Tag, el deporte extremo del arte
El término Street art es hoy por hoy tan amplio como decir “literatura”. Hay tantos tipos de Arte urbano como formas de escribir o ver el mundo.
El tag es el origen de todo esto, la forma más precaria, rústica y básica; pero no es nada nuevo. La idea de dejar la marca y delimitar territorio viene ya de fábrica para los humanos y animales. El tageo es el deporte extremo del arte, el subidón de adrenalina causado por la clandestinidad, es irresistible.
La obsesión por pintar persianas de comercios es un clásico a nivel mundial, se ve en todas las ciudades y es típico del tag y del graffiti. Es el A4 predilecto de los artistas del aerosol; si yo tuviera que pintar una persiana voy muerto, con pincel y rodillo es muy difícil.
Más allá del tag y el graffiti, el fenómeno del arte urbano en general (que incluye el muralismo, el esténcil, la pegatina de afiches, instalaciones, etc) es quizás la contraposición a la idea de una sociedad homogénea, donde todos piensan y sienten igual. La posibilidad de dar vuelta a la esquina y encontrarte con una obra de arte que quizás cambie tu forma de pensar o sentir, es lo opuesto a la distopía de la sociedad impoluta, de la pared gris, donde todo es predecible y está bajo control, donde el despliegue de la personalidad del individuo es una amenaza para el bien común. Un ejemplo de este accionar totalitarista se vio luego de el festival Latido Americano de 2013 que se desarrollo en Lima donde varios artistas internacionales pintaron murales en el centro histórico, para luego ser borrados por el siguiente alcalde de turno, Luis Castañeda Lossio, que lo consideró una amenaza a la calidad arquitectónica de esta ciudad.
El arte urbano a nivel mundial llegó a un punto de sofisticación tal, que según mi opinión, está al mismo nivel histórico de las Avant Garde de principios del siglo 20, pero al igual que estas vanguardias, corre el riesgo de quedar preso de las modas y tendencias, convirtiéndose en el establishment que intentó combatir. Es hoy por hoy, una de las manifestaciones más radicales y si se quiere, democrática del arte, porque en sí cualquiera puede salir a pintar en la calle. De hecho es ahora un boom, se ve mucha gente pintando, pero en mi opinión, muy pocos Artistas. Un artista de raza nunca persigue una moda ni hace obra para obtener un resultado. Lo hace porque no tiene otra opción, le salga bien o mal, este inspirado o no, para él crear es una necesidad. Un artista de raza es un trabajador del espíritu y la estética. El arte es al espíritu, lo que la ciencia es a la razón y ambos son fundamentales para el total desarrollo del potencial humano. El arte siempre contribuyó a aumentar la conciencia de la raza humana y debe ser preservado y alentado si queremos mantener una sociedad de espíritu libre y fértil. El tag es el principio del arte urbano, la pulsión básica de esta expresión.
El autor es artista plástico
Pablo Harymbat