Un estudio revela las razones por las que ahora las personas que duermen en la calle llevan más de tres años en esa situación
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA comparó la trayectoria de vida de esta población en CABA entre 2003 y 2025; qué cambios introdujo el Gobierno porteño para antender esta problemática
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Dos años después de la crisis política y socioeconómica de 2001, las personas que se encontraban en situación de calle aseguraban que tenían la esperanza de volver a conseguir un trabajo y un hogar, y que su situación era temporal. Aún mantenían lazos con sus familias, compartían un sentido de comunidad con otras personas sin techo y confiaban en la ayuda que les ofrecía la sociedad.
En 2025, pasadas más de dos décadas, esa realidad es diferente: lo que impera hoy en las personas sin techo es la desesperanza y la resignación. Les resulta imposible vislumbrar un futuro fuera de la calle y que un trabajo les permita conseguir techo y comida. También sienten mucha soledad, sus lazos familiares están rotos, los vínculos con otras personas en calle son débiles y no todos confían en los dispositivos de ayuda.
Estas dos escenas describen una problemática compleja en momentos históricos diferentes y en un mismo espacio físico, la ciudad de Buenos Aires. Son parte de las conclusiones de una investigación cualitativa del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA).
“La idea fue identificar lo que persiste y lo que fue cambiando en dos momentos muy complejos del país”, explica Solange Espínola, quien junto a Milagros Dolabjian, charlaron con LA NACION sobre el estudio que llevaron adelante junto a Sofía Garófalo y Agustina Paternó y que incluyó entrevistas presenciales a personas en situación de calle.
Otros datos clave que destacan es que la cantidad de personas que se encuentran en calle ha ido creciendo de manera sostenida en los últimos años y su situación se ha ido cronificando: en 2003 el promedio de estadía en calle era de un año y hoy superan los tres años.
De la esperanza a la resignación
Son muchos los factores que pueden incidir en que una persona se encuentre en situación de calle: desde la pérdida de trabajo, circunstancias traumáticas que impactaron en su salud mental o el consumo problemático de sustancias. Que se haya cronificado su estadía en la calle en los últimos años tiene que ver con el contexto económico y social, concluyen las investigadoras. De acuerdo con el estudio de la UCA, se da una constante estructural tanto en 2003 y 2025 que “refleja exclusiones persistentes en una sociedad empobrecida”.
No obstante, se ven varias diferencias. “En 2003, la sociedad estaba muy golpeada por la crisis de 2001, pero entonces las perspectivas eran de mejora”, explica la especialista de la UCA y doctora en psicología Rodríguez Espínola. “Hoy esa visión es de descreimiento, muchos no confían en la política y después de vivir tantas crisis se ha construido una memoria colectiva de desesperanza”, indica.
En 2003, la crisis había atravesado diferentes estratos sociales, por lo que “no imperaba la idea de que las personas en calle eran responsables de su situación porque eran vagas y no querían trabajar. Esto era así porque en realidad en ese momento crítico cualquiera podía terminar en la calle”, analiza.

En cambio, hoy ese prejuicio está muy presente y se ha internalizado incluso entre quienes están en la calle, dice Dolabjian. “No es lo que soñé ni quiero, pero es la realidad que me tocó“, es una de las respuestas que dio Marcelo, una de las personas entrevistadas este año en el estudio de la UCA.
“Y desde la mirada de la sociedad, quienes están en calle son vistos como los responsables únicos de lo que atraviesan. Esto traza una distancia y una fuerte estigmatización”, suma Dolabjian, que es licenciada en psicología y becaria del Conicet.
“Si una persona, además de limitaciones materiales, tiene un problema de salud grave, como una adicción o una adicción combinada con algún padecimiento de salud mental, su perspectiva de progreso será muy limitado”, analiza Gabriel Mraida, ministro de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, organismo responsable de las políticas dirigidas a esa población en la ciudad de Buenos Aires.
El funcionario destaca que mientras “las adicciones son el principal factor” de cronificación, el segundo “son los sucesivos años de fragilidad social y económica en la Argentina”.
Educación y acceso al trabajo
Otra diferencia que se detectó en el estudio es que en 2003 muchas de las personas sin techo tenían estudios y profesiones, pero se habían quedado fuera del tejido social por la crisis. Entre los entrevistados había una enfermera de la Cruz Roja, un panadero, un programador y un policía que habían “quedado en la calle” pero sostenían una visión de futuro positiva.
“El capital educativo y la experiencia en el mercado de trabajo formal es muy importante para la autoconfianza y clave para la reinserción laboral. Es una herramienta que hoy la mayoría de las personas en situación de calle no tiene porque ni siquiera terminó el primario ni experimentó tener un trabajo en blanco”, analiza Espínola.

