Don Alvaro se queda en Rosario
Por Luis J. Grossman
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Hace algunos días hubo ocasión de experimentar en Rosario una vivencia singular. El arquitecto portugués Alvaro Siza, consagrado en el mundo entero con importantes distinciones internacionales, disertó en un auditorio colmado mientras en dos espacios contiguos se agolpaban centenares de arquitectos y estudiantes. Los organizadores del encuentro calcularon que se había reunido casi un millar de personas.
En una charla que tuvimos horas después, Siza me confesó que todavía le duraba la emoción que despertó en él el prolongado aplauso que estalló al término del acto. Y vale la pena aclarar que don Alvaro no es de aquellas personas que son muy demostrativas en cuanto a sus sentimientos. Al contrario, daría la impresión de que los concentra en el cigarrillo que lo acompaña todo el tiempo, difuminando su rostro silencioso detrás de una nube de humo.
De todos modos, lo interesante de esta noticia es que Alvaro Siza estuvo en Rosario y -a pesar de que ya retornó a Portugal- se quedará en esa ciudad. Porque ya se observa en la esquina de Buenos Aires y Uriburu la silueta blanca del Centro Municipal de Distrito Sur (CMDS), un conjunto edilicio que se convertirá a fin de este año en la primera y única obra de Siza en el continente americano.
En el CMDS, así como lo viene haciendo a lo largo de una pródiga trayectoria, el arquitecto portugués postula que los edificios no deben ser monumentos aislados sino que son parte del tejido de la ciudad. En varias oportunidades se refiere a la ortogonalidad del lenguaje adoptado y alude a una geometría implacable , la de nuestras ciudades.
Cuando alguien mencionó, refiriéndose al aspecto de la obra, la palabra austeridad, Siza subrayó que es un vocablo que no le gusta; prefiere mencionar la simplicidad y la contención como gestos de la creación.
En una oportunidad -relata- fui a buscar unos platos; yo los quería blancos, porque me gusta ver la comida con claridad sobre el fondo de la vajilla. Cuando me enteré de que eran más caros que los estampados o fileteados pregunté por qué sucedía esto, y me respondieron que era así porque los blancos debían ser perfectos, ya que no había nada que distrajera o disimulara las fallas con dibujos o adornos.
Así es la arquitectura de Siza, blanca, simple y perfecta. Y Rosario podrá mostrar su obra al tiempo que la utiliza intensamente como parte de su programa de descentralización municipal.



