fuente de ingresos de la empresa.
“Al estar en el entorno digital, es más probable que estemos distraídos. Y las empresas que se anuncian, con publicidad en internet, aprovechan esta distracción para vendernos cosas”, explica Maria Augusta Ribeiro, una especialista en netnografía (el estudio de comportamiento en redes sociales).
Cuando arrancó la empresa de Oliveira hace 13 años, también ganaba dinero con los anuncios, pero su contenido era producido para blogs.
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Hace 8 años cambió el enfoque y comenzó a producir mensajes que se podían compartir principalmente en Facebook. Pero en la actualidad, WhatsApp es la plataforma estrella.
“Mi vida ha mejorado mucho gracias a internet y los negocios que pude crear”, dice el empresario, que prefiere no detallar el monto de sus ingresos.
Diversión de un jubilado
Una vez en los grupos de WhatsApp, es imposible conocer el alcance de una colorida imagen con un mensaje positivo.
Pero los creadores de contenido dicen que no es raro que un contacto les haga llegar, sin saberlo, la imagen que idearon.
“En las vacaciones, sucede más a menudo, cuando una tía mía envía un mensaje diciendo buenos días. Yo bromeo preguntando si saben que me están enviando algo que yo hice”, dice Oliveira.
El negocio, sin embargo, no es tan exclusivo.
Eliete de Araujo, la fundadora de un sitio llamado Megafrases, entró al negocio por simple pasatiempo.
Siendo una jubilada, le pidió ayuda su hijo para “llevar alegría” a sus amigos del condominio en el que vive.
“Siempre me gustó este tipo de mensajes, pero había algunos sitios en los que no me gustaban las imágenes que usaban”, explica Eliete, que financia su página con la publicidad.
“Estoy impresionada por el poder de internet. Hoy me siento satisfecha sintiéndome útil después de mi jubilación”, señala.
El alcance de los mensajes positivos
Si existe la percepción de que las mujeres mayores comparten más este tipo de contenidos, en el caso de los sitios de Oliveira sus principales visitantes son un poco más jóvenes: de 25 a 35 años.
“Son quienes buscan, los que saben llegar al contenido. Pero una vez en WhatsApp, a los mayores les gusta compartir más”, señala el empresario.
Una proyección interna dice que por cada 20 personas que visitan el sitio,1 descarga o comparte una imagen. Y esa imagen se reenvía, en promedio, a 10 personas en WhatsApp.
Es decir, en un sitio que tuviera unos 5 millones de visitantes al mes, su contenido llegaría a unos 250.000 usuarios de esa plataforma.
Maria Augusta Ribeiro, que desarrolla trabajos para marcas sobre comportamiento digital, destaca que durante la pandemia los mensajes de optimismo se han vuelto aún más virales, con temas que van desde la salud mental hasta el amor.
“Si te sonrío en persona, inmediatamente me devuelves la sonrisa. Y ese es el disparador más simple para entender lo digital”, explica.
“El medio se aprovecha de esto, de estas conexiones de amor, para involucrarnos”.
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