En medio del ritmo rabioso de la ciudad se esconde el primer mariposario a cielo abierto y público del país, un jardín especialmente diseñado para asegurar la reproducción y desarrollo de las mariposas.
En pleno corazón de la Ciudad, allí donde muchas líneas de colectivos se entrecruzan, la gente sube y baja del subte y la avenida Santa Fe es un hervidero de vehículos que van y vienen, el Jardín Botánico Carlos Thays, en el barrio de Palermo, no sólo es un oasis para los porteños que buscan refugiarse del ruido entre los árboles, también es un inmenso imán para unas 90 especies de mariposas que llegan allí atraídas por un sector especialmente diseñado para ellas.
En este mariposario a cielo abierto, el primero de la Argentina en ser creado en un espacio público, los visitantes que circulan entre canteros pueden conocer el ciclo vital completo de una mariposa, ya que entre las ramas de las plantas florecidas, no es difícil encontrar distintas especies de lepidópteros en estado de huevo, oruga, crisálida y adulto. En este último caso, la época ideal para verlos en plena actividad es la primavera.
En este sector del jardín que ocupa más de 500 metros cuadrados, nada sucede por casualidad. Todas las condiciones están dadas para que las mariposas elijan habitarlo: allí encuentran plantas nectaríferas y hospederas propicias para alimentarse y reproducirse.
Salvias rojas y azules, lavandas, gasanias, lantanas, margaritas, pentas, hierba lechera o camará son solo algunas de las 300 especies de plantas que se incorporaron en este jardín con un objetivo claro: “Crear un espacio para atraer mariposas, darles las condiciones para que se reproduzcan y así formar poblaciones que luego se desplacen libremente a otros espacios urbanos de la ciudad –como plazas y jardines–, para contribuir a una mayor biodiversidad”, en palabras de Soledad Mesía Blanco, técnica en jardinería de la UBA.
Nuevas variedades
Un relevamiento que se hizo en el año 2010, arrojó un dato curioso: en el Jardín Botánico, había sólo ocho especies de lepidópteros (entre mariposas y polillas). Cinco años después de armar el mariposario se repitió el mismo estudio y el resultado dejó a todos absolutamente sorprendidos: se registraron 90 especies.
El jardín de mariposas atrajo variedades que no son frecuentes en la zona, como la almendrada (Heliconius erato), cuyas larvas se alimentan de la nativa Passiflora misera o la antorcha rayada (Dryadula phaetusa).
Investigación y educación
Además de atraer mariposas, el jardín tiene un objetivo pedagógico, ya que es un espacio de educación en el que hay visitas guiadas y se imparten talleres de capacitación. También se hace investigación, seguimiento y registro del comportamiento de las mariposas.
Uno de los aprendizajes que se transmiten al público consiste en entender cuál es la base para que un jardín de mariposas sea exitoso. En ese sentido, lo principal es que el lugar tenga un buen suelo, que reciba muchas horas de sol y tenga buenas condiciones de humedad. Por supuesto debe haber plantas hospederas donde las hembras desovan y luego se alimenten las orugas (suelen ser bastante específicas) y plantas nectaríferas que den sustento a las mariposas adultas.
No es un jardín más
El éxito de un jardín de mariposas exige diversos cuidados. La elección de las plantas debe planificarse de manera tal que durante gran parte del año haya flores nectaríferas a disposición. No se deben usar pesticidas químicos y debe haber poca o nula intervención en el control de plagas y enfermedades.
El manejo de un jardín de mariposas difiere muchas veces del que se aconseja clásicamente en libros jardinería, ya que se adapta al ciclo de vida del insecto. Por ejemplo, una planta no se puede podar cuando está llena de orugas o sus flores cumplen su rol nutricio.
Los cambios y podas se hacen generalmente en invierno, para no afectar el ciclo de vida de las mariposas
Que no falte alimento
Las mariposas adultas se alimentan básicamente del néctar. Para ellas son muy atractivas las especies nectaríferas con flores gamopétalas (cuyos pétalos están soldados), con corola en forma de tubo angosto, de colores amarillos o anaranjados y con fragancia. Es interesante proveerles nativas nectaríferas porque su polinización significa un aumento de población de plantas nativas.
En el jardín del Botánico se incorporaron más ejemplares de Lantana montevidensis y vara de oro (Solidago chilensis), muy buenas para ese fin. Otras especies de mariposas tienen un diferente tipo de alimentación: por ejemplo, la bandera argentina en estado adulto se alimenta de frutos fermentados, resinas de árboles y sales obtenidas en suelos barrosos.
Durante el invierno, las mariposas adultas pueden migrar hacia sitios de temperaturas más adecuadas si fuera necesario. Pueden pasar también el invierno en el mismo lugar, en estadio de huevos o crisálidas.
Las crisálidas, en general, se ubican en lugares escondidos, como bases de plantas, cortezas de árboles o superficies abióticas como paredes –en especial las rugosas–, o en superficies de colores que les permiten camuflarse, en lugares resguardados del viento y de la lluvia como aleros. Estas crisálidas se encuentran frecuentemente muy cerca de las plantas hospederas que nutrieron a las orugas.
Llegada la primavera, nacerán las mariposas adultas que reiniciarán el ciclo.
Especialista consultada: Florencia Cesio.