Tras la huella de los viejos maestros
Tras 20 años de trayectoria ininterrumpida, el nuevo Catalinas abrió sus puertas al público el mes último en la planta baja del hotel Lancaster; la antigua locación pasó a ser propiedad de Iván Robredo y funciona ahora con el asesoramiento de Ramiro Rodríguez Pardo con el nombre de Trajamar
Amedida que avanzaban las conversaciones para trasladar las instalaciones del exitoso restaurante Catalinas, con más de 20 años de trayectoria a cargo del chef Ramiro Rodríguez Pardo, la preocupación de Iván Robredo iba en aumento. El autor de ambas ambientaciones pensaba que sería difícil mudar también el charme, entre clásico y distendido, que caracteriza el lugar. "Especialmente al ver la solemnidad, el predominio de los colores verdosos en las paredes estucadas, las cortinas pesadas impidiendo el paso de la luz, el aspecto de venido a menos que tenía el otrora brillante restaurante del hotel Lancaster", recordó.
En menos de tres meses
La oferta vino de la mano del empresario chileno Mario Paredes, y en menos de tres meses, a mediados de noviembre último, el nuevo Catalinas abrió al público (con el típico reloj y todo) en Reconquista 850, mientras que, con el nombre de Trajamar, la antigua locación pasó a ser propiedad de Robredo y funciona, ahora, con el asesoramiento de Ramiro.
A la inversa, dicen a coro estos socios y amigos, unidos por dos expresiones culturales en apariencia tan diversas como lo son la arquitectura y la gastronomía. "En esta profesión siempre se encuentra a algún maestro que deja huella. En mi caso, sucedió cuando seguía la carrera eclesiástica en Santiago de Compostela; allí me enseñaron disciplina, buen gusto y calidad", confiesa Rodríguez Pardo.
Con una capacidad para 106 comensales, el gran salón se compone de tres espacios menores comunicados entre sí y fáciles de independizar, cuando la ocasión lo requiere, por medio de paneles corredizos. Cuadros de Rogelio Polesello adornan uno de los espacios; obras de Tato Benedit otro, y los de Josefina Robirosa el tercero.
"La propuesta gastronómica consiste en crear una nueva versión de Catalinas, más económico y con más servicios. Sumamos platos, ampliamos la oferta de pescados nacionales e importados y de mariscos, como ostras, cigalas y langostas", sintetizó Ramiro.
Catalinas fue Tenedor de Oro en la opinión de los restaurateurs porteños; ganó el premio al Mejor Restaurante de América latina y, en 1997, la Academia de la Ciencia y el Arte de la Cocina de Estados Unidos, le otorgó un disco de oro con las 5 estrellas de diamante por su desempeño en un servicio para 100 personas en Singapur.
"El Lancaster es un edificio emblemático del Buenos Aires de los años 40 y principios del 50. El lenguaje, conreminiscencias inglesas es austero y elegante, así que el proyecto para el nuevo restaurante se realizó siguiendo las líneas edilicias y decorativas existentes, aunque buscando mayor calidez y luminosidad", comentó Robredo.
El cielo raso es original y alto, y las dos arañas venecianas de cristal de Murano, circa 1700, son objetos de colección traídos por la empresa, mejor dicho por Ramiro, amante confeso de las antigüedades. La combinación entre los apliques y las arañas pertenecientes al Lancaster, íntegramente restauradas, los ejemplares antiguos y los nuevos artefactos es excelente, al igual que la iluminación. A cargo esta última de Ernesto Diz, el resultado es una interesante combinación entre luz directa e indirecta.
"El gran salón tiene proporciones de privilegio, ya que el lado más largo es el que da a la calle. Se cambiaron los vidrios por paneles de doble cristal y cámara de aire para conseguir la mejor aislación térmica y acústica, sin modificar los vanos. Las cortinas son transparentes, tipo roman shade, rodeadas por un bandó hecho en jacquard de seda resistente, en tonos colorados. Las sillas, vestidas con chenille al tono, son cómodas, gráciles y originales", detalló el arquitecto Iván Robredo.
El cambio de guardia
Mientras Alejandro Bustillo concluía la célebre casa matriz del Banco de la Nación Argentina (1938-1952), de líneas neoclásicas, frontispicio con cuatro columnas enmarcando el acceso y techo de pizarras francesas, los arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre finalizaban el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Autores del edificio más alto del mundo durante la década del 40, el Kavanagh, el equipo integrado por Sánchez, Lagos y De la Torre participó de lo que entonces era la vanguardia moderna, los precursores del estilo internacional en el país todavía algo impregnados de los estribores del artdéco.
