Nueva cartelería urbana: ideada para orientar, puede pasar inadvertida
Cada vez hay más señales que indican la cercanía de sitios destacados o cómo combinar transportes; por la polución visual y el uso de tecnologías, el sistema no se aprovecha
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Con gran sorpresa, Luis Rivolta, empleado, de 53 años, descubrió que el cartel indicador de la calle Montañeses al 2100, en el Barrio Chino de Belgrano, está redactado en castellano? ¡y en chino mandarín! "No lo había notado. Y eso que paso por esta esquina todos los días desde hace 11 años", dijo.
Diez días después de la colocación de estos nuevos nomencladores, aún eran muchos los vecinos del barrio que no habían reparado en la novedad, según pudo comprobar LA NACION. La alta polución visual registrada en la zona por la profusión de carteles comerciales de todos los tamaños, formas y colores atenta contra una buena visibilidad.
El recambio de estas señales se inscribe en una iniciativa que desarrolla la Secretaría de Transporte de la ciudad, junto con otras áreas del gobierno: "Ciudad legible". Hoy, todavía resulta difícil guiarse para recorrer la ciudad, ya sea a pie, en bicicleta o en transporte público, debido a deficiencias en la señalización urbana. Según coincidieron especialistas consultados, el sistema aún necesita ser ajustado para funcionar de un modo integral que facilite la orientación de los usuarios.
Con el fin de revertir los inconvenientes y optimizar el desplazamiento por Buenos Aires, el proyecto busca por un lado facilitar combinaciones entre diferentes medios de movilidad: tren, subte, colectivo, metrobús, taxi y bicicleta. Así, por ejemplo, en toda la red de subte se renovó la cartelería y se instalaron planos que explican con gran detalle las conexiones posibles, como la lista completa de las líneas de colectivos que pasan por los alrededores y la ubicación de sus paradas.

Por otro lado, se pretende fomentar una exploración más intensiva de la Capital, para lo que se crearon "direccionadores", que indican la distancia hasta los centros de interés más cercanos. Por ejemplo, en Juramento y 11 de Septiembre, en Belgrano, uno señala que la intersección de Cabildo y Juramento se encuentra a dos minutos de marcha a pie, y que allí es posible tomar la línea D del subte y colectivos.
"Buscamos que caminar la ciudad no sea una actividad limitada a los turistas", explicó Juan José Méndez, secretario de Transporte porteño. Agregó que, con la incorporación de señalética con lenguaje universal o inclusive bilingüe, como la del Barrio Chino, los polos de interés resultan más accesibles.
En los últimos tres años, el gobierno colocó 1088 piezas de cartelería en el subte, el metrobús, los centros de trasbordo de las estaciones de ómnibus de Retiro y Belgrano Norte, y señalética peatonal en el microcentro y Parque Patricios.
"Hay muchos subsistemas de señalización que funcionan a la vez, pero sin una mirada globalizadora que los integre en un sistema general, como ocurre en ciudades como Londres o Berlín", explicó Pablo Cosgaya, profesor titular de tipografía en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA). Actúan como "fragmentos", dijo, mientras que el usuario es uno solo.
En igual sentido se expresó Raúl Shakespear, experto en diseño de señalización urbana: "Es imposible que la convivencia de distintos sistemas sea buena". En tanto, Carlos Venancio, responsable del estudio Marca y profesor titular de tipografía en la FADU, consideró que no hay una "identidad de parentesco" entre las distintas partes del sistema de señales.
Los vecinos, en general, también muestran resistencia. En la estación 9 de Julio de la línea D del subte, la jubilada Barbarita Libertad Haedo opinó que los planos que explican cómo combinar medios de transporte "son muy útiles". Pero su caso es aislado; según comprobó LA NACION, la mayoría de los usuarios no se detiene a leer.
"La gente no les da bolilla a los carteles y hace «preguntontas»", se lamentó Alberto, un comerciante de la estación Callao de la línea D. El mismo fenómeno observaron Nicolás Maresca, vigilador de la estación Corrientes de la línea H, y Sebastián Filipaz, que atiende un quiosco de revistas y es acosado diariamente a preguntas.
Como en el Barrio Chino, en las estaciones de subte la cartelería compite con una apabullante cantidad de publicidades, otros carteles del gobierno y murales artísticos. "Los sistemas de señalización son modificados con demasiada frecuencia, y los usuarios no terminan de «apropiarse» de ellos. A veces la gente confía más en las indicaciones de un tercero que en la cartelería oficial", explicó Venancio.
Otros, los más jóvenes, ya saben todo lo que necesitan antes de salir de su casa gracias a la tecnología. Como Mario Sciammarella, de 32 años, empleado administrativo, que -aclaró- estudia por Internet las combinaciones entre medios de transportes.



