Bombinhas
Una península circundada por varias bahías y muy cerca de Florianópolis.
Queda a tiro de piedra de Floripa, y si bien no es una isla, ofrece una gran cantidad de playas. Las del lado este, encabezadas por Bombinhas, son un excelente contrapunto de la gran ciudad de Camboriú, a escasos 36 km. Aquí las construcciones son más bajas y amables, y la naturaleza se ha conservado con intención sustentable: las posadas tienen iniciativa de energías limpias y separación de residuos. Bombinhas es una playa familiar, perfecta para ir con niños porque tiene mar calmo, buenos servicios y algunos hoteles con animación en temporada alta. Tantas ventajas no son gratis y el precio son los embotellamientos que suelen armarse en verano, por lo que buscarse una posada pé na areia (que le permita ir caminando a la playa) es un buen consejo sobre todo si sus horarios coinciden con los picos: de 9 a 11 y de 16 a 18.
Las playas más alejadas como Mariscal y Canto Grande son menos concurridas. Un público más joven se reúne en Quatro Ilhas, donde se dan cita los surfistas. Grandes rocas enmarcan a la bella y menos concurrida playa da Tainha. Para hacer snorkeling el mejor punto es la Praia da Sepultura y sus piscinas naturales.
Porto de Galinhas
Piscinas naturales y muy buenos resorts
Porto de Galinhas es el destino de playa más visitado del estado de Pernambuco. A 63 km al sur de la capital, Recife, con amplia infraestructura hotelera y un litoral soñado –arenas blancas, mar traslúcido e hileras de palmeras– recibe a un millón de visitantes por año. Su atracción principal es el arrecife de coral que se extiende paralelo a la costa, a unos 100 metros de la orilla del mar. Para conocerlo es indispensable estar atento al horario de las mareas: sólo se aprecia cuando está baja. Otra excursión típica es el recorrido guiado en buggie “de punta a punta” por las playas del litorial sur: la desierta Camboa, la familiar Muro Alto, Cupe y la rústica Maracaípe –escenario de competencias de surf– con su Pontal, río con manglares donde habitan tortugas marinas y caballitos de mar.
Hay jangadeiros (los que timonean las balsas o jangadas) que llevan a remontar el río Maracaípe hasta su desembocadura en el mar, para ver ostras, cangrejos y caballitos que se esconden entre las rocas.
Arraial D’Ajuda
La hermana menor (y más tranquila) de Porto Seguro.
Separada de Porto Seguro por el río Buranhém, esa distancia le otorga otro ritmo, más tranquilo, atractivo para parejas y familias. En realidad, la fila de la balsa es el pulso nocturno de Arraial. Larga hacia el mediodía del lado de Porto cuando la gente va a pasar el día a la playa y casi igual de extensa cuando empieza a caer el sol y todos regresan al mismo tiempo. Enero tiene esos bemoles… pero basta saberlo y evitar esos horarios para que llegar y salir de Arraial sea un programa pintoresco, de 15 minutos de ferry.
Una vez allí, sus señas particulares son la Rua do Mucugê, donde hay un mix encantador de negocios, heladerías, marcas de diseño la playa de Parracho y la más alejada y salvaje de Taípe. Con esa trilogía le alcanza a Arraial para conquistar a quienes buscan un destino tranquilo.
Un plan ineludible si va con chicos es llevarlos al Eco Parque . Ofrece varias piscinas, toboganes de agua, río lento (para ser recorrido en boia o en kayak), arborismo y tirolesa. Son los mismos dueños del Arraial D’Ajuda Eco Resort y sus huéspedes cuentan con entrada gratis.
Praia do Forte
Los mejores resorts de Bahía
Ubicada a unos 70 km de Salvador, Praia do Forte es desde hace años la playa preferida de las familias en la llamada Linha Verde (litoral norte de la ciudad). En la villa, flanqueda por el mar y el río Timeantube, no circulan autos particulares: se anda a pie, en bici, en tuc-tuc o en buggy. La animada peatonal Alameda do Sol es la calle comercial: se suceden los sitios para comer y las lojas que venden desde artesanías locales hasta joyas de primeras marcas y ropa de moda. Más allá del pueblo, las extensas y concurridas playas albergan piscinas naturales y dos emprendimientos proteccionistas que permiten conocer la fauna “en vivo”: el Projeto Tamar y el Instituto Baleia Jubarte. Este último, en época de apareamiento de las ballenas jorobadas, ofrece excursiones para observar los saltos, coletazos y acrobacias que realizan estos grandes cetáceos durante el cortejo.
La oferta de alojamiento es apta para todos los bolsillos: hay posadas, hoteles y hostels, además del primer resort de la zona, el Tivoli EcoResort, que fue renovado. En el rubro gastronómico, amplia oferta de restaurantes y lanchonetes, donde grandes y chicos pueden disfrutar desde una deliciosa moqueca y platos sofisticados, como camarones africanos con jengibre, hasta una hamburguesa salvadora.
Maresias
Onda joven, surf y familia
El litoral paulista tiene una ventaja: a los argentinos nos queda más cerca y sus playas son disfrutables durante todo el año. A un poco más de 170 km de São Paulo está Maresias, el lugar que concentra la movida surfista. Fue también sinónimo de boliche y movida nocturna, rótulo del que intenta deshacerse con ahínco. Las fiestas son enormes y muy concurridas, pero ya distribuidas a lo largo de todo el año en fines de semana clave, y conviven del mejor modo que pueden con las familias que reclaman su lugar. La playa de 4 km de arena blanca, está organizada: de las 21 entradas, las primeras cinco concentran las escuelas de surf. De la cinco a la quince, las olas tienen más fuerza y en ellas surfean los avanzados. Los comercios están en el primer sector, y más hacia el sur los condominios frente al mar.
Totalmente familiar, en cambio, es la vecina Juquehy, la playa más tranquila y exclusiva elegida por los paulistas de buen poder adquisitivo para instalar sus lujosas casas de fin de semana. Los argentinos expatriados que viven en São Paulo tienen también aquí sus condos de alquiler anual para estar tranquilos en familia. De aquí no es necesario salir: hay morro, mar y playa, y aunque más caros, buenos servicios.