En el contradictorio y a la vez creativo período que va de 1935 a 1950, se inscribe la realización del Hotel Lancaster, en Córdoba y Reconquista. Atribuido a los arquitectos Acevedo, Becú y Moreno se dice que la mayor parte de sus obras podría enrolarse en el movimiento moderno, a excepción del Hotel Lancaster, claro está. Dueño de un estilo fuertemente asociado a la arquitectura tradicional inglesa presente, sobre todo, en las fachadas de ladrillo a la vista y en las ventanas con vidrios repartidos, goza de una profusión de molduras, un importante basamento de piedra almohadillada y un techo de pizarras, tres elementos típicos del academicismo afrancesado, aunque posee una planimetría más bien racional, casi modernista, razón por la cual se habla de una construcción ecléctica.
La decoración del edificio se realizó con los mismos parámetros de calidad y nobleza utilizados en las fachadas exteriores pero, por razones de bajo mantenimiento, poco queda de los interiores originales. El deterioro y el olvido dejaron exhausto a este ejemplar que brilló con estilo propio entre las glorias porteñas de los años cuarenta y cincuenta.
En recuperación "Aunque el edificio reclama obras de remodelación, interiorismo y aggiornamiento de la infraestructura existente como una nueva iluminación, sistemas de comunicación, seguridad, etcétera, la ocupación es completa, por este motivo debemos ir lentamente", aseguró Paz Bartolomé, actual gerente general del Hotel Lancaster. Bartolomé es española y no es la primera vez que su labor está comprometida con la recuperación de un hotel en decadencia, el grupo que compró la empresa es chileno y parte de los capitales provienen de los Estados Unidos.
Entre las obras previstas, algunas ya realizadas y otras en pleno proceso de construcción, cabe destacar la creación de un centro de salud destinado al cuidado físico de los pasajeros con solarium, gimnasio, sauna, masajes y peluquería; la transformación del piso 8°, ahora de oficinas, en el nivel para ejecutivos con 2 departamentos provistos con 2 suites cada uno; reformas en los pisos 7°, 6° y hasta planta baja; recuperación de la planta baja, el subsuelo, el petit salón o salón de té, el restaurante y otras tareas.
"Queremos capitalizar la tradición del hotel y devolverle su estilo. Para conseguirlo vamos a retomar algunas particularidades que lo caracterizaron en otros tiempos. Este es el caso del restaurante Catalinas, dirigido por su propietario, Ramiro Rodríguez Pardo, un chef de renombre internacional, ya en funcionamiento en la planta baja", sintetizó Paz Baldomero.
Características
- 1945-1950: hotel Lancaster atribuido a los arquitectos Acevedo, Becú y Moreno.
- 1950-1955: se alojan personajes ilustres, como el escritor Graham Greene y Rockefeller. El salón de la esquina o salón de té se convierte en un añorado clásico de las tardes porteñas.
- 1975-1985: siempre completo y ocupado por una clientela cuatro estrellas, en decadencia.
- 1985-1995: el deterioro y la falta de modernización lo dejan fuera del circuito cuatro estrellas.
- 1995-1997: el salón es vendido a un grupo empresario chileno.
- 1998: recuperación del hotel Lancaster.
- 1998: transformación a cuatro estrellas.
- 1998: tareas de reingeniería y el cambio de imagen con la gerencia general de la española Paz Bartolomé.
- 1998: recuperación del piso 9, gimnasio, sauna y gabinetes para masajes y belleza.
- 1998: firma el contrato para establecer un nuevo restaurante Catalinas, de Ramiro Rodríguez Pardo, en el antiguo Gran Salón del hotel Lancaster, ubicado en Reconquista 850.
- 1998: hacia fines de julio comienzan los trabajos de reforma y ambientación del Gran Salón del hotel Lancaster, a cargo del reconocido especialista arquitecto Iván Robredo.
- 1998: la cocina es totalmente remodelada con equipamiento de última generación aportado por Ingeniería Gastronómica.
- 1998: la línea de frío se trae directamente desde España.
- 1998: es necesario rehacer los conductos de ventilación y tirar 50 metros de caño en el cielo del centro de la ciudad.
- 1998: remodelación del piso 8 destinado para pasajeros bussiness, todavía en obra
- 1998: a principios de noviembre último se realiza la inauguración del nuevo Catalinas en la planta baja del hotel Lancaster.
- 1998: el salón divisible en tres sectores independientes puede albergar hasta 106 comensales.
- 1998: Catalinas mantiene su nivel, la vajilla es alemana Villeroy & Boch y hay 14 diseños diferentes para combinar según la ocasión.
- 1998: la cristalería es Riedel, austríaca y la mantelería es de hilo.
- 1998: el restaurante permanece abierto para almuerzos y cenas.
- 1998: con 20 años en el mercado, el nuevo Catalinas mantiene el mismo equipo de cocina y el de salón, pero los precios son más bajos.
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