Son las 6 de la tarde en Miraflores y el sol quema el horizonte con su últimos rayos. Las luces de los autos marcan una viborita sobre el asfalto del Circuito de Playas que rodea a Lima. El mar permanece calmo mientras una ambulancia intenta abrirse paso entre los autos que se agolpan para llegar a Callao o San Miguel.
Las bocinas se entre mezclan con el estampido de cada una de las olas al romper en la costa. Los repartidores pedalean a toda velocidad mientras hacen equilibrio con sus mochilas. Los deportistas se refugian en sus casas y los perros en sus cuchas.
Miraflores parece una sede local de la pujante Miami. El verde de sus parques, la prolijidad de sus veredas, la amabilidad de sus vecinos y su coqueto Malecón hacen de esta una "zona de confort" para cualquier turista.
Es el barrio de los restaurantes caros y las casas de diseño donde una prenda de ropa supera los 1200 soles (350 dólares). También es el punto geográfico que las grandes cadenas del mundo eligieron para instalar sus hoteles.
Sin embargo, esa es sólo una foto de Lima. Por fuera de Miraflores, la ciudad se muestra como cualquier otra: el paso apresurado de la gente que debe llegar a sus trabajos, las maniobras peligrosas en cada una de las esquinas de la ciudad y el zumbido de los ómnibus que repiten su recorrido.
Bohemio y colorido
Lima tiene también una localía del Soho porteño a unos 5 kilómetros de Miraflores. Barranco es el lugar que concentra toda la movida artística y cultural de la ciudad. Es el barrio de los cafés con paredes de colores, de las galerías de arte y de los restaurantes premiados.
A sus calles no llegan las noticias del día pero sí las redes sociales: todos los spots de Barranco son instagrameables. Empezando por el café Colonia & Co, en donde los platos color pastel y el arte en la espuma de la leche, lo hacen irresistible al clic de los smartphones.
Si bien Barranco ya no es el balneario en las afueras de Lima que era, aún conserva el aire bohemio y la sensación que todo aquel que camina por sus calles está de vacaciones.
Los artistas se adueñaron de esta parte de la ciudad y lo muestran no sólo con murales y graffitis, sino también con su presencia en algunas de las casonas más coquetas de la zona.
"En Barranco, los artistas hacen residencias en casas que están por ser demolidas o remodeladas. Cuando llega la fecha de la obra, las abandonan", cuenta Laura Cuadros, una joven pintora y dibujante que se convirtió en parte de la generación pujante de Lima.
Tiene alrededor de 30 años, pelo carré y un estilo que se distingue del resto de las limeñas: lleva pantalones tiro alto verde agua y un top lila. Una cartera de acrílico transparente con flores pintadas y una campera plateada.
Barranco también es el punto cero del diseño y la moda en Lima que tiene uno de sus estandartes en Escvdo, una marca de indumentaria que está conquistando las capitales del mundo y tapas de revistas como Vogue.
En el segundo piso de una casona antigua, las hermanas Macchiavelli instalaron un pequeño taller con telares de madera que son manipulados por artesanas locales. Técnicas ancestrales y materiales autóctonos son las claves de la calidad de cada una de las prendas de una de las marcas más exclusivas de la industria peruana.
El recorrido puede continuar por varios lugares más pero no puede esquivar la visita el Museo MATE, del prestigioso fotógrafo de moda Mario Testino.
Todas las imágenes están montadas sobre una obra de arte en sí misma: la casa fue destruida durante la Guerra del Pacífico pero el propio artista mandó a remodelarla. Es una de las únicas viviendas de la zona que conserva la iluminación y la distribución original de su construcción que data del siglo XIX.
"Traer a Lima lo que él veía en el mundo" fue la idea del artista que guardó sus mejores obras para colgar en este espacio. David Beckham, Lady Gaga, Cara Delevigne y hasta Lady Di pueden ser reconocidos a lo largo del recorrido que no dura más de 35 minutos.
Experiencia gastronómica
Pitahaya, lúcuma, tumbo, camu camu, granadas y chirimoyas. Amarillos, verdes, anaranjados y rojos inundan el campo visual de cualquiera que pise el mercado de Surquillo, a 3 kilómetros de Miraflores.
A la izquierda de la entrada, una mujer de unos 50 años emprolija una a una las frutillas y las apila sobre una caja de cartón forrada con papel blanco. A la derecha, otra vestida con un delantal y guantes de látex celestes acomoda las cerezas de seda detrás de un cartel con letras rojas. "Frutería Adelfa", reza una frase que lleva bordada en el bolsillo derecho de su delantal.
Con una mirada rápida, se puede detectar que los puestos que están más cerca de la entrada son los que más variedad de fruta ofrecen y los que la exponen como si fuesen un par de zapatos de primera marca.
Sin embargo, en el centro del mercado o en sus callejones aledaños todo parece diferente. Un anciano de unos 80 años permanece inmóvil, con su cara apoyada en las palmas de su manos. Su piel es tan arrugada que no es fácil distinguir si está con los ojos cerrados o abiertos. En su espacio, sólo se divisan algunas pata muslo y pechugas de pollo, invadidas por las moscas.
Un poco más adelante, un puesto parece robarse la atención de todos los turistas que pisan el mercado. "Mariela y sus conchas inolvidables", dice el cartel pintado con tizas de varios colores. Navajas, cangrejos vivos, camarones, calamares son algunas de las cosas que Mariela, una mujer con pelo esponja, gorra color blanca y polera verde petróleo ofrece a cada persona que pasa por el lugar.
