Hasta un pequeño jardín puede poblarse de mariposas y puede ser un lindo pasatiempo lograrlo y contemplarlo. Basta cubrirlo con las plantas que permiten la vida de estos bellos insectos voladores, para sólo esperar su visita y disfrutar de su compañía. Pero, ¿cómo lograrlo?
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Una llamada poderosa para las mariposas es plantar especies muy atractivas por su néctar. Así, las flores de zinias, las budlejas, las lantanas, entre muchas otras plantas, asegurarán su llegada. El néctar es el alimento esencial y universal de las adultas, y las plantas lo producen para recompensar el trabajo de polinización.
Si se quiere ir más lejos, hay que plantar las llamadas plantas hospedantes o nutricias. Aquellas sobre las cuales las mariposas ponen huevos para que, cuando nazcan, las demandantes larvas tengan su alimento en abundancia. Las plantas nutricias son bastante específicas.
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Por ejemplo, si hay plantas de Passiflora caerulea llegarán, entre otras, las mariposas espejitos a depositar a su prole; si plantamos alguna especie de Asclepia, estaremos invitando a las monarcas, por hablar de los ejemplos más comunes y exitosos. Plantar para proveer un suculento alimento para mariposas en todos sus estadios es la fórmula del éxito para conseguir que se instalen en el jardín.
En general las mariposas son bastante territoriales y, si encuentran lo que necesitan en un solo sitio, no se van muy lejos.
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Lo que hay que tener en cuenta es que, por más atractivas como ornamentales sean las plantas nutricias, se verán deslucidas y quizás sacrificadas por el ataque voraz de las orugas. Sabiendo esto, habrá que plantarlas en sitios no muy visibles de un jardín bien ordenado. Los jardines naturalistas son muy adecuados para transformarse en hábitat amigable de las mariposas.
En estos jardines es importante no utilizar insecticidas de amplio espectro.
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El ciclo
Luego de unos días desde que la mariposa adulta desovó, eclosionan las orugas, listas para comer las hojas sobre las que están paradas. Puestas a comer incansablemente, van creciendo a ritmo vertiginoso, multiplican su tamaño rápidamente y cada tanto deben mudar la epidermis que las aprisiona para seguir creciendo. Esto ocurre unas 4 o 5 veces en el ciclo.
En determinado momento, cuando han alcanzado la madurez, las orugas dejan de comer y deambulan buscando instintivamente un lugar reparado para iniciar su desarrollo adulto. Elegirán el envés de una hoja, el rincón de una pared reparada por plantas u otros sitios ocultos. Ésta es la fase de pupa o crisálida, donde no se alimentan, se envuelven en un "estuche protector" y entran en el estadio donde se producen cambios que parecen de fantasía, donde los tejidos se licúan y transforman.
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El "estuche" donde se opera la metamorfosis puede ser producido enteramente por las larvas o tener complementos externos, por ejemplo un envoltorio de hojas para camuflarse con el entorno. Necesariamente las pupas no pueden estar muy visibles. Indefensas, sólo les queda esconderse. Por eso encontrarlas es siempre una sorpresa. Llegado el día del nacimiento, luego de la transformación, generalmente temprano por la mañana, las mariposas rompen el envoltorio y despliegan las alas que todavía no son firmes.
Mientras la queratina que sostiene la forma de la mariposa termina de solidificarse, no hay que perturbarlas y menos tocarlas, es un momento crítico que dura cerca de una hora.
Se ha producido la transformación: de insectos con fuertes mandíbulas que se alimentan de hojas casi constantemente, pasan a tener fundamentalmente una alimentación a base de néctar y son etéreas, aladas. Para poder succionar su nuevo menú, cuentan con una espiritrompa que es como un largo sorbete que enrollan en condiciones de reposo o vuelo y desenrollan para libar. Ya pueden salir a sobrevolar el jardín.
Plantas nutricias
Algunas plantas son nutricias para las mariposas, las que se convierten en nurseries de sus orugas. Entre éstas son muy convocantes las pasifloras nativas, que nacen solas en los jardines cuando los pájaros transportan sus semillas. Basta con dejarles un lugar, son hospedadoras o nutricias de varias atractivas mariposas.
Las plantas del género Asclepias son nutricias de las monarcas. Hay varias nativas, como Asclepias mellodora (de flores blancas) y naturalizadas como A. curassavica, la bandera española. Son fáciles de reproducir por semillas. También desovan varias especies sobre las aristoloquias, así como sobre los talas (Celtis tala, ahora Celtis ehrenbergiana).
Las orugas de la Morpho epistrophus argentinus, la mariposa bandera argentina, se alimentan del coronillo (Scutia buxifolia). Es una mariposa gregaria y muy llamativa, tanto en su estado adulto con sus grandes alas celestes, como en su fase de oruga con rayas rojas, negras y blancas.
La lista de plantas nutricias es extensa: los limoneros y otras rutáceas, las achiras, algunas asteráceas, como la chilca de olor (Austroeupatorium inulifolium) que cobijan a las perezosas (Actinote pellenea), el llantén (Plantago spp.), entre otras.
La mayoría de las plantas nutricias no son fáciles de conseguir en los viveros convencionales, pero algunas se pueden localizar en viveros de autóctonas o reproducir fácilmente en la mayoría de los casos.
De flor en flor
Hay plantas que atraen a las mariposas adultas que buscan su néctar. Estas plantas son más fáciles de conseguir en viveros y su efecto atractivo es más rápido. Algunas son: lantanas, verbenas en todas sus versiones, pentas (Pentas lanceolata), euriops, echináceas, rudbeckias, zinias, salvias de diferentes especies, cosmos, budlejas (arbustos a los que precisamente se los llama "planta de las mariposas"). También la Lavandula dentata. Y entre las silvestres y nativas, son siempre visitadas cuando están en flor las chilcas, las carquejas y carquejilla (Baccharis spp.) y los oxalis.