Una reacción frente al barroco
Es un "llamado al orden", como dice Le Corbusier, o una "puesta en vereda"
1 minuto de lectura'
El neoclasicismo surgió en el siglo XVIII en Francia e Inglaterra como reacción frente a los "excesos del barroco". El lector pensará que es barroca la música de Juan Sebastián Bach, y no le parecerá excesiva. No solamente la música es barroca. Las curvilíneas iglesias en Roma de Borromini y Bernini, las esculturas de este último, merecen ese calificativo que, según dicen, se aplicaba originariamente a las perlas deformes o defectuosas. Menos conocidas son las iglesias de la Alemania católica, asombrosamente decoradas y estrictamente contemporáneas de Bach. El neoclasicismo es un llamado al orden . (Esta frase, rappel a l´ordre , es usada llamativamente por Le Corbusier en Hacia una Arquitectura .) Es algo que les gusta a los franceses, llamar al orden a los demás, ponerlos en vereda en cuestiones de arte. Los primeros teóricos antibarrocos fueron italianos, pero Francia era más prestigiosa en el 1700 y los escritos de los italianos fueron opacados por los que se produjeron al Norte de los Alpes.
El neoclasicismo es aburrido , comparado con el barroco: digámoslo ya. Pero tiene algunos méritos, como la racionalidad y la severidad; es construcción honesta y no escenografía, como el barroco en su etapa final. Estos valores morales son reforzados por el redescubrimiento de los templos griegos.
Este hecho aparentemente improbable se produce hacia la mitad del siglo XVIII, cuando unos estudiosos, el más conocido de los cuales es Leroy, visitan y dibujan los templos de Atenas. Pocos años antes otros habían descubierto que a un paso de Nápoles había templos griegos, en Paestum. Esta arquitectura, que había sido fuente de la arquitectura romana, que a su vez era la fuente de la renacentista, era muy diferente de las ruinas de Roma. Tanto como para que se creyera, antes del peregrinaje a Atenas, que los ejemplos del sur de Italia eran apenas antecedentes rudimentarios de la arquitectura de Roma. Al salir del error, "cayó un velo de sus ojos", como se decía en las novelas.
La arquitectura griega reforzó la idea de que algo tenían de falso las arquitecturas del Renacimiento. Estas últimas eran pródigas en columnas que no sostienen, cosa que los griegos no empleaban.
Todo era necesario en el templo griego, según la particular óptica de sus nuevos fans , que estaban tan acostumbrados a lo superfluo que esta pureza los deslumbró. La arquitectura griega era verdaderamente pura -como son los orígenes- y sus copias, defectuosa corrupción. Momento oportuno para una llamada al orden artístico.
Los griegos, además, eran los inventores de la democracia. Las repúblicas de comienzos del siglo XIX necesitaban símbolos de la democracia y los encontraron en la arquitectura de los griegos, creadores de ese sistema político. Todo esto suena a romanticismo y, efectivamente, lo es. Durante el gobierno de Rivadavia se ejecuta una fachada clásica -relativamente griega- para la Catedral de Buenos Aires, que adentro sigue siendo una iglesia colonial.
El trabajo estuvo a cargo de Próspero Catelin, un ingeniero francés, como corresponde. Este operativo estético-político repite uno anterior realizado después de la Revolución Francesa con el templo de la Madeleine en París, envuelto en templo griego de estilo corintio cuando por lógica debía ser, como su interior, abovedado.
Es que estaba inconcluso y los edificios inconclusos son una tentación irresistible para los gobiernos. De todos modos, la Catedral -una fachada democrática para un interior colonial- es casi un autorretrato del centralismo porteño y los años que vendrán. Piénsenlo así al cruzar la Plaza de Mayo.
Fuerte y severo
- Por el carácter que se desprendía de su fisonomía, los edificios neoclásicos fueron adoptados en todo el mundo para todas las construcciones relacionadas con lo que se identifica con la autoridad y la cosa pública. No importa la ciudad o el país donde uno se encuentre, el Ayuntamiento, el banco principal, el Parlamento o la casa de gobierno tendrán los rasgos que definen ese estilo: una columnata a la que se llega después de subir una escalinata, un frontis triangular culminando el frente principal y los elementos propios de la arquitectura grecorromana como ingredientes siempre presentes. Incluso en la enseñanza, la escuela Roca o las facultades de Derecho e Ingeniería son ejemplos de ese lenguaje.
El autor es arquitecto y profesor titular en la Universidad de Belgrano



