Adopción: para los expertos, no hay que cambiar la ley sino cumplirla
La exministra Patricia Bullrich y la precandidata a diputada Cinthia Fernández dijeron que es necesario modificar la ley de adopción, los especialistas en el tema consideran que esto es un error y explican por qué
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“Hay que esperar un montón de tiempo para adoptar a un niño o niña”. “La burocracia es enorme”. “¡Se necesita cambiar la ley cuanto antes!”. Es muy común escuchar frases como estas y en todos los ámbitos, incluido el prime time televisivo. El sábado, estos argumentos fueron planteados en el programa que conduce Juana Viale, cuando la exministra Patricia Bullrich aseguró que la norma actual debe ser modificada porque “es terriblemente lenta” y “hay cientos de chicos sin poder ser adoptados y familias que quieren adoptar”. Algo similar sostuvo otra de las presentes en la mesa, Cinthia Fernández, actriz y precandidata a diputada.
Sin embargo, para los especialistas consultados por LA NACION, este tipo de planteos reflejan el desconocimiento que hay sobre el tema y una gran cantidad de “mitos” vinculados a la adopción, fuertemente arraigados en la sociedad, ya que el problema de los tiempos de espera no responde a ley. ¿Qué dice la normativa? ¿Por qué muchos chicos esperan una familia y no la encuentran?
“Cuando se habla de la ley de adopción se hace referencia a la legislación troncal, que forma parte del Código Civil y Comercial de la Nación, y que fue reformado en 2015, adecuándose a los estándares internacionales”, explica Rosa Cabral, abogada especialista en derechos de las infancias, identidad y adopción. Y detalla que “la reforma implicó una modificación sustancial en la manera de abordar estas situaciones, fue el resultado de un profundo debate desde la academia especializada y se incorporaron las pautas que fijó la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. Con esta la ley troncal se intersectan otras normas locales que en cada jurisdicción van a determinar el proceso a implementar ante un niño, niña o adolescente que tiene vulnerado su derecho a vivir en familia, y siempre desde “el llamado interés superior del niño”.
Para Fabiana Isa, psicóloga, especialista en adopción y extitular de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Dnrua), ese es “el cambio más importante, que puso al niño en el centro de la escena”. Isa sostiene que “antes se tenía una mirada más ‘adultocéntrica’, donde el foco estaba en la voluntad de los adultos de ser padres”, mientras que “este nuevo paradigma prioriza el derecho del niño a tener una familia”.
La norma también enuncia el respeto al derecho a la identidad, el agotamiento de la posibilidad de permanencia en la familia de origen, la preservación de los vínculos fraternos y el derecho de los chicos a ser oídos, además de establecer la obligación de que el niño o niña, a partir de los 10 años, dé su consentimiento para ser adoptado.
“La legislación en tema de infancias es buena, es respetuosa con los estándares de derechos humanos en la materia”, plantea el juez Pablo Raffo, del Juzgado de Familia N° 2 de San Miguel. Desde su mirada, la ley “tiene mala fama porque a menudo se plantea el problema desde los adultos: sus tiempos, sus deseos de ser padres, sus miedos, la ansiedad, la idealización de la paternidad y la maternidad”. Por eso, pide cambiar de perspectiva: “Debe pensarse desde la necesidad de los niños y niñas. Cuáles son sus derechos, qué tiempos necesitan, cómo se desarrolla el proceso de aceptación de la figura adoptiva, y sobre todo cómo procesan el desvínculo con su familia de origen”.
El tema de “los tiempos”
En busca de acortar los tiempos, Cabral explica que una de las principales modificaciones a la ley “es la determinación de plazos cortos y obligatorios de cumplir para los jueces”. Hay tiempos máximos para que se dicte la “situación de adoptabilidad”: 180 días para los casos en los que el Estado intervino con una medida excepcional de abrigo (es decir, definir si vuelven o no con su familia de origen o ampliada); 30 días para cuando los padres hayan fallecido y/o no se pueda encontrar la familia; y 45 días después del nacimiento si los padres deciden que el niño sea adoptado.
En todos los casos, son plazos prorrogables, que es lo que suele ocurrir, muchas veces transformándose en largas esperas. Cuatro años es el tiempo promedio que, según referentes y organizaciones, aguardan las niñas, niños y adolescentes institucionalizados, algo que responde a falencias como la escasez de recursos en los juzgados, la falta de equipos interdisciplinarios o la nula perspectiva en infancia, pese a que la legislación sí tiene esa mirada.
En este sentido, la jueza de familia Agustina Díaz Cordero, titular del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 23, asegura que “el problema no es la ley de adopción”, pide respetar los tiempos establecidos y, por otro lado, trabajar en la disponibilidad adoptiva de los postulantes, ya que “la mayoría de los chicos son más grandes en edad que las expectativas que tienen los padres adoptantes”.
Para mejorar los plazos, la magistrada entiende que hacen falta recursos suficientes y profesionales idóneos y en cantidad necesaria para que, en tiempo razonable, se puede saber si un niño requiere la vía de la adopción o debe volver a su familia de origen. “En el caso de la Ciudad, los juzgados de familia no cuentan con un equipo interdisciplinario, aunque está establecido en la legislación”, explica Díaz Cordero.
Y si bien reconoce que “a veces declarar la situación de adoptabilidad es difícil”, considera que el tema no puede extenderse más de un año. “Tenemos una legislación adecuada, pero faltan respuestas más rápidas en el sistema administrativo”, afirma.
