Sabor criollo en Los Cardales
El asador Los Talas es un lugar exquisito y sobran motivos para entretenerse
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Hacia el Norte, en Los Cardales -en el km 61,5 de la ruta Panamericana ramal Escobar-, a más o menos una hora de Buenos Aires en auto, la parrilla Los Talas se presenta como una opción para pasar el día en las tres hectáreas de parque y comer una excelente carne de novillo muy bien asada.
Por algo será que la fama de este asador criollo traspasó las fronteras de la zona y llegó a la Capital, desde donde parten cientos de personas para disfrutar de un día de parrilla y un poco de naturaleza al sol.
Al llegar, la familia retira un voucher que abonará al final. A la izquierda, la talabartería ofrece su mercadería en cuero y lana, y un poco más adelante, aparecen las jaulas de las diversas aves: faisanes, pavos reales, gallinas.
Unos metros más allá, el insistente graznido anticipa la presencia de los patos, que nadan en una pequeña laguna oculta tras juncos y cardales. Muy cerca, un pelotero de tres pisos hace las delicias de los niños de hasta 9 años.
El éxito de esta parrilla está dado por tres factores: la calidad y el surtido de la carne, y el timing, además de las diversiones pensadas para toda la familia.
Un sabroso ritual
El comensal se sienta a la mesa, pide la bebida y se levanta para elegir su corte favorito en la parrilla, dice ése y se lo alcanzan; y cuando vuelve a la mesa, sobre ésta ya la moza puso la bebida, su pan, la ensalada y las papas fritas requeridas, minutos más, minutos menos.
El terreno presenta una pequeña lomada que, una vez superada, deja ver el primero de los tres salones: El Tala, con televisión, el más bullicioso. Los otros dos -La Casuarina, para no fumadores y El Sauce, donde se realizan los shows los sábados, a la noche, y los casamientos- se encuentran un poco más arriba, subiendo la cuesta.
Y en el medio de los tres, muy oronda, la parrilla, custodiada por los asadores Jorge Pereyra, Carlos Franco y Ariel Romero, entre otros seis parrilleros y 25 mozas. Es imponente la visión de los cientos de cortes expuestos para que el visitante no se quede sin su trozo de carne. Y el asador, un poco más arriba, ostenta más de cuarenta y atravesados por la cruz de hierro expuestos frente al fuego.
Rico y variado
Hay chorizo, morcilla, riñón, chinchulín, tripa gorda, pollo, matambre, asado de tira y lechón. "El matambre sin ningún proceso de tiernizado, y el lechón -cuenta Eduardo Lanz, responsable del sitio- es algo que, en general, los tenedores libres mezquinan. Nosotros no. Hasta que se acaba, pero eso no ocurre casi nunca porque si no, me matan."
De fondo, se escuchan los acordes de alguna bella canción del Dúo Coplanacu o de Los Chalchaleros, y al fondo, también, el parque atesora talas, eucaliptos, casuarinas. Bajo la sombra de los árboles, descansan los tres petisos para que los chicos puedan dar una pequeña vuelta a caballo.
Pero la mateada es a la tarde, porque primero está la empanada caliente, el chorizo y la morcilla de excelente factura, las achuras, el matambre, riquísimo; el asado, bien sabroso, y la estrella, el lechón al asador, con el cuero crocante hecho una galletita , al decir de Lanz, corroborado por la cronista. La carne de estos animales, de 14 a 15 kilos, es tan tierna que se corta con tenedor.
Jorge Pereyra, de 37 años, a cargo del asador del restaurante desde sus comienzos, hace seis años, informa que asa el lechón durante 4 a 5 horas hasta "que esté a punto, con leña espinillo". Y no le pone nada más que la sal necesaria.
Existe una gran diferencia entre el asado al asador de los restaurantes de Buenos Aires y el que se come en el campo. El del campo, hecho con el animal clavado en cruz y con leña, posee otro gusto. El comensal se para con su cuchillo y su pan esperando el bocado que lo haga gozar.
Un ritual que comienza bien temprano
La cocción de la carne empieza a las 7 de la mañana los fines de semana, cuando el establecimiento recibe más de mil personas. Sobre todo el domingo al mediodía. Por eso, si el visitante quiere un poco más de tranquilidad, deberá ir el sábado al mediodía. El parrillero recomienda el matambre a la pizza. Finalmente, los postres llegan para desafiar al más goloso: zapallo en almíbar, arroz con leche, flan y la reconocida mousse de chocolate de Mirta Terroza, la cocinera del sitio, que lleva chocolate, leche, crema, azúcar, huevos y gelatina, para que no se desmorone el postre hecho en cantidades tan importantes.
Para gente de buen provecho
Ubicación. Panamericana Ramal Escobar, km. 61,5, bajada río Luján en dirección a Los Cardales (en el cruce de autopista a Rosario y desvío a Los Cardales).
Distancia aproximada: 65 km. 02322-493902/903.
E-mail: parrilla@lostalas.comEl sitio cuenta con seguridad policial las 24 horas.
Se puede almorzar o cenar, y también quedarse a pasar la tarde en las tres ha de parque con juegos, algunos animales; entre ellos tres petisos.
Hay una cancha de fútbol para chicos, jaulas con aves y una laguna con patos y nutrias.
Cubierto. El cubierto, que es fijo, incluye una empanada frita de carne, parrilla libre sin límite, ensalada y papas fritas, gaseosa libre, una cerveza o un vino de la casa por persona, y postres, entre los que se destaca la mousse de chocolate casera de Mirta Terroza, la cocinera.
En caso de elegir otro vino, el valor es distinto.
Precios y horarios. Martes a viernes al mediodía: adultos, $ 12; jueves y viernes a la noche, adultos, $ 13; sábados, mediodía y noche, $ 15; domingos al mediodía, $ 16. Menores de 3 a 10 años, $ 7. Sábados a la noche con derecho a show: $ 18, sin restricción de bebidas alcohólicas y con un servicio diferencial, con atención de mozos y plato de loza, más el show. En la talabartería se venden productos de cuero de distintos animales, como carteras desde $ 80, bolsos, botas de carpincho por $ 160, y mates de recuerdo desde $ 4. Ponchos ($ 60), ruanas ($ 80).


