La Bamba honra la tradición
En San Antonio de Areco, una estancia de película donde se filmó Camila
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Cada uno elige el bahamba que necesita, es decir, su lugar de reposo, según se traduce en celta. Puede estar en la ciudad, en la montaña o en el campo, como esta estancia de San Antonio de Areco, cuna de Don Segundo Sombra, a la cual sus dueños originales decidieron denominarla con ese curioso nombre.
El origen del casco se remonta a 1830, cuando la estancia fue posta del entonces llamado Camino Real, que unía Buenos Aires con el norte del país. Las familias Castex y Duggan fueron las primeras propietarias, y con el tiempo la H desapareció del nombre y la estancia pasó a llamarse La Bamba.
El inolvidable Carlos Gardel durmió varias veces en el casco y Manuel Mugica Lainez escribió sobre los imborrables momentos que vivió aquí, tal vez sentado en el living, frente a la chimenea blanca de mármol de Carrara que perteneció a Julio A. Roca. La estancia continuó su romance con las artes cuando María Luisa Bemberg decidió filmar aquí Camila, con Imanol Arias y Susú Pecoraro y más tarde, también, Las Cosas del Querer 2.
Con espíritu pionero
La Bamba está sobre un camino de tierra que hoy une Zárate con San Antonio de Areco, a 8 kilómetros de la ruta 41 y a la altura del kilómetro 110 de la ruta 8. Es la segunda estancia en el país -la primera es Santa Cándida, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos- que abrió sus puertas al turismo.
Ricardo Aldao, cuya familia había comprado la estancia en la década del 40, decidió transformar -allá por 1986- sus asados interminables con amigos en una oportunidad para conocer el enorme patrimonio cultural de La Bamba, declarada lugar de significación histórica por la Municipalidad de San Antonio de Areco el 10 de noviembre de 1970.
En una visita por Francia, Aldao había visitado los castillos que luego de la Segunda Guerra Mundial se habían convertido en hoteles y decidió instrumentar, con sorprendente éxito, ese concepto en nuestro país.
Hoy es una de sus cuatro hijas, Isabel, la que se ha hecho cargo de La Bamba y basta charlar cinco minutos con ella para darse cuenta de que tiene el mismo espíritu emprendedor y hospitalario que rescatan los que conocieron a su padre.
La casa principal, de color rojizo, herencia de cuando era pintada con sangre de vaca y cal, descansa sobre un parque de 16 hectáreas donde se encuentran sabiamente dispuestos cipreses, cedros, araucarias, casuarinas, magnolias, liquidámbares y eucaliptos centenarios, entre otras especies.
Desde la torreta de la casa, de marcado diseño colonial, ya no se advierte la amenaza de los malones sino que se puede admirar el río Areco y los campos sembrados con soja. "Mi abuelo le agregó a la casa los laterales, donde se hicieron más habitaciones, y construyó una casita de huéspedes en la que hoy se puede hospedar una familia entera", explica Isabel Aldao.
"La antigua matera de adobe la convertimos en una sala de juegos y otra habitación la destinamos a una boutique donde tenemos artesanías de los wichis de Formosa, platería criolla y pinturas de Pepe González Guerrico."
Una cómoda de caoba que perteneció a Bernardino Rivadavia y la cama con baldaquín de dosel son los muebles más preciados de la habitación principal, que tiene una pequeña chimenea en un rincón y baño privado.
El resto de las habitaciones llevan los nombres de las tías de Isabel: Magdalena, Elena y Rosita. En total son cinco las habitaciones dobles que hay en la casa principal, con capacidad para once personas. Tres tienen baño privado, mientras que la habitación de la torreta tiene un baño en planta baja.
El comedor principal tiene una mesa para 12 comensales y, según cuenta Isabel, la tradición es que todos los huéspedes de la estancia coman juntos. "Es una tradición que mi padre consideraba sagrada. Es muy lindo ver cómo se relacionan los huéspedes y comparten experiencias. Como tenemos mucho turismo extranjero, pero también del interior y la Capital, la combinación es perfecta", asegura Isabel, madre de cuatro hijos y mujer orquesta.
"En La Bamba queremos que la gente se olvide de sus problemas y se disponga a disfrutar de una cabalgata, un asado o una nueva propuesta, que son los tratamientos antiestrés. Se puede hacer yoga, tai chi, eutonía, reflexología y masoterapia."
Un día de campo en la estancia, con empanadas y vino, asado y té con pastelitos, cuesta 70 pesos por persona. Los menores tienen 50% de descuento. Para pasar un fin de semana con pensión completa, una habitación doble con baño privado cuesta 280 pesos. Los menores de 3 a 12 años, que comparten habitación con sus padres, pagan 75 pesos. Informes por el 02326-456293.
Fin de semana a rienda suelta
- Los paseos a caballo por los alrededores de la estancia son un programa familiar. Adolfo Allende, de Aventuras Argentinas, organiza paseos de medio día o día entero, para descubrir los atractivos de los pagos de Areco. "Cualquier persona puede hacer el paseo. Recorremos caminos vecinales y pasamos junto al río Areco -cuenta Allende, con experiencia en cabalgatas en Mendoza y otros destinos-. Al mediodía ofrecemos un asado o cocinamos con el disco de arado." Se usan caballos de silla argentinos y monturas con pellones. Un programa de medio día con almuerzo cuesta 45 pesos por persona.



