Tastil abre el camino del pasado inca
Este pueblito de Salta, cerca de las nubes, traza un interesante recorrido por las ruinas de esa importante civilización
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SANTA ROSA DE TASTIL, Salta.- La ruta que va de Salta a San Antonio de los Cobres sigue el trazado de la Quebrada del Toro, como los rieles del famoso Tren a las Nubes. Es el camino de acceso al Altiplano, a la Puna. La ruta está jalonada por una sucesión de pueblitos, cada vez más chicos y más pobres, como si fuera un efecto más de la altura. Uno de ellos es Santa Rosa de Tastil, apenas un puñado de casas protegidas bajo un pequeño cerro de unos cien metros de altura.
En el pueblo, el altímetro indica que se está a más de 3100 metros sobre el nivel del mar. Los paisajes ya son los de la Puna, mientras algunos cardones vigilan las laderas de las montañas multicolores, tal como los chicos vigilan sus rebaños de llamas.
En Santa Rosa de Tastil, las pocas casas no llegan siquiera a dar un aspecto de pueblo. Su única calle resume toda su vida. Sin embargo, llama poderosamente la atención que en este lugar tan humilde y tan desolado haya dos museos. Es que el pueblo de San Rosa de Tastil hoy es apenas el esbozo de lo que fue la Tastil de los incas, hace más de seis siglos. Arriba del peñón rocoso están las ruinas de una ciudad que fue, según los arqueologos, el principal centro comercial entre el Chaco y la Puna.
Todo el cerro está marcado por el laberinto que forman las bases de las paredes de esa ciudad intricada, que tuvo hasta 440 casas y unos 2500 habitantes permanentes. A pesar de su tamaño e importancia, estaba construida de manera tal que era imposible verla desde el valle, y por lo tanto no fue descubierta hasta el siglo XX, después de haber sido abandonada (poco después de la conquista española). Tastil fue construida entre 1360 y 1440, muy poco antes de la llegada de los españoles, por lo que se piensa que la ciudad no había llegado todavía a su apogeo, y estaba en una fase de expansión cuando fue abandonada.
Hay varias teorías sobre su abandono: algunos piensan que fue repentino, para no delatar su existencia a los españoles; otros, que los habitantes fueron dejando la ciudad paulatinamente, a medida que la cultura andina iba siendo destruida por los conquistadores. Pero todos concuerdan en que los ocupantes dejaron en el lugar muchos objetos que hoy tienen gran valor arqueológico, pero se llevaron lo que para ellos tenía más valor aún: las vigas y todas las maderas de las casas (íntegramente de cardón).
Por esta razón, quedan sólo ruinas de piedra y a pesar de la sequedad del clima no se encontró ningún fragmento de madera. El resto de la historia de Tastil es el del olvido, hasta 1903, cuando el arqueólogo Eric Boman la "descubrió" en su escondite de la Puna.
Recuerdos tejidos
Para quien visite hoy Tastil, la ciudad muestra nada más que un trazado, una especie de laberinto, como un juego. Son las paredes de las casas, intricadas unas en las otras, con una anchura que en la mayoría de los casos puede superar el metro. Tastil, que se extiende sobre unas 12 hectáreas, era una ciudad con plazas, pero sin calles.
Se supone que las paredes mismas, por su ancho, servían de calles, y que se entraba en las casas por los techos. A partir de 1967, un equipo de arqueólogos de la Universidad de La Plata estudió y restauró parte de las paredes: muchos de los objetos que se encontraron en el sitio fueron llevados al Museo de Salta, pero quedaron interesantes colecciones en los dos pequeños museos de Santa Rosa, al pie del cerro.
No es raro tampoco encontrar restos de alfarería, que son pedazos de vajilla, entre las ruinas. Como en cualquier otro sitio arqueológico del mundo, está prohibido llevárselos.
Esta visita permite acercarse más a las civilizaciones precolombinas de la Puna, pero la visita a los museos de Santa Rosa y Salta permite acercarse directamente a la vida cotidiana de estos comerciantes que propiciaron intercambios entre los habitantes de las altas montañas y los de los bosques del Chaco y de las quebradas. En Santa Rosa, son dos los museos: aunque el oficial es el Museo del Sitio de Santa Rosa de Tastil, apenas un rancho que muestra una colección de objetos cotidianos. El otro museo es el Regional Moisés Serpa. Una de sus colecciones más interesantes está en Salta, en el Museo de Antropología. Entre petroglifos y cerámicas, también hay restos de tejidos, que la aridez de la Puna permitió conservar durante varios siglos. Son restos de una civilización aniquilada, pero que supo brillar en una tierra austera, donde ahora el viento barre una triste condición de vida.
Datos útiles
Cómo llegar
Tastil es una de las etapas del viaje que se hace en combinación con el Tren de las Nubes (por la mañana hasta el viaducto de Polvorillas y San Antonio de los Cobres) y vehículos 4x4 (por la tarde, regresando a Salta). Es la manera más cómoda de visitar el pueblo y el sitio arqueológico.
Museos
- Museo de Antropología de Salta: Ejército del Norte y Polo Sur; (0387)-4222960.
Abierto de 8 a 18 toda la semana (por la mañanas únicamente los sábados y domingos).
- Museo del Sitio en Santa Rosa de Tastil: abierto todos los días, de 10 a 18.
- Museo Moisés Serpa, en Santa Rosa de Tastil: abierto todos los días, de 10 a 18.
Más información
En Buenos Aires: Diagonal Norte 933; 4326-1314. El horario de atención es de lunes a viernes, de 10 a 16.
En Salta: Buenos Aires 93; 0387-4310950.
En Internet
http://www.turismosalta.com
http://www.redsalta.com/turismo/tastil.htm
http://www.edusalta.gov.ar/cultura/patrimonio/museosinterior.htm