Sobre la disponibilidad adoptiva, la jueza es contundente: “No hay prácticamente bebés en adopción; en cinco años tuve solo dos. La mayoría de los postulantes se inscriben para niños de hasta 2 o 3 años, y cuando el tiempo trascurre y no los llaman, amplían un poco más. Entonces, para quienes solo buscan niños pequeños, la espera va a ser larga”.
Del total de chicos en hogares –casi 9000 según datos de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación (Senaf)–, un 10% tiene declarada su situación de adoptabilidad. En otras palabras, están con la mochila al hombro. Entonces, ¿por qué no son adoptados por los casi 3000 postulantes inscriptos en los Registros a Aspirantes a Guardas Adoptivas de todo el país? Sucede lo que señala Díaz Cordero: la mayoría de las chicas y los chicos que esperan ser adoptadas tienen más de 6 años y la mayoría de los adultos inscriptos para adoptar buscan bebés de hasta un año.
“La ley está y es clara –agrega Fabiana Isa–, lo difícil es comprender que no hay adultos disponibles inscriptos en los registros para ahijar niñas y niños mayores de 10 años o con situaciones de salud, adolescentes o grupos de hermanos”.
Según datos de la Dnrua, actualmente hay 2997 personas y parejas inscriptas para adoptar en la Argentina. Pero solo un 20% estarían dispuestas a adoptar a niñas y niños de hasta 8 años y un 3% de hasta 11 años; mientras que igual porcentaje aceptaría hasta tres hermanos y para cuatro, hay un solo inscripto.
Por eso, muchos de estos expedientes recorren los registros de postulantes a adopción sin éxito alguno, quedando como último recurso para hallar una familia las convocatorias públicas. Son llamados abiertos a toda la comunidad, una herramienta que empezó a utilizarse en los últimos diez años y que no todos los juzgados aprovechan. “Solo cuando logramos convocar a la sociedad mediante las convocatorias públicas estamos visibilizándolos a los chicos que hace más tiempo esperan y así pueden tener la posibilidad de encontrar una familia”, destaca Isa.
Para tender un puente entre ambas esperas y, a la vez, que los tiempos se acorten, jueces, organismos de protección de derechos, psicólogos y otros especialistas subrayan la urgente necesidad de trabajar en la disponibilidad adoptiva de los postulantes, para que puedan tener una mirada más amplia, flexible y responsable acerca de quiénes necesitan un hogar.
“Es fundamental cambiar el paradigma de la adopción para poder comprender que la disponibilidad adoptiva debería estar en sintonía con la realidad de los niños, niñas y adolescentes que esperan en las instituciones. Sino, es una ficción, con adultos que se ofrecen para adoptar niños que no reflejan la realidad actual”, enfatiza Isa.
Para Raffo, los tiempos, deseos y miedos de los postulantes hay que trabajarlos desde el momento mismo en el que se inscriben para adoptar. “A través de cursos, que se suelen dar en colegios profesionales y otras instituciones, reuniones con el equipo de los juzgados de familia y, por supuesto, con un tratamiento mediático desde una óptica de las infancias y tratando de desidealizar la figura adoptiva”, enfatiza el magistrado.
A modo de conclusión, Cabral plantea que “la ley necesita un andamiaje institucional que soporte la nueva legalidad, esa construcción es la pendiente y todos los actores tenemos un rol fundamental”.
Más información
Quiero adoptar:
- En el especial Quiero una familia de LA NACION también pueden encontrarse convocatorias abiertas para niñas, niños y adolescentes de todo el país que esperan tener una familia. Además, en la web de la Dnrua hay una guía sobre la adopción en la Argentina, servicios en línea y se realizan charlas informativas de forma mensual.
Quiero ser cuidador familiar:
- El Registro de Cuidadores Familiares es una experiencia que se orienta a cubrir la necesidad de contar con figuras de cuidado para niñas, niños y adolescentes de 10 a 17 años alojados en instituciones y para quienes la figura de adopción no resulta una alternativa posible, ya sea porque no se han encontrado postulantes en el Registro Central de Aspirantes a Guardas con Fines de Adopción, porque no brindan su consentimiento subjetivo para ser adoptados, o bien porque la adopción no resulta ser para ellos la figura adecuada. Se convoca a personas que residan en la provincia de Buenos Aires dispuestas a prepararse para asumir el cuidado estable y sostenido (con o sin convivencia familiar) de estas infancias y así poder acompañarlas en sus trayectorias hasta que puedan tener una vida autónoma. Por ahora, esta experiencia, que comenzó en el Juzgado de Familia Nº 2 de San Miguel, se extendió a los Juzgados de Familia Nº 5 de Mar del Plata, Nº 1 de Tigre y Nº 5 de La Plata. Más info: cuidadoresfamiliares@pjba.gov.ar
Quiero colaborar con las niñas y los niños que viven en hogares:
- En los hogares se busca brindar una atención lo más personalizada y amorosa posible, y es ahí donde el compromiso de la ciudadanía puede marcar una diferencia fundamental: desde sumarse como voluntarios dando apoyo escolar, hasta contribuir con una donación que ayude a sostener todo lo que implica la vida de estas infancias y adolescencias en las instituciones. Hace click aquí para conocer algunas maneras de involucrarte.
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