Pensemos un instante en un enorme jardín con una palmera, olivos, cítricos, romeros, ombúes, palos borrachos, malvones, jazmines y rosales. Un espacio abierto, ideal para relajarse, ubicado en el corazón de una edificación bellísima y caracterizada por su estilo heterógeneo, que cruza la arquitectura neocolonial (imponentes balcones típicos de la Lima de los años del Virreinato) con la impronta andaluza (bancos y fuentes de cerámica de Talavera de la Reina).
Un aljibe de mediados del siglo XIX, vistosas mayólicas que fueron sello de la influencia árabe en el sur de España, una enorme enredadera de hojas rojizas en invierno y de un intenso verde en verano que ha sobrevivido durante casi cien años, una casita inspirada en el barroco español... Todo eso, aunque cueste imaginarlo, tiene el Palacio Noel, ubicado en Suipacha 1422, en pleno barrio de Retiro y a pocos metros de la transitada Avenida del Libertador. Allí funciona el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, cuyo jardín acaba de ser completamente restaurado.
Vale la pena conocer el lugar, queda claro. Y una buena razón para hacerlo hoy mismo es la exposición que se inauguró hace unos días y se mantendrá activa hasta el domingo 19 de agosto, orientada a revisar antecedentes, ideas y propuestas de un antiguo Plan de Estética Edilicia que tuvo Buenos Aires a través de pinturas, litografías y fotografías antiguas, planos originales, vistas y cortes de las distintas construcciones programadas, collages, videos y propuestas digitales interactivas, toda información que revela las necesidades que empezaba a plantear el crecimiento de una ciudad destinada a convertirse en metrópoli. El atractivo de la visita se potencia con un buen recorrido por el Palacio Noel, cuyo diseño americanista es todo un símbolo de una época de la arquitectura argentina.
En 1925, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires publicó el Plan Regulador y de Reforma de la Ciudad, un trabajo elaborado por la Comisión de Estética Edilicia creada dos años antes y presidida por el intendente municipal Carlos Martín Noel. Uno de los integrantes de esa Comisión era el arquitecto Martín Noel, hermano del intendente, presidente de la Comisión Nacional de Bellas Artes y responsable del diseño del lujoso Palacio.
"El Palacio Noel se construyó en un momento en el que había un renacimiento del nacionalismo en las artes en general. La época de Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones... Martín Noel es uno de los pioneros de lo que se conoce como colonial argentino -cuenta Juan Vacas, director general de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad-. Se repensó la arquitectura argentina en relación a la estética colonial, sobre todo la que se había desarrollado en ciudades como Cuzco y Lima. La arquitectura de Buenos Aires siempre fue un poco más pobre porque acá no había piedra, entonces se construía con adobe y ladrillo".
Historiador del arte hispanoamericano, ensayista y político fallecido en 1963, Martín Noel fue uno de los principales impulsores del estilo neocolonial en la Argentina, a pesar de haberse formado en la École Special d´Architecture de París y la École de Beaux Arts de la capital francesa. Su obra arquitectónica se extiende por gran parte de Latinoamérica. Para construir el Palacio, compró tres terrenos sembrados de olivos. Ubicó muy cerca de la entrada su atelier, una especie de capilla, y más al fondo la residencia de su hermano Carlos. Aprovechó el desnivel natural de la barranca en la que está ubicada la edificación para construir un jardín con declive que baja hasta el pabellón de acceso.
En la primera planta de la casa -lo que los italianos llaman piano nobile- están los salones de recepción, una pequeña sala, un comedor de planta octogonal y una gran biblioteca. En el primer piso, todos los cuartos privados de la familia y el pabellón de cocheras. La fachada es claramente neocolonial.
La embajada de los Estados Unidos alquiló el Palacio durante unos años (cuando Franklin D. Roosevelt visitó la Argentina, en 1936, se alojó allí), hasta que la familia Noel decidió vendérsela a la Municipalidad porteña, que creó en el lugar el Museo Colonial. A fines de los años 40 se sumó al Museo la valiosa colección de arte de Isaac Fernández Blanco.
Una necesaria puesta en valor
El plan de puesta en valor que llevó a cabo el gobierno de la Ciudad en este museo, que linda con la pintoresca casa en la que vivió el famoso escritor Oliverio Girondo, incluyó la restauración de todo su interior, la recuperación de un balcón con vista al jardín, la colocación de plantas y el trabajo de pendientes para mejorar el sistema de desagüe. También se renovó todo el sistema eléctrico, se recuperaron la fuente con todas sus mayólicas, los bancos y el muro bajo y se quitaron algunas especies de plantas que habían crecido espontáneamente y no eran parte del diseño original, lo que mejoró la entrada de luz natural.
"Es una casa que busca lo nacional, pero lo va a buscar a Perú. Si bien es un manifiesto de la arquitectura nacional, es a la vez súper francesa: la típica casa entre patio y jardín que es muy común en París -explica Vacas, nacido en La Pampa y también arquitecto recibido-. Tiene lógica, porque Noel se había formado en Francia. Pero lo particular del lugar es su eclecticismo: una estructura tipológica francesa, un lenguaje estilístico investigado en el Perú y en España, una mano de obra italiana y una estructura inglesa en los interiores. Esa mezcla no se da en otros lugares del mundo".
Vocal de la Comisión Nacional de Monumentos, Vacas admite que Buenos Aires es una ciudad que aun no cuida como debiera su patrimonio: "Tenemos mucho y muy heterogéneo, y esa mezcla es parte de la identidad de la ciudad y de su génesis, como se puede comprobar en fotos tomadas en las décadas del 10 y del 20. No es un problema que haya esa dispersión estilística. Lo que no colaboró demasiado fueron los constantes cambios de código, que permiten construir edificios muy altos en lugares donde hubiese sido mejor no hacerlo".
El Palacio Noel, de hecho, está rodeado de enormes torres -entre ellas, el famoso Edificio Kavanagh, un art decó de 1936 emplazado en Florida 1065-, lo que de algún modo, por contraste, realza su singularidad y su encanto. Tiene hoy una programación que incluye buenos conciertos de música de cámara (en el perfil de Facebook del museo aparece el calendario completo; hay clásica y tango, entre otros géneros). La idea de los responsables del lugar (el director es el licenciado Jorge Cometti) es aprovechar como escenario el jardín cuando el tiempo sea más adecuado, en primavera y verano. Está abierto durante la semana, de 13 a 19, y los sábados y domingos, de 11 a 19. La entrada cuesta apenas 50 pesos, lo que lo transforma claramente en un plan atractivo al alcance de todos.