Una zona que ya no resulta tentadora
Hay dos tipos de restaurantes: aquellos a los que vas porque te quedan cerca y cómodo -están en zona- y aquellos hacia los que sos capaz de moverte. Tal vez todavía siga funcionando para la gente del barrio, pero hace un rato -por lo menos dos años, tal vez más- que Las Cañitas no resulta tentador para quienes necesitan trasladarse hasta ahí (y quieren comer rico). No vale el viaje. Y los que van en auto saben que tampoco vale el incordio de estar dando vueltas y vueltas sin encontrar un sitio para estacionar.
"Perdió el glam", dicen algunos. "Cambió el público, ahora es más bolichero", mencionan otros. Pero más allá de esto, apreciaciones subjetivas, se quedó sin lugares fuertes a nivel gastronómico. Resisten algunos históricos como Novecento y Morelia, donde se sigue comiendo bien, pero, en general, abundan los restaurantes genéricos, sin personalidad o fruto de la improvisación -abren y cierren antes de que te des cuenta de que estuvieron ahí-, cadenas, parrillas o bares donde la comida es lo de menos.
De los restaurantes de autor que generaron cierto runrún en el último tiempo, ninguno está en los terrenos linderos con el campo de polo. Los chefs sub 40 prefieren instalarse en barrios periféricos como Colegiales (Astor), Montserrat (Chochán) y hasta Constitución (Aramburu Bis), zonas de Palermo menos saturadas (La Alacena, La Carnicería), barrios clásicos como Recoleta (Tarquino) o apuestan a polos gastronómicos en crecimiento, como los alrededores del zoológico (Mishiguene). Lo mismo pasa con las barras más relevantes hoy en la ciudad: no hay una sola en Las Cañitas.
En 2013 cerró Soul Café, después de 19 años, y a fines de 2014 la trattoria Eh, Santino. Dos símbolos del Cañitas memorable. "Ni loco vuelvo a poner algo en el barrio", decía Cristian Quintiero, creador de lugares que marcaron una época-Voodoo, Soul, Nina-junto con su hermano, "el Zorrito". Quintiero prefirió apuntar hacia una zona más tranquila y residencial, el Bajo Belgrano, para abrir su último emprendimiento, San Gennaro.
Algunos tal vez recuerden cuando Báez era doble mano y empedrada, cuando lo que pasaba en la noche de Buenos Aires ocurría en esas dos o tres cuadras, donde se podía comer bien, ir a un bar, tomar un cóctel, bailar. Esta Cañitas, con varios cambios fisonómicos mediante -ensanche de veredas e iluminación del aeropuerto- no existe más. QEPD.
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