Con la voz, la pluma y la palabra: desde qué lugar se narran hoy las cuestiones de género
Una selección de escritoras con libros publicados recientemente se detienen a pensar cómo cuentan lo que cuentan
Cada 8 de marzo pone en primera fila lo que las mujeres construyen el resto del año. La literatura deja por escrito los modos y las formas que acompañan las diferentes maneras de contar todos los mundos posibles, esos donde la mujer busca la igualdad, enuncia y decide desde qué lugar escribir. Con el marco de la conmemoración como excusa, diferentes narradoras argentinas que publicaron sus libros en los últimos meses se detuvieron a pensar las cuestiones de género; qué cuentan, cómo nombran, qué miran.
María Moreno, Elsa Osorio, Gabriela Cabezón Cámara, por nombrar a algunas, escribieron sobre mujeres, es decir, las protagonistas de sus historias lo son. Resultan significativas las voces que construyeron, la elección de cada palabra o imagen, con un tejido por detrás, como un murmullo, que habla de cada conquista adquirida. Visto así, el camino pareciera ser una decantación hacia el lenguaje. La palabra femicidio, por ejemplo. "Hacer visibles los femicidios fue una acción de los colectivos de mujeres y sus luchas", dice Elsa Osorio, autora de Doble Fondo (TusQuets), el libro que comienza con la muerte misteriosa de una mujer en Francia. "Con todas estas cosas que se van nombrando -asegura Osorio- y que se toma cada vez más conciencia, pensé que el asesinato de la protagonista se trataba de un femicidio: el hombre que la mata porque ella lo dejó. Esta novela es, quizá, la que más está centrada en estas cuestiones de la mujer".
Las aventuras de la China Iron (Random House), de Gabriela Cabezón Cámara, es el viaje de una renacida mujer de Martín Fierro. Tanto, que aparece una voz singular, nueva en ella, y desde ahí vuelve a mirar el mundo; ya no desde aquel lugar oscuro en el que los otros la habían puesto, como a tantas. Es el amor de una inglesa con la que se cruza el que la hace visible. Un libro sobre el trabajo con el lenguaje, sobre las conquistas de género. "Leyendo gauchesca -dice Cabezón Cámara- me saltó lo evidente: casi no hay representación de voces de mujeres. Y me pareció divertido construir una, fuerte, alegre, no quebrada como la voz de Fierro, capaz de pensar al país como si lo viera por primera vez". La periodista y escritora María Moreno celebra el libro de Cabezón Cámara, "que se mete al reescribirlo con el libro falo de la Nación: el Martín Fierro". Moreno acaba de publicar Oración (Random House), un trabajo sobre la muerte de Vicki Walsh, hija del escritor, y a propósito de su muerte, las cartas del padre. "Quise hacer girar todo como un mandala alrededor del gesto de libertad fatal, de soberanía extrema en el instante de mayor indefensión. Y hay un padre feminista que la honra".
Hace poco que ellas comenzaron a equiparar, en cupos, a sus pares escritores en las mesas de ferias y coloquios, que empezó a emparejarse el número de autoras y autores en los catálogos editoriales. "En relación a la tradición -sigue Cabezón Cámara- lo que hay es una filiación imposible: somos todas hijas de un conglomerado de varones, en principio, porque la tradición ignoró a las mujeres. Conocerlas supone una toma de posición y una búsqueda".
Agustina María Bazterrica, autora de Cadáver exquisito (Alfaguara), apunta una observación sobre el mapa de las narradoras: "La literatura escrita por mujeres está tomando una relevancia significativa, sobre todo en nuestro país. Hace poco me pidieron que recomendara cinco libros y, luego de una selección, advertí que cuatro eran de mujeres contemporáneas (dos, argentinas). Los recomendé porque me parecieron excepcionales independientemente del género del autor. Pero, eran mujeres". En la novela de Bazterrica, un virus ataca a los animales y lleva a criar carne humana para alimentar a la población. Al protagonista, un hombre, le regalan una hembra para criar y faenarla. "Esa mujer que en la novela se despersonaliza representa la situación que viven muchas en el mundo. Mujeres y niñas que son silenciadas, animalizadas. Terminan reducidas a la función materna, usadas como objeto, como un producto desechable, invisibilizadas. Nos enmudecieron durante siglos".
Sobre las preguntas que se abren a la hora de pensar desde qué lugar escribe una mujer, Elsa Osorio cree que "la literatura es bisexual" como pulsión, dos fuerzas en un sujeto. Para Moreno, no hay un correlato entre los modos de narrar de las escritoras y la práctica política de los diversos feminismos, pero sí un tejido sin el que ciertas obras no serían posibles. "Julia Kristeva escribió Tiempo de mujeres sin definirse feminista, pero reconociendo que ese libro no hubiera existido sin el movimiento feminista de los 70 en Francia".
"El género fue lo primero que dividió mi mundo de palabras", dice la chica que tiene que irse del país con su padre, la protagonista de Ginebra (Random House), nueva novela de Silvia Hopenhayn. Es un viaje a una nueva tierra, al poder de la palabra. "En Ginebra -sostiene Hopenhayn-, la protagonista descubre que el amor es sexualidad, diferencia, un sentimiento nuevo de libertad. Me parece que la relación del lenguaje con la cuestión de género posibilita deslizamientos, no es fija, como ciertas posiciones enunciativas que se dan más por fuera de lo literario".
Otra novela, y también con una narradora preadolescente, es La danza de la araña (Edhasa), de Laura Alcoba. Un personaje que está armándose en un nuevo mundo, lejos de la Argentina, desde donde viajó con su madre hacia Francia, alejándose de su padre, preso político de la dictadura. La chica que le escribe cartas a su padre es una; se prueba su primer corpiño en una tienda y es otra. "Me interesa contar desde el cuerpo, desde las sensaciones físicas. Y ese cuerpo suele ser en mis libros el cuerpo femenino, con sus tiempos particulares", asegura Alcoba. "Aceptar y afirmar la subjetividad de género es algo que quisiera poder hacer sin sentirme por ello encerrada en esa subjetividad. Narro como mujer y me interesa esa subjetividad. Pero la verdadera libertad sería no estar condenada a ser mujer".
Cuatro autoras con mucho para decir
1 Oración
María Moreno
Sobre la muerte de Vicki Walsh y las cartas de un padre a una hija.
Editorial: Literatura Random House; $349
2 Cadáver exquisito
Agustina Bazterrica
Una distopía futurista en la que el canibalismo es legitimado.
Editorial: Clarín-Alfaguara; $249
3 Doble fondo
Elsa Osorio
Es la historia de Juana, basada en testimonios de cautivos en la ESMA.
Editorial: Tusquets; $399
4 Ginebra
Silvia Hopenhayn
Novela de exilio, explora la memoria de una niña de 13 años.
Editorial: Alfaguara; $329