Tucumán imperdible: una guía de viaje por los valles y la historia
Tucumán es la provincia más pequeña del país y, al mismo tiempo, una de las más diversas. Es un sitio donde crece la caña de azúcar y abundan los limones, donde la ciudad se roza con la exuberante selva de montaña, que a su vez cede paso a la aridez del desierto. Tucumán es el embrión de nuestra libertad, la tierra que alumbró la emancipación definitiva de la corona española. Tucumán es rica en tradiciones, mitos y leyendas.
LA CIUDAD
La capital de este rincón del noroeste argentino, a 1300 kilómetros de Buenos Aires, es una urbe pequeña, húmeda, verde y acogedora en la que se destaca el circuito histórico, ideal para repasar los hitos de aquella incipiente república.
El punto de partida es la Casa Histórica de Tucumán, reformada poco antes de los festejos del Bicentenario de la Independencia. Se renovó su propuesta museográfica, con un guión que suma experiencias sensoriales y evocativas más actuales. Por las noches, se puede asistir al espectáculo Luces y sonidos de la Independencia en los jardines.
El recorrido histórico se puede hacer a pie, ya que los principales puntos quedan muy cerca. En la Plaza Independencia, a dos calles de la Casa Histórica, se destaca el monumento de la Libertad esculpida por la gran Lola Mora, nacida en Tucumán. Enfrente, está la Casa de Gobierno, un llamativo edificio barroco francés.
En las manzanas linderas se encuentran la Iglesia Catedral, la Basílica Menor de la Merced -Monumento Histórico Nacional- y la Iglesia de San Francisco, puntos destacados de este pequeño raid urbano que puede llevar una jornada a paso lento.
En Yerba Buena, barrio residencial conocido también como Ciudad Jardín, a doce kilómetros del centro, se concentran algunos de los mejores restaurantes, centros comerciales, bares y discotecas. También podemos encontrar la exuberante reserva de Horco Molle, donde florecen especies autóctonas, perfecta para disfrutar una tarde al aire libre sin apartarse de la ciudad.
Una de las opciones para llegar hasta allá es la peculiar experiencia de Antique Tour Experience, recorrido a bordo de antiguos modelos de automóviles Ford A de la década del veinte. Cristian Delaporte es el coleccionista responsable de estas joyitas y organiza paseos personalizados y hasta incursiones a las Yungas -selva de altura- y los Valles Calchaquíes.
LA SENDA DEL TAFÍ
Para llegar a Tafí del Valle desde San Miguel de Tucumán hay que transitar un sinuoso camino de cornisa, un magnífico tramo asfaltado y renovado de la ruta provincial 307, que trepa entre las yungas. Son cien kilómetros en zigzag, con varios puntos panorámicos y una parada obligada en El Chasqui o Monumento al Indio, donde hay una feria de artesanías y un mirador con vista privilegiada de esta carretera salvaje.
En esta villa de montaña, entre la selva de altura tucumana y los valles calchaquíes, reina el Alpapuyo, una neblina espesa que se posa todas las tardes sobre los cerros y que, imperceptiblemente, se irá diluyendo. Debajo de ese manto de niebla, en la entrada del pueblo, está el dique Angostura, ideal para los fanáticos de la pesca deportiva en busca de pejerreyes, y los adeptos al yatching y el kitesurf.
En Tafí, hacia donde Atahualpa Yupanqui cabalgaba desde Acheral, las cabalgatas son un clásico. Jerónimo Critto es un avezado jinete ya que en su infancia tafinista salía con sus amigos a deambular a caballo. Hace unos años transformó esa pasión en emprendimiento turístico: el Puesto Cabalgatas, donde organiza travesías por los alrededores de Tafí.
Tafí se transformó en los últimos años en refugio de fin de semana de los habitantes de la capital tucumana, se construyeron gran cantidad de casas y hasta barrios cerrados. Pero, sobre todo, es uno de los principales puntos turísticos de la provincia, con una Ruta de los Artesanos para visitar tejedores, ceramistas, talabarteros y escultores, que muestran con orgullo su trabajo.
La región tiene dos valles: a un lado el Valle de Tafí, y al otro el de Las Carreras. Mientras en Tafí se desarrolló el turismo, en Las Carreras la vida transcurre casi como en tiempos de los jesuitas, que arribaron en 1716. Por estos lares se encuentra la histórica Estancia las Carreras, entre las mejores en turismo rural del norte argentino, con un menú de actividades, como trekking, cabalgatas y mountain bike.
CORAZÓN CALCHAQUÍ
En Amaicha del Valle, a 2 mil metros de altura y a 165 kilómetros de la capital tucumana, el sol asoma 350 días al año, generando días cálidos, noches frescas (en invierno muy frescas) y cielos diáfanos.
Los comuneros originaros son dueños de estas tierras desde que los españoles pactaron con sus antepasados Amaichas -una de las etnias que formaron parte de la nación diaguita calchaquí- e hicieron entrega de la cédula real en 1716. Desde aquellos tiempos en que se erigió en una comunidad autónoma y hasta hoy, jamás interrumpió su gobierno indígena. La comunidad es presidida por una asamblea general, un consejo de ancianos y un cacique.
