Caveri, una trayectoria crítica y límpida
"No creo en una arquitectura sin significado." Con estas palabras, dichas en junio último a LA NACION, el arquitecto Claudio Caveri sintetizó el pensamiento que guía hace muchos años su actividad.
Precisamente, el jueves último, en un acto realizado en el Museo Nacional de Arte Decorativo, el Fondo Nacional de las Artes distinguió a Caveri con el Premio a la trayectoria artística 2002 , que también recibieron Antonio De Raco, Leopoldo Federico, Enio Iommi, Carlos Mordo, Jorge Riestra y Antonio Ripoll; María Rosa Gallo obtuvo el Gran Premio.
Con visible emoción, Caveri recibió la escultura de la Luna de manos de Amalia Lacroze de Fortabat, presidenta de la institución organizadora. Después, ante la numerosa audiencia, confesó que "no esperaba el premio", dada su baja exposición pública.
Su sorpresa se justificaba, porque este cristiano crítico , como le gusta definirse, eligió recorrer el camino más difícil. Desde que comenzó a trabajar como arquitecto, en la década del cincuenta, se mantuvo distante de las tendencias de moda y se dedicó por entero a buscar un tipo de arquitectura local, con una visión que privilegia lo autóctono pero con criterio evolutivo y con un amplio fundamento teórico. Dos importantes construcciones de esa época fueron la casa Urtizberea (1956), y la iglesia de Nuestra Señora de Fátima (1958), realizadas junto con el arquitecto Eduardo Ellis.
Esa búsqueda se acentuó ese año, cuando formó la Comunidad Tierra, un asentamiento rural en Moreno, en el que sus miembros debían producir sus alimentos y su vivienda. La experiencia fue un hito en la época: crearon una escuela (que actualmente dirige Caveri), una iglesia, impulsaron la autoconstrucción y favorecieron el poblamiento de la zona. La experiencia de vida comunitaria culminó en 1976.
Toda la obra de Caveri lleva esa impronta sencilla y austera. Aunque sus trabajos evolucionaron, en su última realización, el Centro de Rehabilitación Psicofísica Memorial Fidel y María Moreno, en Escobar, se mantienen los fundamentos de su arquitectura: líneas curvas, terminaciones encaladas y sin ornamentos, y ante todo la convicción de que su obra debe tener un sentido, y ése es estar cerca de la tierra y de su gente.