La Birkin más especial sale a remate
La cartera de Jane, musa entre las musas del glamour, vuelve a ser noticia
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NUEVA YORK.– El marido de esta cronista ama la Gran Manzana y cuenta la anécdota con la serenidad de quien relata haber visto un número de malabaristas en Central Park: en el subte se sentó al lado de un hombre que se puso a cortar las uñas con un cuchillo. No una navaja suiza, no un cúter: un cuchillo. De esos largos, de cocina. A esta cronista, que huyó despavorida, le tomó horas reponerse del espanto higiénico (y del peligro latente que él ni registró).
Lo notable es que el episodio encontró, días después, una insólita correspondencia en el universo del lujo. Porque Jane Birkin, la más musa entre las musas del glamour, al parecer siempre llevaba un cortaúñas colgado de una cadenita en el mango de la cartera que le hicieron a medida. Nunca se sabe cuándo puede hacer falta.
La cartera en cuestión es, por supuesto, la más famosa del mundo: la Birkin de Hermès. En palabras de The New York Times, cualquier Birkin es un “emblema de estatus y riqueza reconocido mundialmente”, con precios que oscilan entre los 10.000 y los 400.000 dólares. Se volvió tan codiciada —con listas de espera interminables— que su valor superó al del oro y al índice S&P 500, con un retorno de inversión del 500% en apenas 35 años.
Como solía bromear la propia Jane —fallecida en 2023—, tal vez no se la recuerde tanto por Je t’aime…moi non plus, la canción que grabó con su marido Serge Gainsbourg y escandalizó al mundo por sus jadeos explícitos, ni por Blow-Up, la película de Antonioni de 1966 donde protagonizó una de las primeras escenas de desnudo frontal del cine británico, como por haber dado nombre a esta cartera
Pero hay una Birkin aún más especial: la original. La que sirvió de prototipo para todas las demás. Muy parecida a los modelos posteriores, pero con detalles únicos que nunca se repitieron, como una correa larga para colgar al cuello, una marca de cierres ya en desuso y, sí, el legendario cortaúñas. Esa pieza única saldrá a remate en julio en Sotheby’s París, aunque estas semanas estuvo expuesta en su sede neoyorquina.
Los medios y el público enloquecieron. Aunque aún no se anunció una estimación oficial, el récord lo mantiene una Birkin Himalaya subastada en Hong Kong en 2017 por 513.000 dólares. Pero esta, con las iniciales “J.B.”, el cuero gastado por el uso diario de un ícono y ese modesto objeto de aseo personal, tiene todo para superarla muy ampliamente.
El modelo Birkin ya forma parte del panteón de la cultura visual global: fue exhibido en el MoMA y en el Victoria & Albert. Como solía bromear la propia Jane —fallecida en 2023—, tal vez no se la recuerde tanto por Je t’aime…moi non plus, la canción que grabó con su marido Serge Gainsbourg y escandalizó al mundo por sus jadeos explícitos, ni por Blow-Up, la película de Antonioni de 1966 donde protagonizó una de las primeras escenas de desnudo frontal del cine británico, como por haber dado nombre a esta cartera. Todo comenzó en 1981, cuando Birkin —cantante, actriz y madre de todas las francesas con aire sensualmente despreocupado— viajaba en avión con una cartera demasiado pequeña para su vida cotidiana. En un momento de caos (o destino), su contenido —pañales, cigarrillos, anteojos, cuadernos— cayó sobre el presidente de Hermès, que estaba sentado a su lado. Él, encantado o intrigado, le pidió que dibujara su bolso ideal. Jane lo hizo sobre una bolsita para vómito. El resto, como dicen los norteamericanos, es historia.
Curiosamente, a comienzos de año ya se había escrito en este espacio sobre las carteras tipo Birkin a raíz de la fiebre Wirkin. Así se bautizó —con crueldad y precisión— a un bolso de Walmart que se parecía (bastante) a la Birkin, pero se vendía por menos de 100 dólares. No era un fake, sino un dupe, una copia legal sin logo, que se volvió furor en TikTok.
La diferencia clave era simbólica: no se trataba de una imitación vergonzante de puesto callejero, sino de una “versión democrática” avalada por una cadena confiable. Hubo influencers encantadas, celebridades espeluznadas y debates sobre si esto marcaba el fin del lujo como lo conocíamos.
Las Wirkin se agotaron, y Walmart nunca volvió a reponerlas. Pero si algún día lo hace, sería deseable que vinieran con cortaúñas colgando. No solo por su inesperado linaje aristocrático, sino porque —al menos en el subte de la Gran Manzana— está claro que podrían usarse sin causar demasiada conmoción.

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