El padre Ignacio reunió 120.000 personas bajo la lluvia en Rosario
Los fieles le atribuyen poder de sanación
1 minuto de lectura'
ROSARIO.- "La lluvia es una bendición del cielo; es una oportunidad para demostrarnos hasta qué punto llega nuestra fe."
Bajo la intensa lluvia, las palabras del padre Ignacio Periés calaron hondo en los 120.000 fieles que anteanoche asistieron al Vía Crucis que, como cada año, lleva adelante la parroquia Natividad del Señor, en el corazón del barrio Rucci, en la zona noroeste de esta ciudad.
Precisamente, a pocas cuadras del lugar donde se concentró la multitud, se emplazan los barrios más afectados por la tormenta que, a principios de la semana pasada, obligó a la evacuación de unas 30.000 personas que todavía hoy padecen las consecuencias de la lluvia.
Desde hace un tiempo sus fieles devotos le atribuyen poderes sanadores. Sin embargo, el sacerdote, que asegura no ser un cura carismático, insiste en que es un intermediario y en que el que sana es Dios.
"En lo bueno y en lo malo siempre Dios tiene una respuesta para ti", continuó el padre Ignacio, de 56 años, en un esfuerzo por confortar a la gente que, guareciéndose del temporal bajo paraguas, se congregó frente al palco desde el cual presidió la ceremonia, junto con el arzobispo local, monseñor José Luis Mollaghan.
Intermediario y sanador
La convicción con que los peregirnos, que llegaron desde distintos puntos del país y aguardaron durante horas bajo la lluvia el comienzo de la ceremonia religiosa, revela la profunda devoción que sienten por el padre Ignacio, quien, desde que llegó a la ciudad, en 1979, conquistó el corazón de los rosarinos.
Miembro de la orden Cruzada del Espíritu Santo, su misión cobró trascendencia, y cada vez con mayor fuerza, debido a su amplio poder de convocatoria.
Hijo de un empleado de una fraccionadora inglesa de té, el padre Ignacio nació en la aldea de Balangoda, en Srki Lanka, el 11 de octubre de 1950. Al terminar el secundario, viajó a la India para estudiar religión, y luego ingresó en el seminario de Londres, donde se unió a la orden creada por el sacerdote irlandés Thomas Walsh.
Sólo al recalar en Rosario, como cura párroco de la iglesia de la Natividad del Señor, encontró, como él mismo confesó, su lugar en el mundo. Ahí, en un barrio de gente trabajadora, que se empobreció al colapsar el cordón industrial rosarino, se ganó la reputación de "cura sanador" con la que hoy es conocido en el mundo entero.
Así, la parroquia Natividad del Señor, que fue reconstruida y a fines del año pasado inauguró una cruz de hierro de 12,5 metros de alto, desborda cada vez que el padre Ignacio da sus bendiciones. Tan grande es la demanda, que para conseguir una entrevista con el párroco es necesario sacar turno.
Apoyo del arzobispo
Su popularidad lo llevó en el año 2000 a celebrar su cumpleaños con una gran fiesta en el estadio de Rosario Central con la actuación de Soledad Pastorutti. Vivió momentos de tensión con la jerarquía de la Iglesia, aunque las asperezas se limaron con el tiempo y hoy mantiene una buena realación con el arzobispado local.
La presencia de monseñor Mollaghan en el Vía Crucis del barrio Rucci ratificó que ambos tienen hoy una misma preocupación. "Hoy pedimos con una profunda fe que cese la lluvia, que deje de llover, sobre todo para aquellas personas que tienen las casas todavía inundadas", imploró el arzobispo de Rosario.
"Pidamos con todo el corazón y con toda la fe que salga el sol, que nuestra gente pueda volver a sus hogares y encontrar la alegría, sobre todo para aquellos que perdieron todo lo que tienen", concluyó Mollaghan.
Tal como ya es tradición, el Vía Crucis fue representado en las calles internas del barrio. Las catorce estaciones, que evocan los últimos días de Jesús, desde que fue condenado a muerte hasta que fue sepultado, fueron seguidos por una procesión silenciosa que resistió estoicamente la tormenta.
"Allí está Jesús en la cruz, dispuesto a perdonar a cada corazón que lo desee. Esta noche pedimos al Señor esa bondad, esta gracia para encontrar nuestro perdón", enfatizó el sacerdote.




