
Implantaron por primera vez un corazón artificial autosuficiente
Con dispositivos anteriores, los pacientes debían vivir conectados a cables, tubos y consolas
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Luego de una histórica operación de siete horas, una persona de quien al cierre de esta edición se desconocía sexo y edad se convirtió, la noche del lunes, en la primera receptora del corazón artificial completamente autónomo jamás trasplantado en la historia de la medicina.
Su originalidad radica en que se trata de un órgano mecánico de reemplazo que va implantado dentro del organismo del paciente, evitándose así cables, tubos y enormes consolas que mantienen a la persona viva, pero sujeta a un mundo que finaliza en la puerta de su habitación.
La persona que recibió la prótesis se encontraba en estado desesperante: es que una de las condiciones para hacerse receptor del corazón, fabricado en titanio y plástico poliuretano traslúdico, era ser mayor de 18 años y padecer insuficiencia cardíaca en fase terminal sin ningún tratamiento posible (ni siquiera el trasplante), lo que se traduce en escasas posibilidades de sobrevivir más de 30 días.
La cirugía se realizó en el Jewish Hospital, que depende de la Universidad de Louisville, Kentucky, Estados Unidos. Los cirujanos a cargo, Laman Gray y Roberto Dowling, habían realizado operaciones experimentales en animales. Gray dijo que se trata del "mayor dispositivo médico desarrollado en la historia".
Según se indicó, el corazón artificial es fruto de tres décadas de ensayos de la compañía biotecnológica Abiomed Inc., de Danvers, Massachusetts, Estados Unidos, y el dispositivo se conoce con el nombre de AbioCor Implantable Replacement Heart (corazón implantable de reemplazo AbioCor). La información no fue clara respecto del precio del aparato, que oscilaría entre los 70 mil y 100 mil dólares.
David M. Lederman, presidente y director ejecutivo de la compañía, dijo a principios de este año que la empresa había recibido la aprobación de la Food and Drug Administration (la agencia federal que en los Estados Unidos regula los sectores de alimentos y medicamentos) para realizar al menos cinco pruebas en humanos. Si resultaban exitosas, podrían agregar otros 15 pacientes.
La meta de las pruebas es, según Lederman, "duplicar la vida de estas personas a 60 días". El empresario reconoció que todos los pacientes morirían, probablemente, porque la tecnología, si bien supone un neto avance respecto de dispositivos anteriores, aún posee fallas.
Sin embargo, uno de los enemigos más temidos de los implantes anteriores, las infecciones, en este caso se verían muy reducidas, dado que el paciente no está conectado a cables y tubos, como con dispositivos anteriores.
Otro de los riesgos de este tipo de implantes es la formación de coágulos o trombos, lo que acrecienta la posibilidad de accidentes cerebrovasculares (ACV) o strokes. Al parecer, el nuevo dispositivo no reduce significativamente este riesgo por limitaciones en su diseño.
Vida, pero complicada
Una vez que el corazón enfermo del paciente es removido en una cirugía a cielo abierto, se instala el nuevo dispositivo. La unidad que se implanta dentro del pecho pesa unos 900 gramos e incluye dos ventrículos artificiales y sus respectivas válvulas. También, un sistema de bombeo hidráulico con motor (sumamente silencioso), una batería interna y un tablero de comandos que se implanta en el abdomen, que controla y vigila las funciones cardíacas y aumenta la velocidad de bombeo del órgano según la necesidad fisiológica del paciente.
La fuente de alimentación del dispositivo es eléctrica. Su batería interna es recargable a distancia por medio de pulsos eléctricos enviados a través de la piel por una batería externa del tamaño de un pager, que tiene una autonomía de funcionamiento de hasta cuatro horas.
Como no está conectado a cables o mangueras, si el dispositivo artificial cumple su cometido y ofrece una sobrevida apropiada a los pacientes, teóricamente debería permitirles ducharse, cambiarse de ropa, trabajar, trasladarse y hasta mantener relaciones sexuales.
Los médicos intervinientes, que habían anunciado una conferencia de prensa esta mañana, prefirieron el mutismo total. Alan Gass, del Centro Médico Monte Sinaí, de Nueva York, dijo que "el silencio de los profesionales está motivado por la prudencia" y que debían comprobar primero si el paciente evolucionaba bien durante las 48 a 72 horas posteriores a la cirugía, sumamente críticas.
Posiblemente, la experiencia de implante de corazón artificial más difundida en el mundo no evoca un buen recuerdo: en 1982, el dentista de Washington Barney Clark soportó 112 miserables días de sobrevida luego del implante de un dispositivo bautizado Jarvik-7, que le causó, entre otras cosas, convulsiones, falla renal, problemas respiratorios y, finalmente, falla de todos los órganos.
Luego de este fallido intento, comenzaron a fabricarse dispositivos menos complicados, los de asistencia ventricular, que sin remover los cansados corazones les aportan renovada energía hasta -generalmente- un trasplante.
En los Estados Unidos mueren unas 700 mil personas anualmente por problemas cardíacos. Poco más de 100 mil son candidatos a un trasplante, pero sólo se dispone de 2000 corazones donados por año y la cifra tiende a disminuir porque gracias al uso de cascos y cinturón de seguridad hay menos mortalidad por accidentes.
"En la Argentina, la insuficiencia cardíaca terminal afecta a 3 personas por millón de habitantes, es decir, alrededor de 100", dijo el doctor Sergio Perrone, director médico de Trasplante Cardíaco y Pulmonar de la Fundación Favaloro. En cuanto a los trasplantes cardíacos, durante 2000 se realizaron 81 y en lo que va de 2001, 43. Actualmente, esperan un corazón en la Argentina 156 pacientes.
Identikit
Avances: los diseñadores del nuevo corazón aseguran que son cientos. Desde válvulas silenciosas hasta ventrículos absolutamente suaves que no producen coágulos.
Capacidad: cuando la persona se encuentra en descanso, bombea cinco litros por minuto, pero cuando desempeña una actividad se ajusta hasta un máximo de 10 litros por minuto.
Latidos: como el corazón humano, tendrá que latir 100.000 veces por día o 35 millones de veces por año. Los ingenieros de la empresa que lo diseñó lo probaron por el equivalente de 37 años, acelerando los latidos para reducir el tiempo.
Baterías: son de dos tipos: internas y externas. Estas últimas deben recargarse cada cuatro horas.