En Amaicha preservan las viejas tradiciones: su carnaval es uno de los más concurridos de la región y la fiesta local de la Pachamama (Madre Tierra), en agosto, es de las más representativas. Además, todos los años, en épocas carnavalescas, se celebra nuevamente a la madre tierra, en la Fiesta Nacional de la Pachamama, un fiestón fuera de época, en el que se nombra a una de las ancianas del pueblo como la Pachamama, suerte de guía espiritual que representará a la madre tierra el resto del año.
El Museo de la Pachamama es un centro de interpretación con salas dedicadas a la geología, antropología y ciencias naturales, con exposiciones de pinturas, esculturas y tapices con motivos religiosos, culturales y sociales de diferentes tribus que habitaron la región calchaquí.
TIERRA DE VINOS
Los valles calchaquíes son terruño fértil para el buen vino. Desde hace un tiempo, se le está dando impulso al recorrido vernáculo de los caminos de Baco, donde se produce torrontés, malbec, cabernet sauvignon, bonarda, syrah y tannat.
En 2016 se inauguró la primera bodega indígena de Sudamérica (y la tercera en el mundo) que abrió sus puertas con la producción de dos variedades de vino que llevan nombres en quechua: Sumaj Kawsay (Buen Vivir) y Kusilla Kusilla (Ayudame, alegría).
Se trata de un emprendimiento comunitario pionero en el país, que sirve para afianzar el desarrollo turístico de la comunidad.
Una docena de bodegas integran el recorrido: Las Arcas de Tolombón, Chico Zossi, Altos La Ciénaga, La Churita, La Silvia, Río de Arena, Posse, Finca Albarossa, Las Mojarras, Los Zazos, Valle de Choromoro, La Constancia, Tukma, Cerro El Pelao son parte de este entramado que empuja con fuerza el desarrollo regional a lo largo de la Ruta Nacional 40 y la Ruta Provincial 307 en unos cien kilómetros entre Amaicha del Valle, Colalao del Valle, Fuerte Quemado y El Bañado.
DIVÁN NATURAL
Tiu Punco, que en la lengua amaicha quiere decir Puerta del Desierto o Puerta del Arenal, es un sitio por el que Sebastián Pastrana, guía nativo y director de Turismo de la localidad, deambula desde pequeño. Dialogar con la naturaleza es su terapia y por eso le gusta llamarlo su diván natural. A veinte kilómetros de la plaza de Amaicha, Tiu Punco es un páramo de tintes áridos, lomas, cerros, y cuevas que dieron origen a la leyenda de la Salamanca, la guarida de las brujas, que nadie sabe con precisión donde están, pero que las hay -aseguran los pobladores-, las hay.
En este páramo calchaquí, donde abundan algarrobos centenarios, chañares y jarilla, solían verse suris, pero desde que el Rally Dakar levantó polvareda, hace un par de años, los bichos resultan esquivos. Lo mismo sucede con los zorros, quirquinchos y perdices. Al parecer, el Dakar dejó también un tendal de basura desperdigada, que los propios habitantes de la comunidad tuvieron que limpiar. O sea, un impacto ambiental desproporcionado en comparación con la magra recaudación que, dicen por acá, el famoso rally dejó para las arcas comunales.
La travesía se hace en camionetas 4 x 4, con diversas paradas a lo largo del camino, en el que se visitan alguno de los cinco pobladores de estas tierras desoladas, como don Shivito, un anciano entrañable que vive en soledad en su rancho de adobe. En medio del recorrido, se deja la camioneta y Pastrana lidera una caminata que discurre por un cañadón, entre montañas de arenas y cuevas de puma abandonadas. Todo concluye al anochecer con un asado al disco, el mejor escenario para una terapia al natural.
LAS RUINAS
La antigua ciudadela de Quilmes, a treinta kilómetros de Amaicha, fue construida alrededor del año 800 DC. Se dice que los Quilmes eran un pueblo muy bien organizado social, política y económicamente, y se estima que durante su apogeo, en el siglo XVII, llegaron a vivir aquí unos 10 mil habitantes.
Descubiertas por el arqueólogo Juan Bautista Ambrosetti en 1897, fueron restauradas parcialmente en 1977 con vistas al Mundial de 1978. Hoy, una parte de la ciudadela se puede visitar de la mano de guías nativos, descendientes directos de los Quilmes, que recuperaron el control de sus tierras pocos años atrás, luego de arduos conflictos.
Los Quilmes fueron el último bastión de los calchaquíes, un pueblo muy aguerrido que soportó estoicamente el asedio español. Finalmente doblegados, los obligaron a caminar más de 1300 kilómetros hasta la ribera de Buenos Aires. De los dos mil hombres, mujeres y niños que partieron, solo sobrevivieron unos cuatrocientos, que fueron amuchados en la reducción de la Exaltación de la Santa Cruz, hoy la localidad de Quilmes, en la provincia de Buenos Aires.
