David Blaine: las historias del ilusionista, escapista y doble de acrobacias estadounidense
Voló atado a globos con helio y se puso a prueba en las alturas y en las profundidades; ahora se enfrenta a lo inesperado en una serie
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En 1997, un joven mago de 24 años apareció protagonizando un especial de magia en el canal ABC de la televisión norteamericana. David Blaine White, su nombre completo, irrumpió con un concepto clásico pero nunca visto en la pantalla chica. El especial llevaba su nombre artístico al cual solo le quitó su apellido: David Blaine. Y el título era simple: Street magic, o Magia callejera.
En declaraciones de esa época, el veinteañero afirmaba querer devolver la magia a su lugar original. Para entender el significado de sus palabras, la magia, el ilusionismo, siempre fue una atracción de feria hasta que, en el siglo XIX, en Europa, hubo una corriente de varios artistas que llevaron el concepto callejero a los salones de las clases altas y nobles.
El francés Jean Eugene Robert-Houdin (del cual el inmigrante húngaro Eric Weisz tomaría su apellido y la agregaría la letra i para convertirse en Houdini) y el vienés Johann Hofzinser eran dos magos que deleitaban los salones de la alta burguesía y la nobleza. A fines de ese siglo, el estilo de magia se fue abriendo paso hasta llegar a los teatros, donde este arte se instaló definitivamente.
Era otra época, impulsada primero por la moda del espiritismo a fines del siglo XIX y, después, por la ausencia de la televisión que vendría en los 50. La magia en el teatro no tenía comparación como entretenimiento en vivo. Pasada esa época y adaptándose a la televisión, la magia volvería en los 70 con Doug Henning y sus especiales para la pantalla chica y presentaciones en Broadway. A fines de los 80, David Copperfield reclamaría el trono como el mago más exitoso de la historia. Claro, que para esa época Las Vegas, con sus teatros dentro los casinos, había impulsado shows espectaculares con coreografías, aparatos gigantes y mucho brillo y lentejuelas. Un ejemplo de esto era la dupla alemana de Siegfried & Roy, cuyas presentaciones incluían tigres blancos que los magos alojaban en su mansión en las afuera de la ciudad.
La magia de cerca, la de cartas, monedas y objetos pequeños, estaba relegada a una comunidad ávida, pero lejos de ser popular como en los teatros de Las Vegas. Es entonces cuando David Blaine, vestido con una remera lisa, jeans, zapatillas, una mirada lánguida y un tono de voz monocorde, sale a la vereda de Manhattan y con un equipo supuestamente reducido y a centímetros de distancia, logra efectos absolutamente mágicos provocando que los transeúntes reaccionen como si hubiera ocurrido un milagro bíblico frente a sus ojos.
Jon Racherbaumer, mago de cartas y asesor de varios ilusionistas, describió con precisión el debut de Blaine en la televisión: “No se trata tanto de la magia de Blaine, sino el observar la reacción de los espectadores”. La semántica de los reality shows había llegado a la magia y Blaine fue el creador de esta nueva vieja forma de presentar trucos.

A partir de Street magic comenzó la moda de ilusionistas que, lejos de los especiales de David Copperfield donde siempre realizaba grandes ilusiones como desaparecer la Estatua de la Libertad o atravesar la Muralla China, iban caminando por la calle de una ciudad y proponían mostrarles magia a los espectadores espontáneos que pasaban por ahí.
Criss Angel surgió de los sótanos de Manhattan y viró hacia ese estilo y Dynamo hizo lo suyo en Londres. Pero como el ilusionismo en sí es mentira, también lo es esa supuesta espontaneidad y reacción alocada de los transeúntes. Michael Close, mago asesor del programa Penn & Teller: Fool Us, declaró alguna vez: “vayan ustedes con un mazo de cartas a la calle, paren a la gente preguntando si quieren ver magia y vean qué pasa”.
Pero David Blaine no quería conformarse con hacer efectos de cartas a Leonardo Di Caprio, su padrino artístico, quien lo vio una vez y decidió producirle Street magic. Blaine se fue alejando de su propia propuesta innovadora hacia una magia extrema, alejada del ilusionismo y más cerca del faquirismo. Empezó a experimentar con el control de su cuerpo empujando los límites de la resistencia.
