Andrés Duprat: “Los museos están obligados a mutar la piel”

El Museo Nacional de Bellas Artes reabrió sus puertas con reserva previa y protocolos sanitarios por el coronavirus. Hablemos de otra cosa pudo recorrerlo completo durante la entrevista de Pablo Sirvén con Andres Duprat, su director desde 2015. El público puede visitar la planta baja y próximamente planean abrir los jardines y espacios al aire libre que corresponden al edificio.

"Los museos se fueron reinventando, son organismos vivos. Hace 30 años no eran una actividad número uno para los turistas. Hoy si vas a París vas al Louvre, aunque no te interese particularmente la historia del arte. Son circuitos, uno va a ver el edificio, la tienda, el café. Eso es un mérito de los museos que se aggiornaron y articularon bien con la sociedad. Con la pandemia vamos a estar obligados a mutar la piel como en todas las tragedias. Los museos son más visitados que las iglesias", afirma Duprat.

Además de dirigir el MNBA, Duprat es arquitecto, guionista y curador de arte. Sus roles conviven pacíficamente, es el escritor detrás de las películas Mi obra maestra, El hombre de al lado y Ciudadano ilustre entre otras, dirigidas por su hermano menor Gastón. Duprat reflexiona sobre la multiplicidad de actividades: "Para mí está todo relacionado, las profesiones a veces te encasillan. Veo con mucha naturalidad cómo se conecta mi formación arquitectónica con el guión. Un guión realmente es como un plano. Uno imagina y después viene el director y le da su impronta. Respondo a mis intereses sensibles, la arquitectura está presente en todas nuestras películas. Son vasos comunicantes naturales".

En el Bellas Artes porteño conviven Picasso, Berni, Gauguin, Pollock, León Ferrari, van Gogh y Cándido López. La muestra permanente que se renueva cada cinco años pone en diálogo al arte argentino con las corrientes del mundo. Duprat estuvo a cargo del guión museográfico y apunta a rescatar la experiencia sensorial: "Hasta el impresionismo había una conexión entre la sociedad y las obras. Con las vanguardias se fue encriptando y aparecieron los mediadores. Se llegó a una situación prácticamente perversa. Es absurdo, uno no aceptaría ir a ver una película y que la salida aparezca alguien a contarte lo que viste y traducirte la experiencia. Con las artes visuales uno acepta eso, son muletas porque no hay una educación en arte. Está hiperdesarrollado lo intelectual y atrofiado lo sensorial".

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