Deportistas no videntes. Judocas que luchan contra la discapacidad
El arte marcial les brinda seguridad
Fabián Ramírez tiene 23 años. Es no vidente. Trabaja durante el día en la imprenta de la Biblioteca Argentina para Ciegos y concurre por las noches al gimnasio del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), donde se entrena como judoca. "En el judo podés luchar con gente vidente, lo que te permite no estar encerrado en el ámbito de las personas ciegas, como ocurre con otras disciplinas -explica-. Podés integrarte por medio de un deporte."
Es que desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado el camino que lo conduzca a la superación de sus propios límites. Así lo entiende este grupo de atletas no videntes. "Este deporte te da seguridad -afirma Fabián, que ha obtenido la medalla de plata en los Juegos Paraolímpicos de Atlanta ´96-. Antes, cuando chocaba con algo o alguien, me iba de boca al piso. Ahora me doy cuenta de que resisto más y que tengo mejores reflejos."
Fabián es uno de los judocas ciegos más destacados, pero no es el único. Sensei Yoriyuki Yamamoto es su profesor y ya ha entrenado a tres generaciones de no videntes. "Hace cuarenta años que tengo contacto con ellos y puedo decir que el judo les brinda una mayor confianza en ellos mismos", afirma.
Sensei significa profesor y no es casual que los atletas califiquen así a este japonés que llegó a Argentina hace casi medio siglo. Tiene 66 años y se ha destacado en seis campeonatos nacionales y uno sudamericano, que participó en las Olimpíadas de 1972, realizadas en Munich. Su vida se reparte entre el entrenamiento de los judocas que acuden a GEBA y la enseñanza ad honorem a los alumnos de la Escuela de Educación Especial para no videntes Nº 33 Santa Cecilia .
Los primeros pasos
En esta escuela los chicos ciegos aprenden sus primeros pasos con el profesor Yakamoto. "Primero les enseño a caer, así aprenden a proteger la cabeza y la columna -explica Yamamoto-. El contacto físico es fundamental, ya que no puedo decirles que miren para aprender. Siempre me intereso por averiguar cuáles fueron las causas por las cuales han perdido la vista. No es lo mismo un ciego parcial que un ciego total. Cada alumno es una historia distinta."
Fabián es egresado de esta escuela y en algunas oportunidades regresa para compartir la enseñanza de los más pequeños.
Profesor y alumno coinciden en la decepción que causa el hecho de que la mayoría de los chicos abandone la actividad una vez terminado el ciclo primario. "No es tan fácil resistir una continuidad en el judo -opina Fabián-. Es bastante complicado y a muchos se les hace pesado. Pero es una cuestión de perseverancia, ya que hay que transpirar y cansarse. El judo implica un constante movimiento y eso produce fatiga".
A las trabas obvias que se le presentan a cualquier deportista ciego se deben agregar las que son producto de la ignorancia y el egoísmo. Al no existir un número suficiente de judocas no videntes para organizar torneos locales, es necesaria la práctica con deportistas convencionales. Pero no todos se muestran dispuestos a participar de las competencias con personas no videntes.
Un combate de a dos
"Hay deportistas que no quieren luchar conmigo -se apena Fabián-. Esto se debe a que conmigo tienen que comenzar entrelazados y cuando luchan entre ellos no. A muchos no les gusta porque así cualquiera puede ganar o perder."
A la mayoría de los judocas se les hace difícil mantener el ritmo de competencia por motivos que abarcan desde la falta de tiempo para entrenarse hasta aspectos económicos.
Pero Fabián pudo conseguir ayuda monetaria de la Secretaría de Deportes luego de conquistar el segundo puesto en las Paraolimpíadas. Lamentablemente, el estímulo resultó ser efímero y hoy ya no cuenta con esa ayuda. Pero Fabián no se desalienta y trata de contagiar su entusiasmo a sus compañeros, tanto a los que recién comienzan como a los más avanzados.
El espíritu del judo dice que conocerse es dominarse y dominarse es triunfar. El judoca es el que tiene inteligencia para comprender lo que se le enseña, paciencia para enseñarlo a los demás y fe como para creer en lo que no comprende.
Fabián lo sabe: "Hay que tener constancia y ganarle al cansancio".
El judo, como deporte, intenta marcar una línea de conducta. El espíritu de la disciplina está contenido en postulados como los siguientes:
- Quien teme perder, ya está vencido.
- Sólo se acerca a la perfección quien la busque con constancia, sabiduría y con mucha humildad.
- El que practica judo no se perfecciona para luchar, lucha para perfeccionarse.