Chanta Cuatro, o la vuelta de Gardel a la esquina Anchorena
En el legendario barrio del Abasto, se reabrió un tradicional restaurante
1 minuto de lectura'
Con la presencia del centro comercial situado en el magnífico edificio del antiguo Mercado de Abasto se produjo en el barrio del mismo nombre una renovación que avanza de manera lenta, pero firme. Hay en el entorno nuevos edificios, un hotel de jerarquía internacional y se advierte la reforma de locales para ponerlos a tono con un nuevo clima.
En ese movimiento se inscribe la reaparición del que fue, de acuerdo con algunos datos, el primero de los comercios de su tipo instalados en las cercanías del incipiente Abasto Proveedor: el Chanta Cuatro, que en 1893 instaló su fonda y cancha de bochas en la calle Anchorena.
Más de cien años después, hace pocos días se abrió al público el flamante Chanta Cuatro que, gracias a la iniciativa de un grupo de empresarios y artistas, se reinstala en el cruce de la calle Anchorena con la peatonal Carlos Gardel.
El arquitecto Eduardo González se preocupó por respetar la fachada original, soportada interiormente por nuevos tabiques de hormigón que enmarcan geométricamente el espacio principal. Este recinto está conformado por el salón de doble altura y su escenario, con la intención de lograr las mejores visuales desde los posibles ángulos de la sala.
Así, la actividad se concentra en el gran salón principal de la planta baja y las bandejas del primer piso, que rodean al escenario donde lucen los espectáculos musicales.
La disposición del salón en el sentido longitudinal del lote ubica a sus espaldas los servicios de gastronomía. Los apoyos generales (salas de máquinas, vestuarios, camarines, guardarropa y baños públicos) se alojan en el subsuelo.
Si bien las fachadas se remontan a fines del siglo XIX, la ambientación interior recupera la atmósfera de los años 20, con un cuidadoso estilo de decoración de época.
El edificio cuenta con aire acondicionado de tipo Roof Top, con frío y calor para todos los ambientes principales. Hay sistemas de detección y combate de incendio, iluminación de emergencia, control de accesos y circuito cerrado de TV. La iluminación tiene elementos embutidos y otros de tipo decorativo con artefactos de época.
En los sanitarios se recuperan también los acabados de época con la comodidad de los accesorios actuales.
En la parte escénica, la instalación de audio (Todomúsica SA) cuenta con elementos de avanzada (Soundcraft, Tascam, Shure, AKG, etcétera) y el resultado es un espacio con todos los detalles para ofrecer la mejor calidad de sonido.
Un centro que renace en la ciudad
En los años que corrieron entre la década del treinta y el cincuenta, la zona del Abasto tuvo rasgos de un genuino centro cultural. Varios teatros, salas de baile (por allí dictaba cátedra el famoso Cachafaz) y las cantinas donde se promovía a figuras como Gardel, conformaban un circuito que tenía gran atracción.
Con este marco, el brillo luminoso de la esquina de Anchorena y Carlos Gardel empieza a devolver al lugar la intensa vida que durante todo el día agitaba al Abasto y su entorno en tiempos pasados.
En Anchorena y Corrientes estaba la fonda Cinco el Plato, donde todas las comidas costaban cinco centavos. En Anchorena 533 estaba el Universal, cuyo patrón era don César Menotti; al lado había un café-garito llamado La Cueva, que tenía como vecino otro café: el Torino.
Y en la otra esquina de esa cuadra corta y tan atractiva estaba el mítico Chanta Cuatro. Del otro lado del mercado, sobre Agüero, estaba el Rondemán (en la esquina con la calle Humahuaca) de los Traverso, donde se dice que guardaba su guitarra Carlos Gardel, que allí estrenó Mano a Mano.
La reapertura del Chanta Cuatro es, pues, un síntoma claro de renacimiento para un barrio que fue, hasta los años cincuenta, un auténtico centro cultural de la ciudad.



