Con los materiales del lugar
El Jardín Botánico de Córdoba se construyó con piedra, hormigón, vidrio y madera locales
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CORDOBA (De un enviado especial).- En una zona alejada del centro de esta ciudad capital, en un predio que se destinó a depósito de basura por largo tiempo, hoy se encuentra un edificio que llama la atención porque no intenta deslumbrar con gestos grandilocuentes y que, en cambio, traduce en sus formas, proporciones y materiales el espíritu de los habitantes de esta región: calidez, inteligencia y nobleza.
El proyecto del Edificio Central del Jardín Botánico Córdoba, desarrollado entre 1996 y 1997, y construido en 1998 por el estudio local de los arquitectos Carlos Barrado y Mónica Bertolino, se localiza en el Parque del Infiernillo, en el barrio Quebrada las Rosas, un sector de Córdoba revitalizado por su aparición y que poco a poco ha ido ocupándose con viviendas, barrios privados, discotecas y bares.
También está a pocos metros del edificio de la Universidad Libre del Ambiente, interesante edificio construido con materiales similares, donde funciona la Escuela de Capacitación Técnica, Artes y Oficios para docentes y público en general. Ambos edificios son obra de la Municipalidad de Córdoba, durante la Intendencia del doctor Rubén Martí (1991/1999), "dentro de una política de revalorización, recuperación y creación de áreas verdes en numerosos sectores de la ciudad que se encontraban deteriorados o en estado de abandono", señalaron los arquitectos Barrado y Bertolino.
El nuevo edificio del Botánico se liga entonces a las reservas naturales del arroyo el Infiernillo y del río Suquía (que cruza por el centro de la ciudad), con una superficie cubierta de 2008 m2 y 11 hectáreas de parque, y alberga instalaciones científico-técnicas que apoyan la investigación, preservación y reproducción de la flora autóctona.
Está compuesto por dos sectores claramente definidos: uno destinado a las exposiciones y recorridos (invernáculo, salas de exposición, acuario y aviario) y otro para la investigación (laboratorios, herbario y biblioteca), articulados por una plaza (cubierta sólo en la parte del ingreso principal).
Sobre la calle Igualdad hay muros de piedra y un portón jaula metálico (cuya estructura es de tubo revestido por una malla, y que contiene piedras en su interior), que cierra el conjunto. Desde este punto se tiene una visión próxima del invernáculo, exhibido como un símbolo: una imponente caja con estructura metálica interna y piel de vidrio, de aproximadamente 10 x 40 de lado y 15 m de alto, acondicionado por un sistema de vaporización de agua, que crea un microclima de 50 grados de temperatura.
Además, se propuso un cañadón natural como espejo de agua, que penetra en el edificio y se extiende alrededor de la caja del invernadero, contribuyendo así a separar la flora exótica que alberga, y que funciona como un importante regulador de la temperatura interior.
La arquitecta Mónica Bertolino, entrevistada por La Nación , explicó que "los temas de reflexión en el diseño fueron la luz como materia (en el contraste de los distintos valores de luminosidad y claroscuro); el juego de materiales opuestos y su expresión natural, exaltados a partir de un sistema de recorridos internos y externos demarcados por decks de madera, a diferentes niveles de altura, y que se proyectan hacia el paisaje como miradores en diversos puntos, intensificando la oferta visual y paisajística".
Se propuso piedra natural y hormigón a la vista para los volúmenes de salas de exposición y laboratorios (con estructura sismorresistente), y su imagen es austera y sintética, destacándose operaciones de sustracción, extrusión y plegado de las superficies a partir del recorrido del sol, que ingresa en los espacios o proyecta sombras sobre las grandes superficies macizas, produciendo distintos efectos plásticos a lo largo del día.
De igual manera por la noche, la iluminación artificial de los volúmenes dramatiza la composición, logrando que el invernadero se vea desde lejos como una linterna, y que las otras piezas más opacas se vean como cajas abiertas por rajas, grandes vanos y puntos de luz de distinto tamaño.
En el interior del edificio de investigación, los entrepisos son planos que vuelan y se pliegan formando antepechos, generando situaciones de balconeo, o de vecindad entre sí, con perforaciones que abren paso a escaleras con peldaños y barandas de madera.
También hay un volumen jaula de proporciones grandes, vecino al invernadero, que en el futuro estará habitado por aves autóctonas y, en las áreas circundantes al conjunto, pueden verse las máquinas que realizan las excavaciones que servirán para la formación de un lago y para la plantación de árboles. Aunque todavía no se completó la obra en su totalidad, la síntesis de las ideas que dieron forma a este edificio ya están capitalizadas por los usuarios.
Conceptos claros y en detalle
Deleite visual sin redundancias
Una de las cosas que producen más satisfacción al recorrer el Jardín Botánico de Córdoba es comprobar que la sentencia menos es más podría serle aplicada no por una falta de atención en el detalle, sino por todo lo contrario. Y el detalle entendido por los artistas-arquitectos no como una obsesión estéril, sino más bien como el total dominio de la forma, en sus proporciones, en la tensión del espacio: saber de manera clara cómo empiezan y terminan sus partes.
El hormigón, la piedra, el vidrio o la madera, por momentos son planos verticales u horizontales, rectos o curvos, macizos o perforados, alisados o al natural.
Todo el edificio es accesible y a cada paso no es difícil distraerse del recorrido. En el interior, con una gran ventana cuadrada que se abre al vacío; otras más pequeñas, salpicadas sobre un muro marcado por el rastro horizontal del encofrado de madera; un paño fijo de vidrio, de piso a techo, que es una pared de agua y deja ver las profundidades del estanque exterior.
Una porción de piso de vidrio que vuela y muestra bajo nuestros pies, al mismo tiempo, lo que pasa afuera y adentro.
Efectos de perspectiva logrados con la disposición de columnas lineales (dentro del edificio de investigación) y radiales (en la plaza).
La cubierta es el único punto que no se deja conocer: "Es una lástima", confió a este medio el encargado de mantener el edificio.
O es un misterio.



