La pobreza deteriora el desarrollo mental
La malnutrición y la falta de estímulo son las principales causas. En un encuentro realizado ayer se discutió sobre el tema
En la ciudad de Buenos Aires, el coeficiente intelectual del 40% de los chicos provenientes de hogares con necesidades básicas insatisfechas es menor a 80, cuando la media oscila entre 90 y 110 puntos, revela un estudio realizado por la Unidad de Neurobiología Aplicada o UNA (Cemic-Conicet) sobre 700 menores de cinco años. Entre sus pares con necesidades básicas satisfechas, el porcentaje con ese coeficiente fue cero.
¿Cómo se explica esta diferencia? "Durante los primeros años de vida, la presencia de ciertos factores ambientales y familiares vinculados con la condición de ser pobre puede dar lugar al deterioro de la capacidad de procesar del cerebro -responde el doctor Jorge Colombo, director de la UNA y de la Fundación Conectar-. Si bien el cerebro es un órgano con un alto grado de plasticidad, estos daños de origen social no siempre pueden ser corregidos."
"Un chico con menos de 80 de coeficiente tiene un riesgo mayor de fracaso académico, ya que presenta déficit cognitivos relacionados con su capacidad de resolver problemas, desarrollar y ejecutar planes y obedecer reglas sociales -comenta el licenciado Sebastián Lipina, investigador de la UNA-. Y esto a su vez lo puede llevar al fracaso en su inserción laboral y social."
Cómo los distintos factores relacionados con la pobreza obstaculizan o traban el desarrollo mental de los chicos fue el tema central de la Jornada sobre pobreza y desarrollo mental infantil , organizada por la UNA y la Fundación Conectar, que se realizó ayer en el Instituto Universitario Cemic.
Menos nueve, más dos
El diagnóstico de situación que aporta el estudio realizado por los investigadores de la UNA es digno de consideración: "Hemos visto una postergación en la maduración de las capacidades cognitivas de los chicos menores de cinco años con necesidades básicas insatisfechas, a veces en límites muy preocupantes", asegura Colombo.
¿Cuáles son sus causas? "Generalmente se asocian estos efectos deletéreos sobre el desarrollo mental a una malnutrición durante el embarazo y los primeros años de vida -explica Lipina-. Durante su desarrollo, el cerebro necesita nutrientes para reorganizarse y tener sus circuitos preparados para responder a los requerimientos del entorno."
Menos nueve, más dos. Esta es la fórmula mnemotécnica que el doctor Esteban Carmuega, médico principal del Servicio de Nutrición del Hospital Garrahan, propone para tener siempre presente la ventana temporal de mayor vulnerabilidad para el desarrollo mental. "Los nueve meses de gestación y los dos primeros años de vida son el período de mayor velocidad de crecimiento y mayor necesidad de nutrientes; también el período de mayor fragilidad."
Un indicador de malnutrición durante el embarazo, el riesgo de bajo peso al nacer, es de 2 a 10 veces mayor en los hogares pobres, dice Carmuega. "Esto se debe al marco de pobreza, donde también hay un mayor riesgo de infecciones y de afecciones crónicas, control tardío del embarazo y mayor frecuencia de embarazo adolescente".
Barrio y hogar
Pero no es el factor nutricional el único que explica la perversa relación entre pobreza y desarrollo mental. "Los vecindarios pobres son de tal naturaleza que carecen de buenos recursos educativos, modelos sociales adecuados y redes sociales suficientes -dice Lipina-; tres aspectos que cualquier programa que pretenda mejorar la vida de estos chicos debe tener en cuenta.
"Otro aspecto fundamental es el nivel de estimulación que recibe el chico dentro de su hogar, y que está íntimamente asociado al nivel educativo materno", agrega. "Es muy importante interactuar con el chico, enriquecer la relación entre él y sus padres -continúa Colombo-. Además, hay que evitar el abuso físico del chico como medio educativo y evitar ignorar al chico que tiene que formar parte interactiva del grupo familiar y la sociedad."
"Estudios realizados en Tierra del Fuego, Lobería y Córdoba muestran que el nivel de desarrollo mental está altamente asociado con el nivel de estimulación que recibe el chico, que a su vez está asociado con el nivel socioeconómico del hogar", afirma la licenciada Isabel Cugnascu, investigadora del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni).
Mucho es lo que se puede hacer al respecto. "Después de años de trabajo descubrimos la utilidad de acompañar a los padres a través de pequeñas sugerencias para promover un mejor vínculo con sus hijos", cuenta la licenciada María Rosa Hohl, del Centro de Atención Temprana del Desarrollo Infantil, del Hospital de Lobería, Provincia de Buenos Aires.
"Permite recuperar los pequeños cuidados históricos propios de las madres que por distintas circunstancias esos chicos no están recibiendo -asegura Hohl- y que les permiten desplegar todas las potencialidades que tienen al nacer."
Desigualdad de condiciones
"Factores ambientales y familiares vinculados con ser pobre pueden dar lugar al deterioro de la capacidad de procesar del cerebro."
"En estos chicos hay un riesgo mayor de fracaso académico y esto, a su vez, puede llevar al fracaso en su inserción laboral y social."