TIGRE CLUB: de casino a Museo Municipal
Concluyen las obras de restauración del legendario edificio sobre el río Luján. Albergará una valiosa colección de pintura rioplatense
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Están por finalizar las obras de recuperación y puesta en valor del antiguo Tigre Club, sede del legendario Casino inaugurado en 1913, frecuentado por la sociedad de la época. En septiembre, cuando se abra al público, el edificio estará totalmente dedicado a la cultura, ya que la Municipalidad de Tigre inaugurará allí su Museo de Bellas Artes.
Esta iniciativa del intendente local Ricardo Ubieto comenzó en 1990 con la decisión de recuperar el edificio como centro cultural, pero luego se resolvió que sería el Museo Municipal, dedicado a la pintura rioplatense, tema que hoy no cuenta con una colección específica en el área metropolitana de Buenos Aires. Los trabajos en el Tigre Club son parte de las 25 obras públicas en ejecución (edificios escolares, centros de salud, piletas con climatización, mejoras en cementerios e infraestructura), y totalizan 138 km2 de superficie continental y un sector aún mayor insular, a cargo el subsecretario de Obras Públicas de Tigre, arquitecto Guillermo Zwanck.
El Tigre Club es propiedad municipal desde 1978; fue declarado monumento histórico nacional en 1979, y entre 1983 y 1997 funcionó allí el Concejo Deliberante. Décadas de abandono y uso inapropiado dejaron al edificio, de arquitectura academicista y lujosos materiales, en estado casi ruinoso, a punto de colapsar. La tarea de recuperación se encaró con rigor técnico e histórico, con trabajo artesanal y meticuloso, a cargo de especialistas.
"En primera instancia se procedió a la consolidación estructural. La estructura metálica de las columnas por falta de mantenimiento y filtraciones se oxidó, rompiendo el revoque de piedra parís. Hubo que llegar al alma de las columnas, sacar lo oxidado, consolidar, y rehacer los revoques, todo por sectores, de allí el extenso plazo de ejecución", explica Zwanck.
La terraza que cruza sobre el Paseo Victorica para llegar al río Luján, escenario de los bailes de antaño, mostraba un gran deterioro. Allí se retiraron casi 100.000 baldosas hexagonales originales de mármol de Carrara; se pulieron una por una, y, previa restauración de la losa, se volvieron a colocar. Este trabajo llevó dos años. Los pisos de roble de Eslavonia se repararon con madera de la misma época obtenida de toneles de vino, tarea que llevó cuatro años. Se reparó la araña central, de cristal de roca, de las que sólo hay tres en el mundo. La escalera de mármol de Carrara debió ser desmontada por partes, luego recolocadas, para reemplazar la estructura metálica.
Había estucos con siete manos de esmalte sintético encima, en los que se descubrió con cateos, la capa original, lo mismo que los dorados a la hoja. Todas estas tareas las inspecciona diariamente el arquitecto Hugo Maciñeiras, director de obra.
Mediante un convenio con Edenor, se obtuvo un estudio lumínico realizado por los técnicos franceses que iluminaron la Torre Eiffel, que contempla una iluminación diferenciada para días comunes y festivos.
El respeto por el edificio llevó a transformar el Paseo Victorica en peatonal bajo la terraza, para evitar nuevos deterioros producidos por el tránsito vehicular, y especialmente de colectivos. Justamente junto al Tigre Club, en el antiguo sitio del Tigre Hotel, estaba la terminal de la línea 60, predio que fue adquirido por la Municipalidad para construir allí la nueva sede del Concejo Deliberante.
Lugar de reunión de destacadas figuras nacionales
Construido en 1910, el Tigre Club fue proyectado y dirigido por el arquitecto francés Pablo Pater y el ingeniero Emilio Mitre. Con acceso principal sobre Paseo Victorica 972, el edificio se levantó con los mejores materiales de la época traídos desde Europa: escaleras de mármol de Carrara; espejos venecianos; barandillas de bronce y de hierro forjado; estucados con ornamentaciones doradas en los fustes de las pilastras; arañas de cristal de roca y baccarat; vitrales importados y pisos de roble de Eslavonia. El cielo raso del salón principal está decorado con un fresco del artista español Julio Vila Pradés.
El lugar se convirtió rápidamente en el centro social, turístico y recreativo más destacado del país. Se reunían allí las principales familias, que llegaban en lanchas por el río Luján. Frecuentaron el Club desde el presidente Julio A. Roca hasta el poeta Rubén Darío, que escribió allí su poema Divagaciones.
A partir de su apertura en 1913, el casino funcionaba cuatro días por semana entre diciembre y marzo. Con el vecino Tigre Hotel, destruido por un incendio en 1940, fue el centro de las salidas veraniegas de las primeras décadas del siglo XX.



