A la hora señalada
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Düsseldorf, Alemania.– Siempre inexorable, el tiempo pasa. Nada se ha inventado para doblegarlo por más que existan múltiples artificios para aparentar que se ha logrado atrasarlo, adelantarlo o detenerlo, según las conveniencias. También es inexorable la paulatina desaparición de los relojes analógicos, tiempo atrás fuente casi única de la que nos valíamos para saber cuánto faltaba para que llegara un momento en particular o cuánto nos habíamos retrasado respecto de la hora señalada. Estos medidores del tiempo sincronizados a la perfección forman parte de una instalación ubicada en un parque de Düsseldorf, llamada Zona horaria, del artista alemán Klaus Rinke, que recuerda que el horario de verano para ahorrar luz está a punto de concluir y que se deberán atrasar una hora todos los relojes ahora que el otoño está en su apogeo y pronto dará paso al invierno. Secuencia también inexorable por más que nos empecinemos en alterarla.
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