Amor divino y amor humano
El próximo viernes, la nueva Biblioteca La Nación presentará Poesía completa, de San Juan de la Cruz, una de las cumbres de la lírica y de la mística españolas, en la que el éxtasis religioso se expresa de modo ejemplar en cantos de ardiente sensualidad
1 minuto de lectura'
Los poemas de San Juan de la Cruz ocupan un lugar central en la mística española del siglo XVI; al mismo tiempo constituyen una de las cumbres de la poesía lírica en el idioma. Ambos aspectos ¿son complementarios? Si no lo fueran, quizá los poemas podrían leerse desde un punto de vista exclusivamente estético.
Las investigaciones sobre las fuentes literarias en los escritores místicos del Siglo de Oro señalan, entre los precursores, al beato mallorquín Ramón Llull, con su Libro del Amigo y del Amado , a Juan Leví, autor de un Himno a la Creación y a León Hebreo, que escribió Diálogos de amor , influido por el neoplatonismo renacentista. Llull, que vivió en el siglo XIII, fue el primero en adoptar la técnica literaria y el pensamiento del Islam con fines católicos: su poesía tiene bastante parentesco con la del santo carmelita.
Otras fuentes provienen de las obras de pensadores y teólogos heterodoxos del medioevo condenadas por la Iglesia, que en algunos casos rechazaban la cosmogonía judeocristiana donde el hombre, creado a imagen de Dios, ocupa un sitio dominante en la naturaleza y la somete a su arbitrio. Esta concepción antropocéntrica del Antiguo Testamento (Génesis) fue ignorada por Francisco de Asís, poeta y santo, como San Juan de la Cruz, que en sus Florecillas fraterniza con la naturaleza entera, sin distinciones jerárquicas.El sol, la luna, la lluvia, las flores, los insectos, y hasta el lobo asesino de Gubbia del poema de Darío son sus hermanos.
Mientras en Italia los primeros franciscanos se consideraban joculatores Dei (juglares de Dios), en España, los frailes dominicos asumían su papel de canes Dei (perros de Dios) encargados de seguirles el rastro a los herejes y entregarlos a los tribunales del SantoOficio para su posterior incineración.
Perfecta en su radiante brevedad, la poesía de San Juan de la Cruz puede ser disfrutada por un lector corriente sin el añadido de las explicaciones doctrinales que el propio santo hace de sus poemas, verso por verso, temeroso quizá de que lo acusaran de pertenecer a la secta de los alumbrados, perseguida en su época por la Inquisición.
El Cántico Espiritual , su más extenso poema, está dividido en tres períodos que equivalen a los tres estados de contemplación admitidos por la mística tradicional.En el primer estado (vía purgativa), el Alma busca a su Amado, que es Cristo, e interroga a las criaturas animadas, a los montes, bosques y fuentes creados por El: "¿Adónde te escondiste,/ Amado, y me dejaste con gemido?/ Como el ciervo huiste,/ habiéndome herido;/ salí tras ti clamando, y ya eras ido.// [...] ¡Oh bosques y espesuras,/ plantadas por la mano del Amado!/ ¡Oh prado de verduras/ de flores esmaltado,/ decid si por vosotros ha pasado".
En el segundo estado (vía iluminativa), el Amado acude a desposarse con el Alma; finalmente, en el tercer estado (vía unitiva) se celebra el matrimonio místico, y la Esposa canta el deleite y misterio de esa unión:"Gocémonos, Amado,/ y vámonos a ver en tu hermosura/ al monte y al collado,/ do mana el agua pura;/ entremos más adentro en la espesura.// Y luego a las subidas/ cavernas de las rocas nos iremos/ que están bien escondidas/ y allí nos entraremos,/ y el mosto de granadas gustaremos".
En gran medida, el Cántico Espiritual es una trasposición o glosa del Cantar de los Cantares, traducido por Fray Luis de León.En su aspecto formal, acusa las huellas de la tradición culta de la poesía española:Boscán, y en especial las églogas pastoriles de Garcilaso de la Vega.También se han señalado en el Cántico ...influencias del sufismo hispano árabe (escuela sadili) para el cual Dios, en el supremo misterio de la unicidad divina, es simultáneamente Amor, Amante yAmado.
El simbolismo sacro en los poemas de San Juan de la Cruz no surge de entelequias abstractas ni de invisibles y musicales esferas neoplatónicas; se inspira en las manifestaciones corrientes del amor humano.De ahí la frescura y el poder de sugestión sensual de sus imágenes poéticas, que él buscaba atenuar mediante explicaciones doctrinales y citas eruditas. Verbigracia, su alambicada interpretación de los versos "¡Oh llama de amor viva,/ que tiernamente hieres!":"Esto es -escribe el santo- que con tu ardor tiernamente me tocas. Que por cuanto esta llama es llama de vida divina, hiere al alma con ternura de vida de Dios, y tanto y tan entrañablemente la hiere y enternece, que la derrite en amor, porque se cumpla en ella lo que en la Esposa en los Cantares, que se enterneció tanto que se derritió [...]."
En el Cantar de los Cantares, la esposa tiene un nombre: la Sulamita, cuya belleza morena es celebrada en ese poemario bíblico, atribuido al rey Salomón, que no habla de Dios sino de un amor terrenal, ardientemente metaforizado:"Ah, si me besaras de besos de tu boca, porque más dulces son tus amores que el vino: ungüento derramado es tu nombre... Como un manzano entre los árboles de un huerto, así es mi amado entre los hombres jóvenes.A su sombra deseada me he sentado, y su fruto fue dulce a mi paladar".
Los comentaristas católicos interpretaron de manera alegórica el Cantar de los Cantares; vieron en esos poemas una anticipación de las bodas místicas de Cristo con la Iglesia; cambiaron su sentido profano por otro de carácter sagrado. A la inversa, un lector agnóstico o racionalista podría desacralizar la obra de San Juan de la Cruz y ver en ella, como hacen los discípulos de Freud, la sublimación de una sexualidad reprimida.Aunque esto fuera cierto, no basta para explicar la belleza y el aura casi sobrenatural de las estrofas finales de Llama de Amor Viva :"¡Cuán manso y amoroso/ recuerdas en mi seno,/ donde secretamente solo moras;/ y en tu aspirar sabroso/ de bien y gloria lleno,/ cuán delicadamente me enamoras".
Se ha dicho que la sexualidad no inventa el amor; que es el amor quien la revela.La liberación de la carne importa sólo porque a través de ella el espíritu se manifiesta. En tal sentido, la busca de lo absoluto en la poesía de San Juan de la Cruz se da a través de la experiencia sensorial y en un espacio de sacralidad viviente, espiritual y material, cuyo paradigma es el misterio de la Encarnación.Por todo ello, una lectura meramente estética de sus versos sería empobrecedora.Inspiración poética y éxtasis religioso son inseparables en la obra del místico carmelita.
Nicolás de Cusa opinaba que la coincidencia de los opuestos era la definición menos imperfecta de Dios. Por otra vía, nada conceptual, San Juan de la Cruz llega a una conclusión semejante:"¡Oh noche que guiaste!/ ¡Oh noche amable, más que el alborada!/ ¡Oh noche que juntaste/ Amado con Amada,/ Amada en el Amado transformada!"