BUENA OBSERVACIÓN
Los cielos de los Valles Calchaquíes tienen 320 días despejados y un manto de estrellas ideal para la observación astronómica. Por eso treinta años atrás se instaló acá una estación científica como parte de la red International Halley, cuyo objetivo era seguir al cometa desde dos años antes de su acercamiento a la Tierra hasta dos años después de su alejamiento. Fue así que nació el Observatorio Astronómico de Ampimpa, una estación científica en este pequeño paraje a las puertas de Amaicha, en un pequeño cerro circundando por cardones centenarios sobre la ruta 307.
Hoy, el observatorio se transformó en una institución que, sin perder de vista su origen científico, le sumó un proyecto educativo y otro turístico. Brinda talleres de física, de energía solar o de geografía durante los campamentos científicos para estudiantes. Y también reciben viajeros, que pueden pernoctar en alguna de las cabañas en medio de un bosquecito de pinos. Las actividades arrancan a las 20 y terminan a las 10 de la mañana, entre observaciones, charlas y videos.
Mientras tanto, uno se puede ir a dormir, de a ratos, tranquilo, que no se perderá nada, el encargado lo despertará en la madrugada, el horario en el que se dan las mejores condiciones del cielo. Así, el viajero puede observar claramente Júpiter o los anillos de Saturno, aprender sobre nebulosas y planetas bajo una luna tucumana.
Datos útiles
Cómo llegar
Aerolíneas Argentinas y Latam vuelan a Tucumán desde Buenos Aires. La tarifa va desde los 2600 pesos, según fecha. www.aerolineas.com.ar; www.latam.com
De San Miguel a Tafí del Valle y Amaicha del Valle, la empresa Transporte Aconquija tiene varios servicios diarios. www.transporteaconquija.com.ar
La mejor opción para recorrer estos parajes es alquilar un auto en la capital tucumana. Desde allí, tomar primero por ruta nacional 38 hacia el sur (45 kilómetros) y luego, hacia el oeste, a través de la ruta provincial 307. Primero se pasa por Tafí y luego el camino sigue hacia Amaicha.
San Miguel de Tucumán
Museo Casa Histórica: Congreso 141. Entrada libre. El show de luces y sonido está suspendido hasta nuevo aviso.Antique Tour: paseos de 30 minutos por los puntos principales de la ciudad, 600 pesos por persona. Por cuatro pasajeros, 250 pesos cada uno. El circuito de cuatro horas, que incluye pic nic y copa de champagne cuesta 4050 pesos por pasajero. Recorrido por los Valles Calchaquíes, doce horas, 9650 pesos con degustación de vinos. Tel. 381 430 5445; Info@AntiqueTour.com.ar; www.AntiqueTour.com.ar.
Dónde dormir:
Hotel Francia: habitación single con desayuno, 1400 pesos. Doble, 1775 y triple 2100. También hay departamentos para cinco pasajeros. Crisóstomo Alvarez 467. www.hotelfrancia.com.ar
Tafí del Valle
Dónde dormir:
Hostería Lunahuana: single, 1595 pesos; doble, 2530. Av. Gobernador Critto 540. Tel. (03867) 421330/360; hosteria. lunahuana@hotmail.com. www.lunahuana.com.ar
Estancia Las Carreras: habitación doble, 4800 pesos, con desayuno, estacionamiento y recorrido por el tambo, fabrica de quesos y museo. www.estancialascarreras.com
Cabalgatas del Puesto: dos horas y media con guía, seguro y refrigerio, 600 pesos. Salida de seis horas con asado y bebidas, 1400 pesos. Mail: jjcritto@hotmail.com. En Facebook: El Puesto Cabalgatas.
Observatorio de Ampimpa: a 45 kilómetros de Tafí del Valle, es posible hospedarse en el predio. El costo es de 850 pesos para adultos, menores de 12 años 600 pesos y menores 4 no abonan. Incluye alojamiento con desayuno, observaciones astronómicas, parque temático y sendero audio guiado. No incluye la cena, que es un menú sencillo a la carta.Hay un comedor con menú fijo y una cafetería. Más información: (0381) 156092286; www.astrotuc.com.ar
Amaicha del Valle
Excursiones: Tiu Punco: dura cinco horas y cuesta 550 pesos por persona.
Ruinas de Quilmes: con charla previa informativa y caminata al pucara: 350 pesos; www.amaichadelvalleturismo.com;(0381) 15 5536805
Dónde dormir
Río de Arena: a 5 kilómetros de las ruinas de Quilmes, rústico y confortable, con materiales de la zona, piedra, adobe, cañas y troncos. Habitación doble, 1200 pesos, con desayuno.
Amancay Hostal: parte de la red de turismo rural comunitario. Tiene Wi fi, parrilla y cocina equipada. El desayuno viene con pan casero de horno de barro. Habitación doble con baño privado, 700 pesos. Las individuales cuestan 250 pesos.