Los nombres de sus siguientes especiales son elocuentes: Enterrado Vivo (1999); Congelado en el Tiempo (2000); Vértigo (2002), donde estuvo parado en la punta de una viga a 100 metros de altura durante 35 horas; Arriba de Abajo (2003), donde pasó 44 días encerrado en una caja suspendida sobre el Río Támesis en Londres; Ahogado Vivo (2006), dentro en una burbuja con agua durante siete días; Revolución (2006), atado a una plataforma giratoria durante 52 horas.
En abril 2008 logró un récord Guinness de apnea al estar sumergido en agua sin respirar durante 17 minutos, 4 segundos. Le duró poco: en septiembre del mismo año el buzo alemán Tom Sietes le sacó la marca por 13 segundos. En septiembre, Blaine hacía otra de las suyas al quedar colgando boca abajo de una grúa en Central Park durante 60 horas. En 2012, con Electrificado, estuvo durante 72 horas parado en el puerto de Nueva York, con más de un millón de voltios continuos rodeándolo mientras estaba protegido por traje aislante especial.
Finalmente, en 2020, el mago transmitió por YouTube Ascensión, donde atado a un ramillete de globos llenos de helio volaba, cual casa de la película Up, sobre el desierto de Arizona. En el medio de estos especiales, el ilusionista atrapó balas y le hizo magia a otras estrellas de Hollywood como Woody Allen o Harrison Ford.
Este 2024, Blaine presentó David Blaine: la magia de lo inesperado, producido por Ron Howard para National Geographic y disponible en Disney+, donde el mago recorre el mundo en seis episodios, conoce gente con habilidades especiales y sube la apuesta tratando de recrear sus hazañas o combinarlas. El primer episodio, por ejemplo, toma clase de clavado con dos nadadoras olímpicas y se tira de un puente en Rio de Janeiro prendido fuego.
Con posters de Houdini de fondo y a través de la pantalla del Zoom, Blaine dialogó con LA NACION sobre su serie nueva, el concepto de la magia y su filosofía.

–Hace casi 30 años con Street magic presentaste un estilo de magia nuevo que cambió la forma de verla. ¿Qué esperás hacer con esta serie?
–Desde los cinco años que soy mago y siempre estuve obsesionado con la magia. Sí, me encantaban los superhéroes como Hulk, pero mis favoritas eran las personas detrás de mí, como Harry Houdini y muchas figuras a lo largo de la historia de la magia que hacían cosas reales, que desafiaban a la ciencia, a la lógica. Sabías que eran reales, y combinar eso con el ilusionismo siempre ha sido una inspiración. Busqué por todo el mundo personas que hayan dedicado miles de horas a estas habilidades únicas que muy pocos en el mundo pueden lograr.
“No hay universidades que las enseñen, no hay libros, no hay manuales. Han desarrollado estas habilidades hasta el punto de que casi parecen magia, son muy mágicas. Y esas personas viven en estos entornos increíbles que los han influenciado para ser lo que son, y que han moldeado las habilidades que aprendidas gracias a su natural capacidad para resistir.
“Como en el Círculo Polar Ártico, donde se enfrentan a los elementos más extremos y aprenden a bucear en el agua congelada en un fiordo helado. A muchos los considero magos, puede que ellos no se consideren necesariamente magos, pero cuando alguien ha dedicado miles de horas de trabajo invisible a algo, al observarlo simplemente ves el resultado final de algo que desafía la lógica. Para mí eso es magia, y eso es lo que tienen en común estas personas que he conocido en todo el mundo”.
–Hay básicamente dos formas de hacer magia: hacer ilusiones o el efecto de verdad. Vos podrías replicar las habilidades de estas personas con ilusionismo, pero elegiste realizarlas de verdad. Sin embargo, para el público el resultado sería el mismo. Entonces, ¿por qué hacer las cosas realmente?
–Es una muy buena pregunta. La razón por la que quería vivirlo es porque esa experiencia es la mejor: conocer a esta gente increíble, tener ese momento donde todo lo demás desaparece. Solo vivís ese momento que es muy extremo. Estás al límite, pero no hay nada que pueda interponerse. Por lo tanto, formar parte de eso y echar un vistazo a su mundo y a lo que motivó a esta gente fascinante y asombrosa fue tan inspirador para mí como cualquier otra cosa en la cima. Fue una experiencia en la que pensaré toda mi vida y que siempre influirá en mi forma de pensar sobre la magia y todo lo que amo. Y, además, cuando hago magia normalmente la gente reacciona. Esta vez, ellos hacían la magia y yo era quien reaccionaba. Así que fue bastante gracioso.
