
Abuso
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Qué pasó. Magdalena Espósito Valenti y su pareja, Abigail Páez, fueron declaradas culpables por los cargos de homicidio agravado del pequeño Lucio Abel Dupuy, el niño de cinco años cuyo caso conmovió al país entero. Lo resolvió hoy el Tribunal de Audiencia de la provincia de La Pampa.
Mientras se aguarda la definición de la pena, que se dará a conocer el 13 de febrero a las 8 de la mañana y sería de prisión perpetua, también se espera que el Senado trate en sesiones extraordinarias el proyecto de la llamada “ley Lucio”. Es una iniciativa que busca prevenir que más chicas y chicos sean víctimas de violencias.
Las historias de Lucio, Abigail, Salomón y Tahiel. El de Lucio no está lejos de ser un caso aislado. En 2014, Abigail, una bebita de siete meses fue asesinada por sus padres en Río Gallegos, en Santa Cruz: “Lo más terrible es que esta beba estaba bajo la lupa del sistema de protección y a pesar de todas las alertas, se falló”, señala la diputada Roxana Reyes (UCR), que es oriunda de esa ciudad y una de las impulsoras de la ley Lucio, junto a los legisladores Martín Maquieyra (Pro) y Paola Vessvessian (FdT).
También están los casos de Salomón, que tenía dos años cuando su padrastro lo mató y quien había sido llevado reiteradas veces a un centro de salud de Neuquén por lesiones. O de Tahiel, quien antes de ser asesinado por su madre y su padrastro fue en más de una ocasión con golpes al centro de integración comunitaria de Gualeguaychú. La lista sigue y fue recordada recientemente por Maquieyra en LA NACION.
El proyecto de ley. En ese contexto, la norma que podría ser aprobada por el Senado establece la capacitación permanente sobre derechos de la infancia y violencias contra niñas, niños y adolescentes de todas las personas que trabajan en el Estado. Es decir en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial nacionales, de las provincias, de la ciudad de Buenos Aires y de todos los municipios del país.
Lo que busca prevenir, detectar y detener. La violencia física, sexual y psicológica que sufren niños, niñas y adolescentes. También, la negligencia, es decir, cuando no se dan los cuidados básicos a un chico y chica.
La violencia más invisibilizada. Los centros de salud detectan solo un 10% de los casos que circulan por guardias y consultorios. Esa es la estimación que hace Javier Indart, director médico del Hospital de Niños Pedro Elizalde.
7 millones de chicos y chicas expuestos a violencia. La Organización Mundial de la Salud estima que 1 de cada 2 niños y niñas es víctima de algún tipo de violencia. En la Argentina y según una proyección hecha por Red por la Infancia en base a los datos del Censo 2010, estamos hablando de 7.000.000 de chicas y chicos.
Una realidad tan espantosa como cotidiana. Juan Pablo Mouesca es Jefe de la Unidad de Violencia Familiar del Elizalde, que nació como una experiencia piloto hace 30 años y es la única de su tipo en la Ciudad y provincia de Buenos Aires. Reciben unas 200 consultas nuevas por año, casi siempre de casos graves.
¿Se aprobará el proyecto? Se espera que sí, ya que hay consenso entre los distintos espacios políticos. Como fue aprobado en diciembre por unanimidad en la Cámara de Diputados, con la ratificación del Senado sería convertido en ley.
Dos advertencias. “Si bien es muy importante que haya capacitación, tiene que haber un sistema articulado que haga que una vez que se detecte una situación de violencia, se intervenga. Es decir, es buenísimo abrir la puerta para que entre más demanda, porque hay mucha que está oculta, pero es clave darle una respuesta”, señala Mouesca, de la Unidad de Violencia Familiar del Elizalde.
Por qué es importante este proyecto. Historias como las de Abigail y Lucio provocaron una gran conmoción a nivel social y pusieron sobre la mesa una realidad dolorosa: son millones las niñas, niños y adolescentes en la Argentina que están expuestos a violencias cotidianas de todo tipo y horrorizarnos no alcanza para ponerles un freno. El involucramiento de toda la ciudadanía, es fundamental, y todos podemos hacer algo desde nuestro lugar.
Cuáles son los puntos centrales del proyecto de ley. La normativa busca instaurar tres herramientas fundamentales:
1. Capacitación de todos los actores claves en la detección: “Esto implica que quienes tienen cualquier contacto con la niñez, ya sea en hospitales, escuelas, clubes, organismos de protección y juzgados de familia, tengan perspectivas de derechos de infancia”, reflexiona Reyes.
2. La reserva de identidad en las denuncias: implica la obligación del Estado de intervenir ante una denuncia sin requerir que quien la realiza se exponga. “Esto es muy importante porque hay muchos mitos y desinformación. Hay que denunciar cualquier sospecha de violencia pero también tener en cuenta que en muchos casos, sobre todo en las localidades chicas, la gente tiene miedo de represalias, y de hecho han ocurrido casos de agresiones a médicos y docentes, por ejemplo, lo cual tiene un efecto disuasorio”, asegura Wachter.
3. Campañas masivas de concientización: El hacerle frente a las violencias implica generar un cambio profundo a nivel social. “Tenemos que cambiar la cultura del no te metas, generar otro tipo de conciencia social e instalar fuertemente la idea de que casos como el de Lucio no suceden en mundos lejanos a nuestra vida cotidiana: cada uno de nosotros puede incidir en su centímetro cuadrado de intervención, ya sea informándonos para ser agentes de detección temprana o entendiendo que el disciplinamiento físico está prohibido por ley: tenemos que desnaturalizar la violencia en el marco de la crianza, no se educa más a los golpes”, resume Wachter.
Desde Red por la Infancia se propusieron “monitorear fuertemente la aplicación de la ley”. “No podemos quedarnos solo en la capacitación sobre violencias, necesitamos trabajar en herramientas efectivas. Estamos hablando de chicos que están pagando con su vida y no pueden seguir siendo invisibles para Estado”, concluye Wachter.
