El arte en el cine: detrás de escena de Mi obra maestra, la nueva película de los Duprat
Salvaje, huraño, apático, Renzo Nervi es capaz de faltar a la inauguración de su propia muestra y de arruinar una obra con tal de contrariar a un comprador que aborrece. Un pintor figurativo con convicciones políticas y obras con retrato social que no entiende los procedimientos del arte contemporáneo y desafía la lógica del mercado de manera infantil, aunque está por cumplir 80 años. Así es el protagonista de Mi obra maestra, la nueva película de los hermanos Gastón y Andrés Duprat, que se estrena este jueves: un homenaje inquietante a una especie de artista en extinción.
Con Luis Brandoni en el papel del artista en decadencia y Guillermo Francella como Arturo Silva, un galerista de cabotaje ambicioso y ventajero, el film rinde tributo al arte bohemio y critica de manera implacable el esnobismo y la frivolidad. Con una mirada tan irónica como nostálgica, la historia celebra, a fin de cuentas, la amistad entre dos amigos de otra época que tratan de sobrevivir en un ambiente despiadado. Hasta aquí la trama. No se puede contar más. Pero la película, dirigida por Gastón Duprat, escrita por Andrés Duprat y producida por Mariano Cohn (tercer creativo de la usina cinematográfica que realizó films como El ciudadano ilustre y El hombre de al lado), tiene una trastienda plagada de guiños y homenajes a obras y artistas locales muy respetados. Hay también cameos y chistes internos, como en algunas escenas memorables de El artista, de 2008, donde aparecían León Ferrari, Alberto Laiseca, Rodolfo Fogwill y Horacio González.
Las primeras imágenes de Mi obra maestra son pinturas de Carlos Gorriarena (Buenos Aires, 1925/ La Paloma, Uruguay, 2007), salvo un paisaje norteño que fue pintado por Germán Gargano, su discípulo, a pedido de los realizadores. Esa obra es una de las claves que esconde la trama, construida en varias capas. Las demás piezas que se ven, de fondo o en primer plano, también son de artistas reales: hay una miniatura de La civilización occidental y cristiana, de Ferrari; un cuadro de Tulio de Sagastizábal; esculturas de Cristina Schiavi, Irene Banchero y Martín Di Girolamo, y la serie Panorámicas, de Eduardo Stupía, en el Museo Fortabat, que fue escenario de algunas escenas.
Arquitecto, curador y guionista, Duprat, actual director del Museo Nacional de Bellas Artes, dirigió el Bellas Artes de Bahía Blanca entre 1991 y 2002. Por entonces conoció a la generación de artistas que describe en su último guion. "Conocí muy bien a Gorriarena; también a Miguel Briante, Yuyo Noé y Raúl Santana, que fue director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en la década de 1990", dice Duprat, que se reconoce un nostálgico de esa época y de esos artistas que no vivían pendientes de la cotización de sus obras ni de la crítica. "Es un mundo que se va perdiendo, una generación irreemplazable. Hoy, el arte ya no tiene aquella carga política. Esos personajes únicos también poblaban el mundo de la literatura: Laiseca, Fogwill, Briante", enumera el autor.
El personaje de Renzo Nervi está construido con fragmentos de pintores de otra época. Y si bien es gruñón, egocéntrico y egoísta, en el fondo resulta querible. El otro protagonista, en cambio, el galerista que interpreta Francella, es ambiguo: es leal a su amigo y le reconoce su talento, pero está harto de su actitud y sus desplantes. "Existe esa tipología. Un tipo aggiornado a estos tiempos, pero que sigue vendiendo cuadros. Hoy, en la Bienal de Venecia, por ejemplo, se ven otras obras", agrega el guionista.
Una sucesión de escenas en la primera parte de la película refleja esa situación: Silva le pide a Nervi algo más moderno para vendérselo a una clienta. Ofuscado, el artista va a la galería con una pistola y le dispara a un cuadro suyo de los años 80. "Ahí tenés un gesto moderno", dice, ante la perplejidad del galerista. Otra: en una visita a su amigo, Nervi nota que exhibe obras nuevas. Son piezas de la serie Sports, del artista Carlos Herrera, en la que predominan los botines de fútbol y las medias deportivas. Nervi se burla.
"No lo entiende. El arte es un concepto dinámico que lo supera", reflexiona Duprat. Otra escena cuestiona a los críticos de arte de estos tiempos, representados por un esnob con barba tupida, anteojos de moda y look Palermo Soho que habla con tono pretencioso y mirada soberbia. "Son fríos, no establecen una relación sensual con la obra", define Duprat.
Unos diálogos breves y contundentes entre un aspirante a pintor y el maestro revelan otras definiciones alrededor del arte. "Un artista es alguien que hace algo que no sirve para nada", le dice Nervi al joven en el comienzo. "El arte es una estafa", le asegura después.
En medio de esos encuentros está la escena que ilustra esta página: un montón de gente elegante reunida, copa en mano, en la inauguración de una muestra de Nervi, quien se hace presente en una pantalla. Entre quienes lo escuchan están Orly Benzacar, Nora Iniesta, Raúl Santana, Oscar Smoje, Julio Suaya, Alberto Elía, Ezequiel Grimson y el agregado cultural francés Yann Lorvo. "Gente que, sin duda, asistiría hoy a una vernissage de Gorriarena", cierra Duprat, que también aparece en imágenes.
Por tres
Un libro publicado por Paidós reúne los guiones que escribió Andrés Duprat para tres películas dirigidas por su hermano Gastón y Mariano Cohn: El artista (2008); El hombre de al lado (2009) y El ciudadano ilustre (2016). Como dice la dupla Cohn-Duprat en el prólogo, las tres historias tienen en común "una honda y filosa reflexión sobre el choque de diferentes cosmovisiones, la impostura, la simulación, el éxito y el misterio de la creación artística".