“Fue como una inversión de roles, algo que nunca presenté en cámara. Pero mis amigos, que me conocen, saben que esa es la parte de mí que quieren ver. Quieren verme saltando, gritando o emocionado por algo. Así que, sí, fue lo opuesto a como siempre me he expuesto, y fue incómodo, pero fue increíble tener esta experiencia”.
–Da la impresión que el haber hecho todo lo que hiciste hasta ahora te preparó para salir al mundo real y afrontar el desafío de cada episodio.
–Así es. Si lo hubiera hecho al revés, estaría muerto. Esas proezas me permitieron prepararme y aprender a concentrarme, a escuchar, a seguir instrucciones, a hacer exactamente lo que te dice alguien en quien confías. Y luego pude aplicar eso a la serie. Entendí que cuando estás sentado con seis mambas negras no podés reaccionar, no podés irte si la mamba no quiere que te vayas. Tenés que respetar y mantener la calma absoluta porque detectará cualquier agresión y responderá de tal manera que, si te muerde una mamba negra, morirás. El hombre que estaba a mi lado, Neville, estuvo en coma dos veces y perdió una pierna por una herida relacionada con una serpiente. Si lo pensás bien, esta sería la última persona con la que deberías meterte en este pequeño recinto con seis mambas, pero yo sabía y confiaba en él, en su amor y en su pasión. Es conservacionista, salva a las serpientes, pero también les enseña a las personas que hay que respetarlas. Si estás cerca de una, no la ataques. No corras. Simplemente mantené la calma.
“La única razón por la que pude seguir lo que decía es debido a la curva de aprendizaje a lo largo del proceso de haber hecho muchas cosas diferentes antes. En mis espectáculos entrenaba durante uno o dos años para poder contener la respiración e intentar permanecer bajo el agua durante 17 minutos y cuatro segundos, que en un momento dado era el récord.
“La lenta curva de aprendizaje en el proceso, poder simplemente aguantar hasta perder el conocimiento y luego confiar en que tu equipo te recuperará. Eso se aplicó a estas situaciones en las que tuve unos días para aprender. Y, por supuesto, solo estoy dando una pequeña muestra de lo que hacen, pero me guiaron en cierto modo, los seguí, los escuché y supe que estaba en buenas manos”.
–En cada episodio, aunque estás haciendo experimentos peligrosos, cuando vas a la calle seguís haciendo trucos con cartas. Ahora mismo estás con una baraja. ¿Todavía tenés dentro el mago callejero?
–Siempre tengo cartas en la mano. Me despierto cada mañana con una baraja en la cama. Normalmente las tengo pegadas a mis manos. Y sí, creo que las cartas son casi mi meditación, y mientras grabábamos la serie tenía cartas en todo momento. Lo que no se ve es el detrás de escena nuestro pasando el rato y haciendo magia después. Esos pequeños momentos fueron simplemente la mayor alegría porque fueron tres años con un equipo muy apasionado. Fue increíble trabajar con todos: la investigación, la filmación, el proceso de organizarlo todo, la escritura: todo se hizo en conjunto. Creo que todos estábamos comprometidos. Hay tantas veces que el equipo llora, los productores lloran de alegría, experimentando lo que creo que fue un sueño. Nunca imaginé que, de pequeño, una baraja de cartas me llevaría en este viaje alrededor del mundo para conocer a esta gente increíble, descubrir estos lugares increíbles.
–En los últimos años la magia se ha vuelto muy tecnológica. Utilizan aparatos electrónicos para los shows. Pero vos vas al revés, pasas de la ciudad a países donde la civilización se encuentra alejada. Es como buscar lo analógico en un mundo digital.
–Sí, pero es curioso porque muchas cosas, cuando la gente las ve, piensa que son un efecto digital, un truco o IA. Y no, esta gente lo está haciendo de verdad. Todo es real. Creo que aún existe una comprensión subconsciente por parte del público, del espectador, que le permite saber cuándo algo es real y cuándo no. Se puede sentir la diferencia. Es inexplicable, imposible expresarlo con palabras. Eso es lo que impulsó toda esta serie: el descubrimiento de estas personas fascinantes que se superan a sí mismas hasta el límite, y luego lo superan para crear cosas que, para mí, son lo más cercano a la magia que podría existir.
Riesgos en el set
- En la serie, David hizo escala en 33 aeropuertos diferentes en 11 países de 5 continentes..
- Durante el rodaje, David Blaine tuvo una barba de abejas por 24 minutos.
- Se mantuvo acostado en una mesa con 59 escorpiones en el cuerpo.
- Entrenó con ocho cobras reales.
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