Condenado a catorce años de cárcel en Francia un hombre por su papel en el genocidio de 1994 en Ruanda
Un tribunal de Francia ha condenado al franco-ruandés Claude Muhayimana a catorce años de cárcel por cargos de complicidad en genocidio y crímenes contra la humanidad por su papel en el genocidio en 1994 en Ruanda.
Muhayimana ha sido declarado cómplice de genocidio por su papel como conductor de milicianos armados en Bisesero, Gitwa y Karongi, en la antigua prefectura de Kibuye (suroeste), donde se habían refugiado numerosos tutsis, entre abril y junio de 1994.
El hombre fue acusado de participar en las masacres de tutsis en el complejo Saint-Jean, situado en la localidad de Kibuye, y en el estado de Gatwaro, donde miles de personas fueron asesinadas, tal y como ha recogido el diario ruandés 'The New Times'.
Muhayimana trabajaba como conductor para un hotel, pero testigos aseguraron que trasladó a miembros de la milicia Interahamwe que participaron en las matanzas de tutsis y hutus moderados.
Daprhosa Gauthier, miembro del Colectivo de Partes Civiles de Ruanda, ha manifestado en declaraciones a la emisora Radio France Internationale que la sentencia es "relativamente indulgente por un genocidio".
Por su parte, el abogado de Muhayimana, Philippe Meilhac, ha recalcado que "hay algunas acusaciones por las que ha sido declarado inocente" y ha asegurado que apelará. "El combate será llevado hasta el final y estoy convencido de que en la apelación será declarado inocente", ha argüido.
Sin embargo, la Fiscalía ha mantenido durante el juicio que Muhayimana es "un actor del genocidio" y un elemento "indispensable" en el dispositivo de busca y captura de los tutis, al tiempo que recordó que "contribuyó al genocidio al transportar a los asesinos durante un muy largo periodo de tres meses".
Muhayimana es el cuarto ruandés condenado por genocidio en Francia, tras Pascal Simbikangwa, quien en 2014 fue sentenciado a 25 años de cárcel, Tito Barahira y Octavien Ngenzi, quienes fueron condenados a cadena perpetua en 2016.
Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.
Las raíces del conflicto entre hutus y tutsis se remontan varias generaciones pero el genocidio se desató tras la muerte del presidente Juvenal Habyarimana, víctima del derribo de su avión presidencial --en el que también viajaba el presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira-- con un misil el 6 de abril de 1994.
Tras la muerte del mandatario, la milicia Interahamwe lanzó una campaña de ejecuciones --después de años de demonización de los tutis por parte del gubernamental Movimiento Republicano Nacional para el Desarrollo (MRND)-- que se prolongó durante 100 días, en muchas ocasiones despedazando a sus víctimas en sus casas, en iglesias, estadios de fútbol o en barricadas.