Controversia por la exhibición en Salta de momias de 500 años
Eran niños sacrificados en un rito inca
Faltan apenas dos meses para que el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), cumpla un año desde que abrió sus puertas el 19 de noviembre de 2004, en Salta. Sin embargo, lo que para muchos especialistas ligados al mundo de la museología suena, a priori, como una muy buena noticia, termina por dibujar rostros de preocupación y amargura cuando se habla del tema.
El principal patrimonio del MAAM son los ajuares y las momias descubiertas por una expedición financiada por National Geographic en 1999, en la cima del volcán Llullaillaco, en Salta, a 6730 metros de altura.
Entonces, allí fueron halladas las momias de tres chicos incas sacrificados en una ceremonia religiosa hace 500 años, que se consideran los cuerpos mejor conservados de aquella cultura.
El problema es que, a modo de festejo por el primer año de vida, el próximo 19 de noviembre el MAAM planea inaugurar en su exposición permanente, una vitrina especialmente acondicionada para mostrar las momias al público. Pero, según las últimas tendencias de la museología en el mundo, aquéllas no deben ser expuestas. Menos aún, cuando pertenecen a culturas cuyos descendientes viven en la actualidad y pueden sentirse afectados.
“Hoy no está considerado ético exhibir restos humanos –argumentó Américo Castilla, director nacional de Patrimonio y Museos–. Los museos ya no deben ser sitios en donde se exhiben trofeos, como hasta hace algunas décadas. Mostrar las momias del Llullaillaco como si fueran objetos, en todo caso tiene más que ver con una visión mercantilista y de espectáculo, que científica".
El funcionario -cuya cartera no tiene jurisdicción sobre el MAAM, dado que se trata de un museo provincial- aseguró que no hay restos humanos en exhibición en las instituciones nacionales.
En la misma línea, el director del Museo Etnográfico, José Antonio Pérez Gollán, coincidió con que la tendencia a no mostrar restos humanos es mundial y aunque admitió que en el museo que dirige hay momias en la colección, no se les ocurriría exhibirlas.
De hecho, el propio Pérez Gollán propició y concretó el año pasado la devolución de una cabeza maorí a grupos aborígenes de Nueva Zelanda.
Otras voces
Pero desde el MAAM, en Salta, las cosas se ven distintas.
"La verdad es que estamos obligados a mostrar las momias. Constantemente recibimos notas de gente que nos lo pide", dijo a LA NACION Gabriel Miremont, director del MAAM. El museo debe estar al servicio de la comunidad, y mi comunidad está de acuerdo en exponerlas."
Para Miremont, que considera este debate una maniobra mediática de la Dirección de Patrimonio y Museo (que dirige Castilla), no exponer las momias sería "privar a la gente de su propia elección democrática sobre si desea verlas o no".
"Entonces, el día de mañana también como director de un museo podría decidir qué cuadro la gente puede ver y cuál no", agregó. Y aseguró que las comunidades aborígenes de la zona apoyan la decisión de exponer los niños momificados, ya que consideran un santuario el museo que dirige.
Sin embargo, las principales voces de los representantes de los llamados "pueblos originarios" parecen no estar del todo de acuerdo con la política del MAAM. Rogelio Guanuco es el presidente de la Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA), la más antigua y representativa del país, que agrupa al 70% de las 868 comunidades aborígenes de la Argentina. Guanuco, que precisamente es diaguita de los Valles Calchaquíes salteños, cada vez que habla de las momias dice "nuestros niños".
"Esto es una violación total a nuestros seres queridos -dijo a LA NACION-. Nuestros ancestros nos enseñaron que los sitios sagrados no se tocan. Y el Llullaillaco hoy sigue siendo un lugar sagrado para nosotros. Pero hay una incomprensión total por parte de la cultura occidental. Jamás deberían haber profanado nuestro santuario, y menos exponer a nuestros niños, como si fuera un circo."
"Realmente, mucha gente no se imagina el significado de todo esto y el valor de los restos para las comunidades indígenas", opinó Gustavo Politis, el investigador del Conicet que impulsó en 1995 la devolución de los restos del cacique Inacayal (que se guardaban en el Museo de La Plata) a las comunidades tehuelches y araucanas.
Sentimientos lesionados
El especialista advirtió. "Los niños del Llullaillaco no deben ser exhibidos porque se lesiona el sentimiento de los pueblos originarios. ¿Qué sentiría usted si en las Malvinas los ingleses exhibieran en un museo los restos de un soldado argentino?". Y agregó, sobre la arqueología: "Es una ciencia del presente con potencial para transformar la realidad, no sólo al servicio de la cultura occidental. Por eso, National Geographic y la exhibición de momias muestran la peor cara de la arqueología".
Finalmente, la abogada y arqueóloga María Luz Endere, investigadora del Conicet, advirtió que, si bien no existe una ley que prohíba exhibir momias, la Constitución sostiene que los pueblos originarios tienen derecho a participar en la gestión de aquello que los afecte, como puede ser la exhibición de momias de sus ancestros, cosa que no fue respetada.
"De hecho, la Justicia en su momento desestimó una presentación de una comunidad colla, porque las momias fueron sacadas del volcán sin tener en cuenta a la comunidad", recordó. Y sostuvo que para evitar la exhibición del MAAM sería factible presentar un recurso de amparo dado que están en juego intereses colectivos.
Es cierto, sin embargo, que la opinión de estos especialistas choca contra una realidad: a la gente le gusta ver momias. "Ya sabemos que a la gente le atrae el morbo -reconoció Pérez Gollán-. Pero nosotros no somos la televisión. Con ese criterio deberíamos mostrar también una indígena desnuda y le aseguro que tendríamos un montón de público..." Este funcionario, que se inclina por devolver las momias a sus descendientes, expresó: "Ya desde el vamos, la excavación del Llullaillaco fue una salvajada. La seriedad del trabajo fue relativa, porque ellos fueron sólo a sacar las momias y ahora se quiere hacer un circo con eso".
Ritual inca
- "La doncella", "la niña del rayo" y "el niño" -así fueron nombrados- son las momias que pretende exhibir el Museo de Arqueología de Alta Montaña desde el 19 de noviembre. Los niños murieron hace 500 años, sacrificados durante un ritual inca, y fueron inhumados acompañados por un impresionante ajuar que incluye objetos de metales preciosos. Las condiciones climatológicas extremas, a 6730 metros de altura, hicieron que a cinco siglos de aquel hecho los cuerpos de los niños quedaran tan bien conservados que parecen apenas dormidos.