Mirada de mujer
Cinco destacadas profesionales opinan sobre las diferencias de género a la hora de ejercer y cuentan cómo se las arreglan para compatibilizar el tiempo que dedican a las obras y a la familia
Paula de Elía sólo dispone de unos minutos para la entrevista. Mientras transcurre el Mundial de rugby y el lugar está lleno de hombres festejando el partido de los Pumas, apenas se la puede oír. ¿Qué dirían los hombres si se disputara la final de hockey femenino y las mujeres dejaran su trabajo para alentar a las Leonas?
La arquitecta Irene Joselevich, nieta de un ingeniero, hija de arquitecto y madre de Ana Rascovsky, de 34 años, también arquitecta, con quien comparte orgullosamente su trabajo, comenta: “Jamás interpuse un tema personal o familiar porque me habría resultado poco profesional”. Ni hablar de un evento deportivo. Irene insiste: “Las mujeres somos más ordenadas en el desarrollo de las tareas y el proceso constructivo”. Aprendió el oficio de chica, junto a su padre, nada menos que el arquitecto Alfredo Joselevich.
“Las mujeres tenemos la habilidad de tener muchas cosas a la vez en la cabeza, como el equilibrista chino con los platitos dando vueltas en el aire”, se entusiasma Irene.
La tradición familiar reside en pensar la arquitectura y el paisajismo como un todo. “Siempre nos gustó el paisajismo, además de la arquitectura con fuerte conexión con el entorno. Justamente el arquitecto que más me entusiasma en este momento es Eduard François”, comenta Ana Rascovsky que, junto con su madre, está construyendo un edificio de planta baja y cuatro pisos en la calle Vilela. Una lámina transparente de vidrio que forma un volumen rodeado por una malla que resultará de pantalla verde apenas se cubra de vegetación. “Estamos en América latina, y gozamos del privilegio del sol y el verde”, comenta con entusiasmo Rascovsky.
La arquitecta María Teresa Egozcue enfatiza: “Ante todo, creo en la capacidad de los arquitectos independientemente de su género. Capacidad, sensibilidad, inteligencia, compromiso, liderazgo, no son cualidades de género, sino de la persona, ya sea hombre o mujer”. María Teresa, de 64 años, está casada con el arquitecto Guillermo Vidal desde 1971, tienen 4 hijos y 2 nietos.
“Hemos conformado nuestra familia y trabajado juntos profesionalmente desde 1968 hasta ahora, y no tenemos planes para dejar de hacerlo. Por supuesto que tenemos un equipo fuertemente comprometido, en la actualidad con socias mujeres más jóvenes que nos alientan a seguir luchando.”
Para Egozcue, la maternidad es un tema complejo para compatibilizar con el trabajo: “En ese sentido he trabajado fuerte para poder hacer bien ambas cosas, pero he tenido mucho apoyo de mi marido y de mi suegra, sin cuya ayuda en los años que los hijos eran chicos todo hubiera sido más difícil”. Le atrae la arquitectura “con pensamiento fuerte y propuesta estética interesante, pero no avasallante y frívola, que consiga intervenir la realidad mejorándola, y no causando daños o agresiones al medio ambiente”.
El estudio trabaja con conceptos de arquitectura bioclimática y sustentable, valorando las obras que crean situaciones urbanas destacables para los habitantes que propenden a crear lugares de encuentro. “Me gusta el desafío de los edificios complejos, donde hay que compatibilizar morfología y funcionamiento, por eso me interesaron los hospitales y edificios complejos, porque al momento de proyectarlos requieren aguzar los recursos y el ingenio para resolver sus situaciones de contexto, programa, tecnología y forma”, comenta la arquitecta Egozcue.
Un largo camino
A la arquitecta Paula de Elía, de 39 años, divorciada y con 3 hijos, de 15, 11 y 8 años, el tema de la maternidad le influyó de manera decisiva.
“Los hijos me enseñaron más que las obras, te señalan todo el tiempo lo esencial. La dedicación hacia ellos es lo primero y es difícil trabajar de manera ininterrumpida porque sus primeros años te obligan a hacer pausas”, explica. No es hija de arquitecto, ni nunca tuvo pareja con un arquitecto y comenta: “Para una mujer, construir es difícil porque requiere de una buena coordinación, sistema, manejo del personal, rigor, técnica, administración, y esto es una cualidad que se asocia más con los hombres ya que parecería que ralmente cuentan con más recursos para esta tarea.
Sin embargo, no se puede generalizar ya que es una cuestión de capacidad que se aprende con el trabajo y a través de la experiencia y no una cuestión de género”, comenta de Elía.
Sobre sus preferencias, señala: “La arquitectura de Alvaro Siza es respetuosa, sutil y elegante, me interesan las resoluciones de una simpleza absoluta, pero de una complejidad que sólo resuelven los artistas”. Actualmente está desarrollando un proyecto de “casa alternativa”, incorporando otras disciplinas como el diseño industrial, gráfico y el paisajismo, para realizar respuestas más integrales. “Cada día me inquietan más las transformaciones que sufre la ciudad. Debemos reflexionar y asumir nuestra responsabilidad tanto por lo que hacemos como por lo que dejamos de hacer”, aclara de Elía.
Aquel viejo comercial de la década del 70 decía: “Has recorrido un largo camino muchacha”. Sin embargo, a pesar del camino recorrido, la arquitecta Martha Alonso Vidal, presidenta de la Asociación de Mujeres Arquitectas e Ingenieras, comenta: “No es casual que el Pritzker de Arquitectura lo haya ganado una mujer por primera vez después de 80 años”.
El honor fue para la arquitecta iraquí Zaha Hadid, que fue galardonada en 2004. En la última Bienal de Arquitectura habían 45 conferencistas y sólo dos eran mujeres. Los hombres aún hoy siguen llevando la delantera y esto les permite conservar los espacios de poder y exposición.
En Internet
www.pauladeelia.com
www.joselevichrascovsky.com
www.anarascovsky.com
María Teresa Egozcue, arquitectos@evpp-arq.com.ar
Martha Alonso Vidal, www.arquitectura.com/amai