Misión UE a Japón y China en clave aranceles

Diez días después del anuncio de los aranceles estadounidenses, la misión europea en China debía reabrir un frente congelado desde 2020 —cuando Angela Merkel impuso el acuerdo sobre inversiones, que luego se archivó por presiones de Washington, para allanar el camino a la diversificación.

Hoy, sin embargo, el miedo a irritar al magnate pesa más que cualquier otra consideración y se espera que la misión asiática envíe una señal política a Washington.

La Casa Blanca respondió a través del secretario del Tesoro, Scott Bessent, que tras rechazar el ultimátum del comisario de Comercio europeo, Howard Lutnick, enfatizó que en el maratón de negociaciones, "no hay prisa: lo que importa es alcanzar acuerdos de calidad".

Asia vuelve al centro de la balanza europea con Japón y China. Von der Leyen y Antonio Costa harán una parada en Japón, incluyendo una visita a la Expo de Osaka, para revitalizar la colaboración con el primer ministro Shigeru Ishiba, políticamente debilitado por las elecciones, centrándose en el comercio, la seguridad y la innovación.

Pero el núcleo de la misión reside en la cumbre del 24 de julio con el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro Li Qiang —la 25.ª entre la UE y China—, que conmemora el 50.º aniversario de las relaciones bilaterales.

Con un comercio que asciende a 2000 millones de euros diarios, los dos socios euroasiáticos siguen siendo estratégicos.

Para Europa, sin embargo, los desequilibrios están aumentando, la competencia es desleal y los compromisos climáticos de China son opacos.

Sobre la mesa están dos cuestiones sensibles en las que los líderes de la UE exigen avances: la represión de China a las exportaciones de tierras raras y el exceso de capacidad industrial que, agravado por los aranceles estadounidenses, amenaza un mercado continental ya de por sí bajo tensión.

La idea de eliminar los aranceles de la UE sobre los coches eléctricos chinos ha salido ahora del radar y, por el contrario, la postura se ha endurecido: Bruselas prohibió a las empresas médicas chinas participar en licitaciones públicas y Pekín respondió con una investigación sobre la carne de cerdo y el queso europeos.

La única señal de alivio de las tensiones es la conclusión pendiente de la investigación sobre el biodiésel de la UE.

La cumbre será "una oportunidad para un diálogo abierto y directo, en el que China escuche nuestras preocupaciones", según la postura de la UE, que busca reducir las vulnerabilidades sin romper puentes.

Esta es una herramienta útil con Washington, donde el péndulo sigue oscilando entre las amenazas y la apertura.

Bessent, uno de los pocos que parecen conservar influencia sobre Trump, abogó por "acuerdos de calidad" sin optar por un aplazamiento más allá del 1 de agosto.

Esta opción ya ha sido considerada por Bruselas y se ve reforzada por las predicciones del director ejecutivo de Ryanair, Michael O'Leary, quien sugirió "septiembre", incluso "octubre", para el acuerdo.

Hoy, sin embargo, Europa parece, a ojos del secretario de Estado estadounidense, "más comprometida".

Pero a pesar del "pleno apoyo" a las negociaciones otorgado al comisario europeo Maros Sefcovic, y reiterado por Italia a través del viceprimer ministro Antonio Tajani, los Veintisiete están preparando un Plan B con opciones para atacar a las grandes tecnológicas y una bazuca anticoerción en preparación, a la espera de una línea unificada en torno al eje franco-alemán.

Las perspectivas de que la Casa Blanca relaje los aranceles sectoriales ya vigentes (50% para el acero y el aluminio, 25% para los automóviles) siguen siendo frágiles, al igual que la ecuación agroalimentaria sigue sin resolverse.

En cambio, "el optimismo en Washington por una exención para los aviones comerciales está creciendo", señaló O'Leary, al tiempo que advertía del riesgo de represalias de Airbus-Boeing.

Hasta la fecha límite, Berlín la tranquilizó, no habrá tiempo para represalias. (ANSA).

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