"Y son deliciosos", le dice a un turista que no parece muy contento con que esos animales se coman y se vendan vivos.
"Ma, quiero tocar el cangrejo", dice una pequeña a una mujer de unos 30 años que la lleva de la mano. La niña lleva puesto un saco blanco, cancanes negros, pollera fucsia y un moño de todos colores que hace juego con la panorámica del lugar.
"Le gusta tocarlos pero no comerlos", dice la madre mientras intenta abrirse paso entre la multitud de turistas para que su pequeña pueda cumplir su deseo.
Intenta hacer equilibrio y con uno de sus brazos sostiene una bolsa blanca de plástico en la que lleva las compras del día: dos paquetes de navajas, una docena de conchas y media docena de calamares. Todo por 70 soles
"Lo cocinamos a la plancha con oliva, ajo y limón. A las conchas se les agrega queso", comenta la joven mientras se aleja.
Si bien el ceviche es uno de los platos emblema de la cocina peruana, no es algo que los locales coman a menudo. "Es una comida de fin de semana", comenta una señora de unos 70 años que atiende otro puesto, a unos 100 metros del de Mariela.
Ella vende todo tipo de frutos secos y snacks como la yuca, el camote y la cancha -maíz tostado-. Con la ayuda de su hija, se encarga de cobrarle a los clientes. Cada vez que da vuelto, revuelve en el bolsillo de su delantal y hace tintinear los metales.
Barranco y Miraflores son el epicentro de la gastronomía. Este año, 11 de los 50 mejores restaurantes de América latina son peruanos y 9 de estos están ubicados en estos barrios.
Maido encabeza la lista y es la figurita más ansiada por los turistas que llegan a la capital peruana a hacer circuitos gastronómicos. Para reservar, hace falta tener paciencia para hacer cola en la puerta o programar la cena con más de un mes de anticipación. Se podrán degustar platos como el Kansai Yakimeshi, que combina el arroz japonés con ají peruano.
Isolina, en el puesto 12, es uno de los lugares ideales para hacer tapeo y conocer la comida peruana en sus claves más tradicionales. Escabeches, papas rellenas, cebiches y guisos forman la carta que se sirve en vajilla discontinua. La magia del lugar está en rescatar las recetas de cuadernos manchados por los años en un ambiente desestructurado pero con gran respeto al paladar del visitante.
Mayta, en el puesto 49, es la primera vez que integra la lista y su chef, Jaime Pesaque, forma parte de la segunda generación de chefs peruanos que mantienen el legado que inició Gastón Acurio.
Pesaque usa sólo ingredientes peruanos en su cocina que compra en el mercado de Surquillo, como el olluco que acompaña su magret de pato, la muña, una planta de hojas verdes refrigerantes y el ají amarillo que usa para decorar sus berenjenas ahumadas.
Epicentro de la hotelería
En la esquina de San Martín y Alcanflores, un cartel decora una fachada gris de un edificio de diez pisos. "Próximamente, Hotel Bis". Esta escena es cada vez más cotidiana en Lima, sobre todo en la zona de Barranco y Miraflores.
Perú es el tercer país de la región con mayor cantidad de proyectos hoteleros en cartera hasta el 2022 con 96 proyectos, sobre todo en los segmentos medio y de lujo.
Una de las últimas incorporaciones fue el AC Hotel Lima Miraflores de la cadena Marriot, ubicado en el coqueto Malecón de la Reserva. La marca busca captar al turismo corporativo que llega a la ciudad y que requiere de ciertas instalaciones como salas de reuniones. Con diseño minimalista y arquitectura elegante, se imponen los espacios comunes y funcionales.
A esto, se suma una gastronomía con impronta europea y dos restaurantes donde se pueden probar los mejores platos peruanos: Saladero, con una carta amplia e internacional, e Insumo, un rooftop con vista al mar y tragos de autor.
Uno de los diferenciales de este hotel es su ubicación: el entorno es muy tranquilo, seguro y es muy fácil conectarse desde este lugar con el resto de la ciudad.
Radisson RED, INSSIDE by Meliá y Pullman de Grupo Accor son algunos de los hoteles que también se sumaron a la oferta hotelera en lo que va del año.
Datos útiles
Cómo llegar
Latam, Avianca y Aerolíneas Argentinas ofrecen vuelos directos desde Buenos Aires a la capital peruana, desde 35.000 pesos de ida y vuelta.
Dónde dormir
AC Hotel Miraflores Lima by Marriott, en el Malecón de la Reserva. Casi todas las habitaciones tienen vista al mar y la estadía incluye desayuno estilo europeo. Las tarifas rondan los 100 dólares por noche para dos.
Dónde comer
Mayta (Av. La Mar 1285, Miraflores). La especialidad es la cocina peruana con toques modernos. Está dentro de los 50 mejores restaurantes de Lima.
Colonia & Co (Prolongacion Av. San Martin 131, Barranco). El local es ideal para sacar fotos y probar un cold brew con café peruano.
Qué visitar
Museo MATE (Av. Pedro de Osama 409, Barranco). Una casona restaurada exhibe las mejores piezas de la colección de Mario Testino que incluye las últimas fotografías de Lady Di.
Escvdo (Jir N. Juan Fanning 108, Barranco). La colección de esta marca de lujo está situada en una casona antigua donde se puede recorrer todo el proceso artesanal de cada pieza.
Dédalo Arte & Artesanía (Prolongación Av San Martín 131). Este espacio reúne piezas de artesanos locales y una gran variedad de diseñadores.