Este dato se confirma en el último censo de personas en situación de calle realizado en mayo pasado por el Gobierno porteño, que contabilizó unas 4500 personas sin techo: solo dos de cada 10 terminaron la primaria y solo tres de cada 10 afirmaron tener el secundario completo.
Esa falta de herramientas incide en su expectativa de futuro, explican las especialistas y señalan que mientras que en 2003 imperaba cierta esperanza de cambio, en 2025 impera la resignación y la naturalización de una situación de la que no podrá salir, acompañada por una visión negativa de la política.
La desesperanza, la falta de herramientas, y los prejuicios y la estigmatización por parte de quienes no están en calle es lo que determina que una persona “no vea factible” conseguir un trabajo y un techo, dicen. Y cuando ese estado de las cosas se hace crónico, es más difícil esperar una salida, señalan.
En ese punto Mraida señala que, de acuerdo al censo oficial, el 70% de las personas en calle provienen en gran parte de la provincia de Buenos Aires. “Es muy difícil pensar políticas públicas que tengan un enfoque preventivo cuando el origen del problema no se da en la ciudad. Si bien estamos abiertos al diálogo, para la provincia no es una prioridad y por eso no tienen tantas políticas para atender a esa población como nosotros”, lanza.
El acceso a una vivienda
A la dificultad del acceso al mercado laboral se suma la falta de políticas de acceso a viviendas. Ambas son parte de la precariedad estructural que el estudio de la UCA destaca como una constante, tanto en 2003 como en 2025.
“Si hoy una persona de clase media lucha para alquilar, una persona en situación de calle no tiene siquiera esa posibilidad con una changa”, aporta Malena Fama, directora de Multipolar, una organización que acompaña a personas en situación de calle para aumentar sus posibilidades de conseguir trabajo.
Desde el Gobierno porteño, la principal política para atender el problema de quienes están en calle ha sido dar subsidios habitacionales, subsidiar hogares y abrir más Centros de Inclusión Social (CIS) o paradores para que las personas en situación de calle puedan tener un lugar donde pasar la noche y a la vez puedan ser allí asistidos por profesionales para rearmar un proyecto de vida.
“Pero muchas políticas tienen reglas que no consideran la individualidad de cada persona, como cuando le sacan sus pertenencias para que ingresen en un dispositivo o parador. No se dan cuenta que se le está sacando parte de su identidad, lo único que tienen”, dice Espínola.
Por otra parte, la especialita destaca y celebra que el Gobierno porteño haya abierto paradores para familias, para personas con perros y para personas con problemas de salud mental, pero advierte que muchas personas se niegan a entrar porque tienen la idea de que les roban o hay personas violentas. Es por eso que muchas veces prefieren estar en un rincón de una vereda, explica Fama.
En el estudio se notó también más resistencia de los hombres a aceptar acceder a los CIS y otras políticas de ayuda oficiales. “Si en 2003 eran más permeables, hoy son más escépticos, ven con desconfianza la ayuda o consideran que perderán su libertad”, dice Dolabjian. En tanto, las mujeres, que son solo dos de cada 10 personas, aceptan más la ayuda.
Mraida explica que nota que esa resistencia es cada vez menor desde la apertura de CIS diferenciados y destaca que desde el año pasado “unas 1200 personas han egresaro de los CIS con un trabajo gracias a los equipos transdisciplinarios que trabajan en esos centros”.
También destacó que en los CIS que reciben a personas con problemas de adicciones o de salud mental se las deriva “a profesionales que los derivan a centros de salud para su tratamiento” y “les hacen un seguimiento”.
Las especialistas indican que ese seguimiento es importante para que logren una adhesión a los tratamientos y medicaciones, “lo cual es difcil para una persona en calle, que muchas veces no sabe en qué día vive y cuyo acceso a la salud a veces es difícil porque les dan turnos muy espaciados”.
La autonomía y la soledad
La pérdida de vínculos familiares y comunitarios hace que las personas se aíslen más y la estigmatización social limita la reinserción y refuerza la exclusión, explican las especialistas.
Y si bien los prejuicios hacia las personas en situación de calle siempre han existido, tanto como la solidaridad, “hoy se vislumbra menos empatía hacia lo que sufren otros, lo que acentúa algo de lo que no se habla mucho, el aislamiento y la soledad de quienes están en calle”, señala Espínola.
“La soledad es algo de lo que no se habla mucho y es clave para abordar de manera eficiente lo que viven diariamente porque impacta en su salud mental”, dice Fama en base a la experiencia de su organización en la temática.

Fama explica que cuando logran ser externados de los dispositivos, como los hogares o los paradores de la Ciudad, es porque han conseguido un trabajo y se pueden pagar una pieza. Pero “muchas veces continúan solos, se deprimen y vuelven a caer en la calle o en un hogar para estar acompañados”, advierte Fama.
Más información:
- Cuál es la mejor forma de ayudar a quienes están en situación de calle. LA NACIÓN armó una guía con 50 maneras de solidarizarse con las personas que duermen a la intemperie. Podés entrar haciendo click aquí.
- El Ministerio Público de la Defensa de CABA también cuenta con un recurso para esta población al que podés acceder haciendo click aquí.






