El Papa reivindica a los agnósticos
Los llamó "peregrinos de la verdad", que en su búsqueda de Dios también interpelan a los creyentes
ROMA.- A 25 años del histórico encuentro interreligioso de Asís convocado por Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI peregrinó ayer en tren al mismo lugar, cuna de San Francisco, junto a 300 representantes de las grandes religiones del mundo. En una jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz, muy distinta a la de 1986 porque no hubo oración conjunta y en la que por primera vez participaron cuatro filósofos ateos, el Papa sorprendió al hacer una suerte de elogio de los agnósticos, a quienes definió como "peregrinos de la verdad".
"Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios -el verdadero Dios-se haga accesible", dijo en la Basílica de Santa María de los Angeles.
El Papa señaló que, por ser los agnósticos "peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz", al formular preguntas "despojan a los ateos combativos de su falsa certeza", pero también "interpelan a quienes adhieren a una religión, para que no consideren a Dios algo que les pertenece, para luego sentirse autorizados a la violencia contra los demás".
Si hubo autocrítica en estos conceptos, también la hubo cuando en un pasaje anterior de su discurso el Papa recordó que la violencia no tiene nada que ver con la naturaleza de la religión. "Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir -y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza- que la violencia no es la verdadera naturaleza de la religión; es más bien su deformación y contribuye a su destrucción", dijo.
Acto seguido, hizo un virtual mea culpa: "En este punto quisiera decir como cristiano: sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza".
Ante líderes religiosos musulmanes, judíos, hindúes, budistas, shintoístas, sikhs, miembros de las demás iglesias cristianas, ortodoxos, anglicanos, luteranos y metodistas, el Papa comenzó su discurso al constatar que mucho cambió desde el encuentro de Asís de 1986. Tres años más tarde, evocó, caía el Muro de Berlín sin derramamiento de sangre, "una victoria de la libertad y de la paz". Pero después no vino nada bueno, porque el mundo "está lleno de discordia" y de una violencia con diversos rostros, como el del terrorismo, el que puede surgir, señaló, de una interpretación errada de la religión o de la ausencia o negación de Dios.
El encuentro fue muy distinto al de 1986: no hubo, como aquella vez, una histórica oración conjunta, sino que las diversas confesiones rezaron separadas, aisladas entre sí. No es casual: todo el mundo recuerda que Joseph Ratzinger, entonces guardián de la ortodoxia, no estuvo en Asís en el 86, debido a su rechazo a reuniones de este tipo, odiadas por sectores tradicionalistas por su implícito sincretismo religioso.
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